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Historias de una pandemia. Lima desde la ventana

 

Reflexiones, vivencias, aprendizajes, temores. Así vivimos el coronavirus en ViceVersa Magazine.

 

Willy Wong, escritor y emprendedor

Después de seis semanas de aislamiento, en Perú el contagio de coronavirus sigue creciendo. Ya fallecieron 1.344 personas y, tras realizar casi 386mil pruebas se comprobó que hay 47.372 contagiados. A la luz de estos resultados el gobierno decidió prorrogar la cuarentena hasta el 10 de mayo. Willy Wong, escritor y emprendedor, nos explica, desde Lima, cómo ha ido cambiando la percepción del peligro en la gente y cuáles han sido las medidas que ha tomado el gobierno para enfrentar esta emergencia.

“Cuando empezaron a circular las primeras informaciones sobre el coronavirus nadie lo tomó demasiado en serio. Sin embargo, cuando el Presidente dijo que habían detectado el primer contagio muchos empezaron a preocuparse. Sobre todo, porque uno de los primeros casos apareció en uno de los colegios privados más exclusivos y caros de Lima, el Newton College. Pronto se entendió que la población mayormente en riesgo era la que viajaba y eso agudizó el miedo porque en Perú estamos acostumbrados a viajar mucho. Al poco tiempo el número de enfermos fue aumentando y, después de quince días desde que se detectó el primer caso, el gobierno decretó la cuarentena. Dos semanas después también declaró el toque de queda. Todos obedecimos esas recomendaciones con la esperanza de evitar una mayor expansión del Covid-19”.

Sin embargo, no fue así. En Perú, así como en muchos otros países, los números de contagiados y muertos han ido in crescendo y el sistema sanitario está prácticamente colapsado.

El sistema medico está en alerta roja. Tampoco hay suficientes morgues en los hospitales y los cadáveres están en los pasadizos. Es terrible porque tampoco existe un servicio de cremación que pueda resultar de ayuda. La verdad es que Perú ya tenía un sistema de salud deficiente, con hospitales cuyas estructuras fueron construidas hace 100-150 años y nunca han sido renovadas. Ahora, la única esperanza, es que después de esta experiencia se modernice todo el sector”.

Otra área en crisis es la educación. Wong nos explica que muchos niños en Perú viven en zonas muy pobres en las cuales no hay ni computadoras ni Internet. Para ellos la única manera de tener acceso a los estudios es yendo a un salón de clases.

 

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El gobierno peruano decidió alargar el confinamiento hasta el 11 de mayo, aunque, ya a partir de esta semana, algunos sectores industriales podrán volver a activarse. Desde el comienzo del confinamiento las personas más necesitadas, sobre todo aquellas que trabajan en el sector informal, están recibiendo ayuda estatal.

“Reciben un bonus quincenal de 360 soles, equivalente aproximadamente a 100 dólares y la plaza de toros fue transformada en un albergue para indigentes. Está permitido también retirar hasta 800 dólares de la cuenta de ahorro obligatoria que tienen todos los trabajadores y 7.500 de los fondos de pensión. Son medidas que tratan de disminuir el impacto económico que causa la parálisis laboral. Sabemos que nos espera una crisis económica grave. Si bien en Perú se estén tomando algunas medidas macroeconómicas que deberían permitirnos una recuperación en el 2021, hay sectores que sufrirán mucho, por ejemplo, el turismo, la moda, el entretenimiento. En las primeras tres semanas de confinamiento los cines habían perdido ya 46millones de soles”.

Willy Wong se muestra particularmente preocupado por los sectores de la sociedad aún más precarios, por esas personas que viven en la sombra y que no son censadas como trabajadores informales.

Pienso en las prostitutas y los travestis. No reciben el subsidio estatal y tampoco pueden contar con la ayuda de las Iglesias que abren sus puertas para regalar comida a muchos otros pobres. Me pregunto en qué condiciones estará viviendo esta población tan discriminada y vulnerable”.

Perú es uno de los países en los cuales se han establecido miles de inmigrantes venezolanos y Wong teme por el futuro de todos ellos.

Sería lamentable que, a causa de esta crisis, tuvieran que irse. Los venezolanos son profesionales excelentes que han llenado espacios vacíos en diferentes campos. Muchos son médicos y enfermeros y su aporte en este momento está resultando determinante. Otros trabajan en los servicios, la gastronomía, el entretenimiento y han elevado los estándares de calidad de esos sectores. Los hay también muy pobres. Yo vivo en un balneario que se llama Punta Hermosa. A cinco minutos está el pueblo que tiene el mismo nombre. Allí hay una tasa de indigencia muy alta y el 70 por ciento de los pobladores son venezolanos. Desde enero estoy recolectando fondos para ayudar a los niños, desde recién nacidos hasta los 6-7 años. Ahora nos hemos unido para seguir ofreciendo nuestro apoyo, pero la realidad en la cual viven es particularmente precaria y difícil. Esas familias tampoco tienen derecho al subsidio”.

El panorama al que se asoma Willy Wong desde su ventana, ha cambiado radicalmente ya que, cuando decretaron el confinamiento, estaba en casa de su madre quien vive en Lima metropolitana.

“Mi casa está a cuarenta minutos de Lima así que no pude regresar. Desde mi ventana veo el mar y me hace mucha falta, sobre todo cuando me pongo a escribir. Aquí estoy bien, pero añoro mi rutina, mis espacios. Desde estas ventanas el panorama es completamente distinto, aunque en estos días hay mucha calma”.

Hablando del futuro y de las consecuencias que podrían derivar de esta situación de emergencia y dificultad, Wong considera que el aspecto negativo es un posible recrudecimiento de la xenofobia. Sin embargo, considera que también habrá aspectos positivos, sobre todo, en lo que se refiere a nuestra relación con el consumo.

Antes para nosotros era más importante consumir que socializar. Ahora como consecuencia del encierro y de la crisis este habito de consumo desmesurado deberá cambiar y probablemente se transformará en un habito de reflexión. Creo también que aprenderemos a valorar más la naturaleza. Bastaron pocas semanas para que disminuyera radicalmente la fuerte contaminación de Lima que ya no es la ciudad gris. Su cielo se volvió azul, y las playas que estaban repletas de personas ahora se han llenado de pájaros marinos”.

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