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Cesar Chelala

HOLODOMOR DESMIENTE LAS PALABRAS Y ACCIONES DE VLADIMIR PUTIN SOBRE UCRANIA

La invasión de Putin al territorio ucraniano y su rechazo de la legitimidad de Ucrania como nación independiente, ha convertido a ese país en un peón involuntario en el conflicto entre Estados Unidos, sus socios europeos y Rusia. Como era de esperar, la imposición de sanciones por parte de Biden se ha topado con las amenazas de represalias de Putin, preparando así el escenario para una serie de conflictos de consecuencias impredecibles, pero probablemente funestas. Los civiles ucranianos, principalmente niños, llevarán la mayor carga.

El 12 de julio de 2021, el presidente ruso Vladimir Putin escribió un artículo “Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos”, en el que destacó los poderosos lazos que unen a ambas naciones. El artículo es una descripción histórica unilateral y laberíntica de la especial relación entre ambos países. Putin consigna: “En 1922, cuando se creó la URSS, y la República Socialista Soviética de Ucrania se convirtió en uno de sus fundadores, un acalorado debate entre los líderes bolcheviques resultó en la implementación del plan de Lenin para formar un estado unido como una federación de repúblicas con iguales derechos y obligaciones. El derecho de las repúblicas a separarse libremente de la Unión se incluyó en el texto de la Declaración sobre la Creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y, posteriormente, en la Constitución de la URSS de 1924. Al hacerlo, los autores plantaron en los cimientos de nuestro estado la bomba de relojería más peligrosa, que explotó en el momento en que desapareció el mecanismo de seguridad proporcionado por el papel dirigente del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), y el propio partido colapsó por completo desde dentro”.

Aun existiendo lazos históricos obvios con el pueblo ucraniano, las continuas afirmaciones de Rusia de tener relaciones fraternales con Ucrania descartan el trauma duradero creado por la Unión Soviética durante la Gran Hambruna de Holodomor que duró de 1932 a 1933, y que según una declaración de las Naciones Unidas firmada por 25 países en 2003, de 7 a 10 millones de personas murieron durante esa hambruna.

Desde 2006, la hambruna de Holodomor llevada a cabo por el gobierno soviético ha sido calificada de genocidio por Ucrania y otros 15 países. Durante muchos años, la Unión Soviética incluso negó que se hubiera producido la hambruna. Rusia descarta esa palabra, mientras llama genocidio, sin ninguna evidencia seria, a las actuales pérdidas de vidas en la región separatista de Ucrania. Una evidencia más de que el lenguaje es de los poderosos.

Algunos académicos creen que Joseph Stalin planeó la hambruna para aplastar el movimiento independentista de Ucrania; otros creen que esta hambruna provocada por el hombre fue consecuencia de la necesidad de una rápida industrialización soviética y la colectivización forzada de la población ucraniana de la Unión Soviética.

La desnutrición y las enfermedades diezmaron la población. El historiador británico R.W. Davies concluyó que en 1932-1933 hubo 1,2 millones de casos de tifus y 500.000 casos de fiebre tifoidea. Según el historiador Stephen G. Wheatcroft, muchas estadísticas oficiales de este período fueron censuradas y muchas muertes no se registraron.

En 1945, Ucrania firmó la Carta de las Naciones Unidas como la República Socialista Soviética de Ucrania. Así, Ucrania se convirtió en uno de los primeros países que firmaron la Carta de las Naciones Unidas, convirtiéndose en uno de los 51 miembros fundadores de las Naciones Unidas.

El 16 de julio de 1990, el parlamento adoptó la Declaración de Soberanía Estatal de Ucrania, estableciendo los principios de autodeterminación, democracia, independencia y la prioridad de la ley ucraniana sobre la ley soviética. El referéndum del 1 de diciembre de 1991, sancionó el Acta de Independencia con un 92 por ciento de aprobación. Ucrania finalmente estaba en camino de ser una nación independiente.

En su artículo, el presidente Vladimir Putin escribió: “Respetamos el idioma y las tradiciones ucranianas. Respetamos el deseo de los ucranianos de ver a su país libre, seguro y próspero”. Y concluye: “Y diré una cosa: Rusia nunca ha sido y nunca será ‘anti-Ucrania’. Y lo que será Ucrania, depende de la decisión de sus ciudadanos”. Esto es, la verbalización de sentimientos elevados, traicionados ahora por la brutal invasión de ese país. Si la historia nos enseña algo, es que los fantasmas de Holomodor seguirán acechando a Putin.

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