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Gobernabilidad en Venezuela

En mi último artículo mencioné que el régimen madurista se ubica en la categoría de “totalitarismo fallido” que ha desarrollado el politólogo Michael Waltzer. Se trata de un régimen que tiene vocación y objetivos totalitarios, pero le falta la capacidad y la eficiencia para concretarlos, el resultado, nos dice Waltzer «es alguna forma de tiranía chapada a la antigua, pero disfrazada con un ropaje fascista o comunista”.

En efecto, hasta el vulgar fraude que nos presentó el impresentable Consejo Electoral fue una burda patraña digna de una dictadura tropical de “republiqueta bananera”. Chávez obtuvo, con el precio del barril a casi 100 $ en el 2012: 8.191.132, votos. Maduro en el 2013:7.505.338. En las parlamentarias del 2015, el partido de gobierno: 5.662.844. Y ahora, en el medio de una tragedia socioeconómica, una violenta represión, con más de una decena de muertos y una evidente abstención generalizada, afirman que lograron 8.089.320 sufragios. Es un verdadero insulto a la inteligencia de cualquier mortal, pero en particular de los propios chavistas. El 30 de julio es un hito más en un proceso de enfrentamiento entre la sociedad democrática y una dictadura, que ya se sustenta sólo prácticamente en la fuerza bruta. El régimen madurista está dirigido por un Directorio feudalizado integrado por un grupo de stalinistas con ceguera ideológica y militares activos y retirados que son los beneficiarios de un sistema “non santo” de privilegios y negocios y que, por tanto temen abandonar el poder. Estos militares pretorianos deshonran su uniforme y violan su juramento de defender la Constitución. Deberían recordar que las gloriosas legiones romanas despreciaban a los palaciegos pretorianos, por corruptos, nepotistas, cobardes, golpistas e ineficientes. Con el fraude de una “constituyente” corporativa y comunal, copiada de los soviets de la fenecida Unión Soviética y del Congreso de la Corporaciones fascistas de Mussolini, la dictadura queda desnuda frente a la comunidad democrática internacional. En otras ocasiones, he recordado que todas las transiciones no violentas de un gobierno autoritario a uno democrático en el último medio siglo, como España, Polonia, Chile, Sur África, Nicaragua, Brasil, entre otras, se han dado por una combinación eficiente, una verdadera “pinza” de presiones nacionales e internacionales, que incluyen también garantías personales y familiares para los miembros más “expuestos” del régimen. Esta “pinza” de presiones y las garantías tienden a provocar un resquebrajamiento de la unidad del régimen en su voluntad de permanecer en el poder a cualquier costo. En este mismo sentido, mis buenos amigos Andres y Andrei Serbin, en un excelente artículo afirman que las presiones y sanciones internacionales unilaterales son insuficientes y contraproducentes, lo que se necesita en lo internacional es un coordinado y concertado “ accionar multilateral y multidimensional de la comunidad internacional” para “incrementar los costos percibidos por la elite político-militar para disuadirlos de continuar en la perpetración de crímenes de lesa humanidad y la profundización de un régimen inconstitucional y represivo.” También la presión nacional debe ser multidimensional, pacífica y no violenta, pero desafortunadamente habrá quienes frente a la profundización de la dictadura y el cierre de los espacios democráticos estén pensando en la experiencia guerrillera de la “Contra” en la Nicaragua de los años 90’. El régimen, con un apoyo popular de entre 15% y 20%, mantenido básicamente con mecanismos clientelísticos, jugó la carta desesperada del fraude, prometiendo que, con la constituyente se acabarán la “guerra económica”, la escasez, la inflación y retornarán la prosperidad y la paz. Por tanto, el desastre socioeconómico provocado por la ineficiencia, la corrupción y las” ideas muertas” del régimen pronto resquebrajará la residual credibilidad del gobierno entre sus propios seguidores. El fortalecimiento y profundización de las presiones nacionales e internacionales, el fracaso socioeconómico, la continuada caída en el ya escaso apoyo popular terminarán de socavar la ya precaria gobernabilidad.

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