Estamos asistiendo a una polarización de opiniones en México, tras la decisión del gobierno de ofrecer asilo político a Evo Morales; ex-presidente de Bolivia quien tuvo que dimitir y dejar su país hace algunos días.
En opinión de algunos su salida del poder no fue ocasionada por un golpe de Estado sino más bien es la consecuencia de la unión que hace la fuerza y de la voluntad de los ciudadanos quienes durante semanas manifestaron en las calles su descontento y presionaron para derrocarlo.
El poder enferma, parece que en Latinoamérica los líderes sufrieran el contagio del virus de Fidel Castro. Quieren eternizarse en el poder, sueño que ha caracterizado a todos los dictadores latinoamericanos.
La Constitución boliviana permite dos reelecciones. Evo la cambió a su favor, se reeligió tres veces, y estaba listo para la cuarta y otras más. Enfermo de poder quería permanecer de manera indefinida como el extinto Presidente de Venezuela Hugo Chávez.
Presentó su renuncia un día después de que el más alto mando militar de Bolivia le exigiera públicamente abandonar el cargo. El gobierno de México asegura que fue un Golpe de Estado.
Evo Morales, seguro de obtener unos resultados positivos, en 2016 organizó un referéndum para preguntar a los bolivianos si aprobaban su reelección. La respuesta fue contraria a lo esperado, el 51 por ciento de los votantes dijo “No”. A pesar de eso el Constitucional revocó ese resultado aduciendo que iba en contra de los derechos humanos del Jefe de Estado.
El 20 de octubre el Tribunal Supremo Electoral lo declaró ganador en primera vuelta con unos resultados que dejaban intuir un fraude electoral. A pesar de esas dudas el gobierno de México se apresuró a reconocer su supuesto triunfo.
Los ciudadanos salieron a las calles a protestar, y la OEA, invitada por el mismo Presidente, confirmó que había dudas sobre la transparencia de los resultados y que aconsejaba nuevas elecciones.
Morales tiene similitudes con Benito Juárez, indígena oaxaqueño quien logró llegar a la presidencia de la República. Luego se enfermó de poder y permaneció 14 años en el cargo, los mismos de Morales.
Evo llamó la atención del mundo cuando ganó las elecciones de manera democrática siendo un hombre de origen indígenas y humildes. Era un campesino que cultivaba coca (planta de uso común en Bolivia).
El gobierno de México, que se siente héroe rescatador, se apresuró a ofrecer asilo político antes que el presidente lo solicitara. No puede negarse el prestigio internacional de nuestro país por la defensa de los presos políticos basta recordar a los niños españoles que llegaron durante la presidencia de Lázaro Cárdenas.
Las opiniones están divididas, usuarios de las redes sociales han mostrado apoyo y rechazo por el asilo político a Evo Morales. Aquí algunas de las frases que circulan en las redes: “México el país que acude al rescate de un dictador, pero no puede rescatar a sus propios ciudadanos inocentes que están sometidos al crimen organizado todos los días”. “El presidente López Obrador se rasga las vestiduras como Estado benefactor, ofrece dádivas a los grupos vulnerables para ganar adeptos, pero no se preocupa por el concepto de la justicia”. “La impunidad es el principal obstáculo para la paz en nuestro país”. “Candiles de la calle y oscuridad en su casa de prisa enviaron un avión militar a Bolivia a rescatar a Morales”.
El gobierno de México presume ser pacifista, el presidente y el canciller Marcelo Ebrard dedicaron horas ante la prensa para compartir detalles del rescate y de la llegada del ex-presidente de Bolivia.
Pero ¡qué incongruencia!, rechazan a los inmigrantes a petición del presidente Trump, voltean al norte de manera sumisa, y mandan a la Guardia Nacional a la frontera sur para evitar que lleguen al país del norte”.
El “Estado Benefactor” contrasta con los resultados de la violencia que vemos en el país, al respecto el Senador Lindsey Graham de Carolina del Sur dijo que prefiere ir a Siria que a México, además llamaron la política de “abrazos y no balazos” como cuento de hadas. Que tristeza rescatan a uno y no pueden con la violencia en el país. Este año se han contabilizado más de 26 mil muertos. La democracia puede transformarse en la tiranía de la masa y en el reino de la demagogia. Hoy concluye la vida política de Evo Morales, campesino indígena que emocionó al mundo cuando se convirtió en presidente de Bolivia.