Siempre se ha dicho del francés que es una lengua viva, porque de tanto en tanto se reinventa con alguna nueva palabra que surge para nombrar una nueva idea o pensamiento. Pero estamos viviendo una realidad y de una manera que ya no puede ser atendida por la evolución sesuda de la lengua que aspira a un espacio en los diccionarios. El habla no aguanta demoras de malabarismos académicos de tolerancia idiomática. La palabra surge sola en la calle, en las redes, entre amigos o desconocidos, y se instala en el uso y costumbre más allá de las fronteras y culturas, en el ciberespacio, que no sucede en la estratosfera como podríamos imaginar, sino que vive en los rincones más remotos de la Tierra toda, en todas las casas.
En esa suerte de dinámica urgente, las palabras más despiertas, buscan nuevo acomodo. Las más severas o flojas, caen en desuso. Y en el espacio que queda, surgen en reemplazo nuevas palabras de destino incierto. De suerte que la severidad de las definiciones fijadas en el blanco y negro impreso en bíblicos diccionarios, ya no le hace justicia a lo que necesitamos nombrar, que es hoy distinto a mañana y olvida lo que fue ayer. Ni siquiera google o cualquiera de las aplicaciones de diccionarios y traductores, logran seguirle el paso a la palabra que circula en la calle, libre de toda escuela, rebelde y autogestiva.
Y no son sólo las palabras que refieren específicamente los avances tecnológicos las que se han visto afectadas, adaptadas o re-inventadas. Como los avances tecnológicos han afectado la realidad toda, son todos los temas, usos, hábitos y cariños los que necesitan de nuevos sonidos articulados que le den nombre. Es asunto que afecta verbos, sustantivos, adjetivos y adverbios en todas las lenguas, que corren detrás de una realidad por tratar de nombrarla, a un ritmo desenfrenado. Digamos que ahora tenemos formas de relacionarnos que no se pueden definir con las palabras de antes y de siempre: ¿un amigo en facebook es verdaderamente un amigo? ¿Es un conocido tal vez… aunque no sepas a qué suena su voz, ni lo hayas visto nunca en persona sino a través de fotos? ¿Cómo se define el gesto de darle “like” a una foto en Instagram: es simpatía, cariño, grata coincidencia, interés, necesidad…? ¿Se puede decir que detrás de un “like” hay lo mismo que detrás de una sonrisa? El matrimonio ahora reúne también a personas del mismo sexo. Viral ya no es malo, no es enfermedad ni tiene que ver con la infección propagada de un virus. Por el contrario, está relacionado con la noción de éxito, que una foto tuya o un comentario sea mil veces compartido, pues de alguna manera equivale a decir que fue aprobado por muchos, aplaudido, tanto como para hacerlo suyo. ¿Es que acaso el compartir de las redes se parece al compartir de estar juntos? No importa la cultura, el autorretrato se nos instaló en la vida sin ningún pudor y en todas las lenguas: en cualquier lugar se llama selfie.
Y así, las palabras van tratando de atajar la historia… En Venezuela, son muchas las palabras que han adquirido nuevo sentido, y unas cuantas han caído en desgracia. La palabra Patria, pareciera ser del uso exclusivo e indiscriminado de los que ostentan el poder. Para todos los demás quedó la palabra país, por clamar la defensa de un territorio que se deshace. Compatriota pareciera que ha dejado de pronunciarse entre coterráneos, su uso se ejerce entre cómplices. En esta desgracia le sigue de cerca la palabra revolución, tradicionalmente tan llena de futuro, en Venezuela está manchada de injusticia, exceso, cinismo… de sangre. El siglo XXI dejó de ser un tiempo de días nuevos y resuena a opaca gestión, a opresión. Ni hablar de Bolívar y sus derivados: los bolívares, ya dejaron de ser moneda que permite vivir del trabajo honesto; lo bolivariano ya poco o nada tiene que ver con Simón Bolívar, convertido en resaca amarga, el prócer no vive sus mejores días. Sus frases ya no sirven de aliento, se convirtieron en engaño. Venceremos tampoco es palabra de uso corriente, quedó marcada y de un solo lado. Por eso si alguno la usara y no es gobierno, es sospechoso, al menos de dislexia. En su lugar se habla de libertad y justicia. Presión y unidad. Represión, es denuncia del otro lado, el desarmado, mientras desde las armas se habla de terrorismo, palabra superlativa enemiga, entre otras donde se ubican derecha e imperio. Violencia se usa indiscriminadamente, de día y de noche, la violencia todo lo tiñe. ¿Y colectivo? Si dices colectivo en Venezuela, ya no refiere a un grupo que surge a partir del consenso, una palabra que conjuga la coincidencia, que suma voluntades, en el compartir del debate que conduce a acuerdos. En Venezuela colectivo significa muerte, saqueo, crimen, horror. Colectivo en Venezuela, es que arrasa sin freno, impune, rabioso y criminal. Colectivo es el demonio. Y así… han aparecido nuevas acepciones y usos de palabras en los que apenas empiezan a hablar, como resistencia, lucha y compañero, una palabra de siempre que ahora vive un renacer, del otro lado del poder. Quiero interpretarlo como signo definitivo de que se está volteando la tortilla. Amén.