Reflexiones, vivencias, aprendizajes, temores. Así vivimos el coronavirus en ViceVersa Magazine.
Bonil (Xavier Bonilla), caricaturista
A pesar de las esperanzas de los pueblos y de la indiferencia criminal de algunos políticos, el Covid-19 llegó con toda su fuerza mortal en América Latina, considerada ahora por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el nuevo epicentro de la pandemia.
Uno de los países más golpeados es Ecuador y en particular la zona de Guayaquil. Xavier Bonilla, más conocido como Bonil, caricaturista de amplia trayectoria y reconocimiento internacional, nos cuenta desde su casa en Quito cómo se ha desarrollado la pandemia en su país y cuáles son las consecuencias que ya se están divisando.
“Genera preocupación la crisis económica y la pérdida de puestos de trabajo. Ya ahora en el periódico en el cual colaboro regularmente, han despedido a 210 personas. Una cifra importante que se suma a las anteriores ocasionadas por los condicionamientos de la Ley de Comunicación -que aprobó el ex Presidente Rafael Correa- por la disminución de la publicidad y por la migración de los lectores hacia las plataformas digitales. El Covid-19 ha sido una puñalada adicional y no solo ha dejado sin trabajo a tantas personas, sino que ha obligado a un recorte en los sueldos y honorarios que recibimos los editorialistas y colaboradores externos”.
Caricaturista de fina ironía Bonil, en un tono de voz severo, agrega:
“Yo también tuve que despedir a tres lápices”, y la sonrisa vuelve a irrumpir diluyendo la seriedad de las palabras anteriores.
En cuanto a las razones por las cuales Ecuador en cierto momento se ha transformado en uno de los países con el mayor número de muertos y contagios, Bonil considera que, al igual que en otros lugares, no se tomaron a tiempo las medidas para reducir el impacto de la pandemia.
“Sobre todo en Guayaquil, que es nuestro puerto principal y por lo tanto un lugar de mucho tránsito. Las autoridades no tomaron en serio la peligrosidad del Covid-19. Al principio el gobernador enviaba twitters que decían: “la peor pandemia es el miedo”. Autorizó la realización de un partido de futbol con equipos muy populares que congregó a muchísimo público. Solo cuando el brote se volvió más violento, las autoridades decidieron tomar medidas restrictivas. Hay que agregar que en algunos casos los síntomas del Covid-19 se confundieron con los del dengue, una enfermedad que golpea mucho la zona de Guayaquil en esta temporada. El contagio sigue porque, a pesar de las prohibiciones, hay muchas personas que viven al día y por lo tanto no pueden darse el lujo de quedarse en casa”.
Al igual que en otros países, también en Ecuador, la pandemia puso en evidencia las carencias y debilidades de un servicio sanitario y una red hospitalaria que no estaban preparados para hacerle frente. Una realidad que vuelve aun mayor la responsabilidad de aquellos gobernantes que no fueron capaces de prever el peligro y tratar de evitarlo tomando decisiones difíciles pero necesarias para salvar vidas humanas.
Admiramos la capacidad de sátira, de ironía, que mantienen caricaturistas, ilustradores, humoristas, en los momentos de crisis. Y Bonil, con su increíble creatividad, ha dedicado muchas viñetas a la pandemia dejando de lado otros temas relacionados con la política nacional e internacional, que son generalmente los que más le interesan.
“El país de alguna manera se ha quedado paralizado. Su atención está volcada en un único tema, aunque no dejan de ocurrir otras noticias importantes. Y, también mi trabajado ha quedado estancado en esa misma temática, quizás como reflejo inconsciente de mi preocupación. Sé que hay muchos otros problemas que van a impactar en la economía y en la política. El próximo año volveremos a tener elecciones presidenciales y eso ya está creando tensiones y fricciones importantes. Sin embargo, por ahora he dejado todo eso en stand by. Lo mismo está pasando a muchas otras personas”.
