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¿Cómo hablar con autoridad latinoamericana siendo rubia?

Por hablar de otros ismos…

… porque no es sólo el feminismo. Podríamos hablar de impresionismo o del oscurantismo, del capitalismo ¿o mas bien del socialismo?… ¿Qué decir del racismo? ¿Qué decir que no se haya dicho… o mas bien, cómo hablar del racismo que no se dice, del que no se comenta porque es mucho menor que el que escandaliza y aun hiere y mata? Este racismo que quiero comentar, pasa mas bien por exceso de susceptibilidad, cuando no se padece.

Empecemos por el origen: digamos que piel blanca en el trópico del Caribe, siempre es falta de playa, de bronceado mínimo. Por decir lo menos de la sospecha que despierta todo rubio en tierras latinoamericanas. Muy distinto es ser rubia de tinte y piel morena. Eso pertenece a los paradigmas que no se cuestionan, responde a nuestro ideal de belleza, como cualquier alteración quirúrgica a favor de las curvas o la eterna juventud. Cabría preguntarse, de dónde proviene el ideal.

Otra cosa sucede cuando viajas o te vas y transitas por otros paisajes habitados por mas rubios: pasas desapercibida y sientes algunas seguridades como por ejemplo, la de que el racismo policial no te hará daño. Puedes salir a manifestar sin miedo por salvar el planeta, y te asombras de ver que cada quien esgrime sus razones individuales en carteles que justifican la adhesión. El resultado es que en ocasiones las razones de unos son contrarias a las de otros. Da gusto ver como tanta gente marcha con evidente respeto por las diferencias, en la tarde neoyorquina de un domingo bien custodiado por las fuerzas del orden. De pronto, en medio de la marcha, notas que hay otro rubio con gorra con la bandera tricolor venezolana y te le acercas. Para tu sorpresa, no habla español pero hace el esfuerzo por simpatizar y te saluda con un eufórico y comprometido ¡Viva Chavez! … aunque la gorra que lleva es la de Capriles. Cuando tratas de explicarle que lleva la gorra equivocada, él te insulta con un aireado ¡escuálida! Te apartas sintiéndote muy extranjera en tierra de extranjeros que no entienden.

¿Entonces aquí tampoco? Cuando tratas de esgrimirte en pleno uso de la voz que te otorga tu gentilicio, descubres que no te pareces a la idea de latinoamericana que tienen en otros lares y te quedas… ¿callada? Quiero decir que eres víctima del contra ataque racista que surge como respuesta al racismo que han sufrido los latinos en USA. Incluso a manos de los norteamericanos que creen que entienden.

Recuerdo que hace algunos años en ocasión de acceder por cita a los documentos internos de la biblioteca del MOMA, sentí los primeros indicios de este racismo en revancha. El bibliotecario a cargo no podía ser mas gringo y gentil, accedía a traerme todo lo que le pedía, haciendo un esfuerzo por complacer mi curiosidad académica, hasta que se tomó la licencia de cordializar, y empezó por preguntarme si era francesa. No, le dije. ¿Italiana? Siguió él adivinando. Tampoco, le dije… hum, dudó él aun mas… ¿alemana, tal vez?Venezolana, le dije con la sonrisa que nos identifica al norte del sur de este continente, y él no volvió a aparecer. Sospeché lo peor pero decidí pensar que había sido una coincidencia.

En otra ocasión, haciendo teatro en París, supe sin lugar a dudas, por el tan manido sufrido en carne propia, que en Europa interesa poco la dramaturgia latinoamericana cuando no habla de pobreza o denuncia la injusticia social en la lengua de las viejas consignas.

Sirvan este par de breves anécdotas para ilustrar que para ser latinoamericano cuando estás lejos, hay que parecerse a la idea de latinoamericano que tienen los primer mundistas: morenito, de poca estatura y mucho pelo; mujer con curvas y escote, malandro mercader de cartel o maltratado y excluido que esboza su lamento borincano. Si no, no te creen. No representas, simplemente no respetan que hables en nombre, si tus facciones son caucásicas. ¿Cómo hablar con autoridad latinoamericana siendo rubia?

Tratar de pertenecer a la comunidad a la que perteneces naturalmente, cuando eres latina fuera de Latinoamérica, pero no tienes el aspecto físico del arquetipo, se hace cuesta arriba. Se entiende que todo esto proviene de una minoría herida que disfruta cada vez de mas voz y voto gracias a la pelea, a su asumir la diferencia racial y cultural con orgullo. Pero ¿dónde queda la latina sin curvas y de piel blanca? Excluida por el musiu cuando descubre que eres latina, y por los latinos cuando ven que no pareces.

Somos muchos pero nadie lo dice, ¿a quién se le pone la queja? ¿Cómo denunciarlo sin parecer ridículo, poco importante? Ante el racismo que aun cobra vidas, que sigue peligrosamente instalado por debajo de lo políticamente correcto, este racismo que me atrevo a comentar, tan menor, no pareciera ser mas que malacrianza de niña rubia. Pero no me resigno a sufrirlo en silencio y con pena. Insisto en ocupar mi lugar, con la cálida temperatura de mi sangre latina que determina mi manera de ver, sentir y pensar… aunque tenga la piel blanca.

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