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Hora cero en Venezuela

Resulta difícil para los venezolanos apartarnos de la crisis que vive nuestro país. Estando dentro o fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar de preocuparnos por todo lo que sucede y lo que está por venir.

Han sido más de 100 días de protestas que han derivado en lamentables acontecimientos que no debemos olvidar, pero es que han sido tantas cosas, que resulta difícil ordenar las ideas y todo lo que nos rodea.

Un país paralizado. Así estamos. Entre la debacle económica, las protestas y la determinación de luchar por un país libre, nos encontramos navegando en un mar de sentimientos y pensamientos encontrados y lo único que deseamos es que esto termine ya. Aunque sabemos que no es posible, que el desastre es demasiado grande y que luchamos en una batalla desigual que nos hace sentir entre la espada y la pared.

Y se abre paso la incertidumbre y nos preguntamos ¿qué más debe suceder para que cambie el rumbo de esta historia?

Y todos los días despertamos con una novedad que si no sorprende, confunde, que si no indigna, entristece, que si no atemoriza, incita a seguir luchando.

Mi mente retrocede al mes de abril cuando iniciaron las protestas. Trato de enfocar el motivo del inicio de las manifestaciones: Magistrados del TSJ desconocen a la Asamblea Nacional de mayoría opositora.

Pasan los días, se agudiza el descontento popular; la Guardia Nacional reprime sin piedad a jóvenes venezolanos que ejercen su derecho a manifestar. Muchos son asesinados a sangre fría con perdigones disparados a quemarropa, con bombas lacrimógenas apuntadas directamente al pecho o la cabeza. La injusticia y la barbarie se imponen con un silencio ensordecedor en una nación donde a todas luces impera una escalofriante anarquía.

Venezuela llora a los caídos; el gobierno culpa de las muertes a los opositores calificándolos de “guarimberos y terroristas”. Nadie responde por los muertos, presos y heridos que engrosan la lista de cientos de víctimas que contabilizan las protestas de vieja y nueva data en Venezuela.

Se agrava la crisis en el país ante el silencio cómplice de la comunidad internacional, que aunque aparentemente se muestra “asombrada” por todo lo que ocurre, finalmente le da la espalda a Venezuela en la OEA por la decisión decepcionante de una minoría que prefirió callar ante el peso de intereses particulares.

La Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, cambia sorprendentemente el rumbo de su discurso ante la inminente realización de una Asamblea Nacional Constituyente, que sin ser sometida previamente a consulta popular, pretende ejecutarse para aniquilar definitivamente la democracia en Venezuela, convirtiendo a lo que fue uno de los países más ricos del mundo en un estado comunista.

La fiscal promete defender la Constitución y la democracia en Venezuela hasta con la vida de ser necesario, recalcando que la Constitución propuesta por el difunto Presidente Chávez no necesita ser modificada. Reconoce además abuso de la fuerza por parte de la Guardia Nacional y condena el levantamiento de armas hacia un pueblo que ejerce su derecho a la protesta.

Venezuela y el mundo se sorprenden al ver cómo una de las piezas claves del Gobierno venezolano se voltea, auto condenándose así a la persecución y rechazo de sus antiguos compañeros de lucha.

Se inicia un juicio en su contra, cuyo desenlace se conocerá muy pronto y se convertirá en un nuevo tema de debate nacional e internacional.

Mientras tanto, las calles de Caracas y de varias ciudades del país amanecen muchos días trancadas, paralizadas, congestionadas. La oposición busca hacer sentir su descontento, ante la burla del oficialismo que parece no darle mucha importancia a lo que sabe que representa el clamor de cambio de millones de venezolanos.

El 5 julio, día de fiesta nacional, es atacado el Parlamento por colectivos armados que irrumpieron en medio de los actos conmemorativos al Día de la Independencia. Y nuevamente se impone el caos, la violencia y la anarquía. Y nadie responde, la justicia se esconde.

La oposición convocó para el 16 de julio un plebiscito nacional, en lo que denominó un acto de desobediencia masiva contra la Asamblea Nacional Constituyente que se elegirá el 30 de julio.

Está por iniciarse la hora cero y Venezuela continúa con la soga al cuello en unos días cruciales en los que de pronto ocurrió algo impensado: otorgan casa por cárcel al líder opositor Leopoldo López, tras cumplir más de tres años de arresto en una cárcel militar.

Y Venezuela entera se pregunta ¿qué hay detrás de esta maniobra?

Los días por venir destaparán estas incógnitas y marcarán el destino de un país a punto de ebullición, que cambia definitivamente su rumbo, o se pierde tristemente y sin remedio en la miseria y el dolor.

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