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Insolidaridad venezolana

Desde hace varios años me he interesado mucho en leer sobre el judaísmo y el islam. Dos religiones que son más que religiones. Ambas engloban una cultura, una forma de vida y una ideología.

Siempre he visto con admiración lo solidarias que son.

Apartemos un momento de nuestra mente las imágenes de guerras, grupos terroristas y misiles cayendo. Esto no es el común denominador de estas culturas. De hecho, es la minoría.

En el caso de los musulmanes, desde tiempos remotos han tenido la costumbre de recibir nómadas en sus casas, darles comida, alimento y albergue. Son una cultura que brinda mucho apoyo a la familia y al más necesitado. Incluso, por más pobre que pueda llegar a ser, comparten lo poco que tienen. Una vez le pregunté a un señor musulmán, dueño de un negocio por qué gran parte de sus empleados eran musulmanes y su respuesta fue “porque son mis hermanos y si puedo ayudarlos, es mi deber hacerlo”.

Lo mismo ocurre en el caso de los judíos. Yo diría que incluso de manera más evidente. Gracias a su solidaridad, cooperación y ayuda entre ellos, hoy los judíos constituyen un grupo económico importantísimo a nivel mundial y con gran influencia en la toma de decisiones incluso a nivel de gobiernos.

Para mi es admirable lo que los judíos han logrado hacer en los últimos 60 años. Y no hablo del Estado judío o de temas políticos que bien merecen sus críticas. Me refiero a su gente. Al orgullo que tienen de ser judíos, a lo solidarios que son entre sí, a las redes de apoyo que se han constituido y a la evidente cooperación que pregonan en distintas partes del mundo. Sin duda eventos desafortunados los han unido y fortalecido más y creo que de allí hay muchos aprendizajes que se pueden tomar.

Lo que se está viviendo en Venezuela es un verdadero holocausto, o en su significado real, una catástrofe.  Entre las muertes violentas, las crisis económica, el quiebre cultural, la pérdida del respeto, la división y los miles de cerebros que se han ido de Venezuela, no hay manera de que esto no sea una verdadera catástrofe.

No solo vienen a mi mente las imágenes de gente peleándose en los supermercados por los alimentos, hombres quitándole de las manos alimentos a madres de familia, embarazadas y adultos mayores parados en el metro mientras gente mucho más joven va sentada cómodamente sino también veo con lástima que son pocos los venezolanos que verdaderamente se ayudan entre sí en el exterior. Por lo que he visto, las acciones de la comunidad venezolana se enfocan más en organizar marchas y concentraciones frente a consulados y en actividades meramente electorales.  Cualquier parecido con la realidad del país es mera coincidencia.

Es mucho más lo que podríamos estar haciendo como sociedad. Tomemos el ejemplo de los judíos y musulmanes y ver lo que podríamos llegar a ser si nos esforzáramos un poco.

Es increíble que con lo que viven los estudiantes venezolanos en España, que no tienen que comer porque el gobierno no les ha aprobado las divisas, en los videos se vea que son más los españoles que les estén dando comida y empleo. Aquí en Perú he sentido mucha más solidaridad por parte de los peruanos que de los mismos venezolanos. Y hay muchos testimonios de que en lugares como Bogotá y Miami la solidaridad venezolana se limita a hacer fiestas venezolanas, arepazos y a coordinar shows del Conde, mientras que gran parte de nuestra diáspora está viviendo grandes necesidades intentando tener una vida decente en estos lugares.

Es una lástima que nos limitemos a eso y que no hagamos acciones reales como brindar apoyo en temas de contactos, dar recomendaciones laborales, hospedaje, dar empleo y quitarnos el chip del “¿Cuánto hay pa’ eso?” Tan fácil como que ya no hay pa’ eso. No ha quedado nada. Hoy estamos poniendo a prueba nuestra capacidad de ser humanos.

¿Acaso este declive que vive la cultura venezolana ha acabado con nuestra capacidad para ser solidarios?

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