Sabemos cuán importante y sanadora es la risa, sin embargo, nos resulta difícil imaginar cómo se puede extraer una sonrisa de esta situación. Naturalmente no es lo mismo para Bonil.
“Cuando un tema es muy popular y todo el mundo lo vive, lo siente, habla de él, se vuelve como una ola en cuya cresta se suben políticos, tuiteros, caricaturistas, comentaristas. Todo el mundo quiere surfear esa ola, la diferencia consiste en cómo la aborda cada quien. Yo me focalizo en los que podríamos considerar los “efectos colaterales” de la pandemia. Por ejemplo, quienes se aprovechan de la necesidad de la gente para subir el precio de algunos suministros. En ocasiones me he fijado en situaciones cotidianas, domésticas, de pareja. Y también en la presencia de la muerte que es real y no se puede evitar. No se trata de burlarse de la tragedia. Creo que la sátira y el humor nos ofrecen una manera de salir a bailar con la muerte, de perderle un poco el miedo y relajar la angustia, la preocupación. En la medida en que uno pueda sacarle una sonrisa o, mejor todavía, una risa a un lector, ya puede sentir que ha ganado su batalla contra la ansiedad”.
La casa de Bonil está rodeada del verde de una vegetación exuberante. Si bien el panorama que admira desde la ventana de su estudio no ha cambiado mucho, es imposble no percatarse de las diferencias auditivas.
“Se percibe el silencio. Ya no se escucha el ruido del tráfico en la autopista que pasa cerca de la casa. Quito parece haber regresado a los años ’50 cuando la circulación de los autos era insignificante. En mi jardín siempre hay muchos pájaros y otros pequeños animales. Ahora también llegaron las pulgas que atacaron a mi pobre perro”.
Según su opinión cuando el mundo olvidará la pandemia muchas cosas volverán a ser como antes.
“Algunos pensadores han ensayado teorías según las cuales esta pandemia va a cambiar nuestro modo de ser y nacerá una nueva humanidad. Yo tengo mis dudas al respecto. Quizás nos acostumbraremos más al teletrabajo. Las fuertes crisis, las pandemias muestran lo peor de los seres humanos y creo que quien era una mala persona antes lo seguirá siendo después. Es verdad que también estamos asistiendo a gestos importantes de solidaridad. Son reacciones ocasionadas por las emergencias. Hay quien te da un codazo para salvarse y quien decide remar contigo pensando que así pueden salvarse ambos. Quizás algunos países como China se volverán más autoritarios y sus poblaciones más disciplinadas. Sin embargo, no creo que los pueblos de América Latina cambien mucho y se vuelvan más ordenados. Seguiremos rompiendo reglas, saltándonos los semáforos y buscando la compañía de los demás para divertirnos”.
Y cuando preguntamos hasta qué punto siente que el confinamiento ha cambiado su vida, nos contesta con voz que esconde la sonrisa.
“El confinamiento genera una sensación de agobio porque sientes que tu libertad está amarrada. Sin embargo, como no depende de un individuo o un gobierno, sino de un agente natural, no me enojo y sé que hay que sobrellevarla. Hay algunos aspectos importantes que han cambiado en mi vida. La consciencia y quizás el miedo de tener que enfrentar tiempos más duros han generado una necesidad de ahorro. Y las restricciones ligadas al confinamiento me han obligado a tratar de ser en lo posible autosuficiente. Por esa razón aprendí a hacer pan y busqué tutorials para sembrar tomates o preparar espaguetis. Por lo demás como ya te dije estoy acostumbrado a trabajar en soledad al igual que muchos otros ilustradores, escritores, y todos aquellos que no tenemos que ir a una oficina o redacción. Lo que sí ha cambiado es la dinámica de pareja y familiar, porque una cosa es estar solo y otra es estar solo con tu familia dentro de tu estudio las 24 horas del día”.