Un político llegó ante el ministerio de San Pedro y le preguntaron: – ¿a dónde quieres ir, al cielo o al infierno? – El político con gran sorpresa respondió: – ¿Se puede elegir? – San Pedro dijo: -Si, estamos en oferta, también vivimos en democracia. Le mostró el cielo. Unos ángeles vestidos de blanco, muy relajados, disfrutaban la música de las liras, otros limpiaban las estrellas. Acto seguido lo llevó a conocer el infierno. Parecido al casino más lujoso de las Vegas. El político vio a lo lejos a sus amigos, su equipo de fórmula, disfrutando de los excesos acompañados por bellas mujeres en topless, los mejores vinos y meseros a su servicio. Después del recorrido, San Pedro muy amable volvió a preguntarle: -¿ahora dime -¿que eliges, el cielo o el infierno?- Sin dudarlo respondió, ¡el infierno! San Pedro insistió una vez más -¿estás seguro?- Y el otro:- Si, muy seguro. De nuevo lo llevó al infierno. Pero esta vez lo encontró cambiado radicalmente, despedía olor a azufre, y el calor era insoportable, más que si estuviera en una refinería de Pemex. Al entrar empezó a pegar gritos: -¡Auxilio, San Pedro me estoy quemando! ¿dónde están mis amigos?, esto no es lo que me mostraste-. San Pedro le respondió – tu elegiste, nadie te obligó, en el cielo también estamos en campaña.
México vive un momento crucial, las votaciones están a la vuelta de la esquina y las promesas de campaña están a la orden del día. El candidato al gobierno de Sonora por el PES, promete con generosidad. Promete tarjeta lila para las amas de casa, esas que, asegura, no tienen ni para un trapito, una chanclita, una pinturita.
Mikel Arriola candidato por el PRI al gobierno de la CD de México, promete pensión de unos $2500 bimestrales.
La candidata panista al municipio de Escobedo, Nuevo León, se hace llamar doctora Alonso, sin ser médico, y promete regalar Viagra para frenar la inseguridad.
La candidata a diputada por RSP promete operaciones estéticas. Asegura que con unos senos grandes las mujeres recuperan la autoestima.
El candidato por la coalición al gobierno de Sinaloa afirma que, si gana, los ciudadanos, al llegar a su casa y abrir la llave del agua, verán salir cerveza de las tuberías.
Alfredo Adame, el actor, padece trastorno negativista desafiante. Agrede a todo el que pase por su camino.
Los ciudadanos padecemos crisis de hartazgo y credibilidad hacia la clase política, especialmente hacia el presidente López Obrador quien ganó la presidencia por el voto de castigo a la corrupción de las anteriores administraciones. Pero la actual, tiene mucha cola para pisar y también sufrirá el voto castigo. La consigna es quitarle la mayoría en el congreso.
Los ciudadanos pensantes quieren un congreso plural. No se olvidan de la cancelación del NAIM, para un país tan necesitado de recursos, y la consecuente dilapidación de 113 mil millones de pesos pagadas en indemnizaciones por haberlo cancelado. Estaba planeado para ser unos de los mejores aeropuertos del mundo. Por si nos faltara, hay que citar los recortes a tantos programas sociales para canalizar ese dinero a sus obras faraónicas, la pésima atención al Covid; la inseguridad que, entre otras cosas, significa que otros países nos clasifiquen como los más violentos del mundo. Y finalmente la impunidad y la complacencia al narcotráfico.
La más reciente insensibilidad, una de las más dolorosas, es la indiferencia hacia las víctimas del colapso del Metro. Por más que el INE le prohíba que haga campaña, le vale. Bueno, hay que entender que es lo único que sabe hacer.
Con sus ideas de hace 60 años, AMLO dice que el petróleo es el mejor negocio del mundo. Mientras los países de primer mundo apuestan por las energías renovables, este acaba de comprar la refinería Deer Park de Shell en Estados Unidos. Como no se siente presidente anda buscando la banda presidencial de su ídolo Benito Juárez en los rincones de Palacio, pero, dicen los historiadores que se le perdió en sus viajes en la carreta escondiéndose para evitar que lo fusilaran.
Cuidado con las promesas de los políticos en campaña, el cielo y el infierno no son lo que parecen.