Venezuela está librando una batalla contra el comunismo, narcotráfico en el poder y militarismo de una inmensa dimensión histórica. Inmersos en el fragor de la lucha diaria no alcanzamos a ver hoy el valor de esta brega que libramos. Se trata de una lidia tridimensional sin antecedentes en el mundo.
Ni la revolución húngara de 1956 que derribó estatuas de Stalin, produjo matanza de civiles en las calles de Budapest y obligó al Cardenal József Mindszenty a refugiarse en la Embajada de Estados Unidos durante casi doce años; ni la “Primavera de Praga “de 1968 contra el estalinismo donde el estudiante Jan Palach se inmoló contra el régimen comunista; ni la confrontación de Solidaridad en Polonia contra el gobierno pro-soviético; ni la propia gesta de la caída del muro de Berlín en 1989, igualan las movilizaciones de los venezolanos de hoy y sus consecuencias en casi todas las ciudades contra la dictadura pro-cubana de Nicolás Maduro.
Lo que ocurre hoy en Venezuela, es superior a lo que libraron argentinos, uruguayos, brasileños, chilenos, paraguayos y peruanos con las dictaduras militares, ni con ninguna revuelta interna, por continuada que fuera como la guerra federal, contra la pelea que están dando los civiles contra el militarismo en el poder en nuestros días. Ya no hay noche o madrugada en que no nos llegue la información de nuevos pueblos en combate. Se suman ahora San Fernando de Apure, San Carlos de Cojedes, Santa Bárbara del Zulia, Turmero en Aragua, Cabudare y Valle Hondo en Lara, sin que en Caracas, el Táchira, Mérida, Los Teques, Barquisimeto y Maracaibo, se apague el clamor.
No obstante de aquella gesta europea contra el comunismo, hay referencias importantes. En el 2012 en Budapest, el antiguo Ministro del Interior del régimen comunista húngaro, Bela Biszkin, aunque de 90 años, fue llevado a juicio y encarcelado por la matanza de civiles en 1956. Mientras Lech Walesa en Polonia calificaba aquella lucha con la frase “valió la pena”, el último gobernante comunista, el General Jaruzelski, llegó a confesar después que sentía orgullo de haber contribuido a que Polonia fuera un país libre y democrático. La primera referencia es lo que le espera al Ministro Néstor Reverol y de la segunda, no esperemos eso del muy limitado General Vladimir Padrino López, a quien se le pasó el autobús de la historia.
Venezuela que fuera un país próspero, es hoy un pueblo humillado, al que le quieren cerrar la boca con unas bolsas llamadas clap. Que los alimentos que contienen son de procedencia extranjera, algunos de los cuales han sido regalados al pueblo venezolano, como los enviados por México, incluidos en esas bolsas que vende la dictadura de Maduro.
No se nos escapa que la conquista por la libertad, la justicia y la democracia en Venezuela no es nada fácil, pero no imposible de lograr. Y como dice el escritor francés Louis Bottach “luchar con lo difícil es grandeza, luchar con lo imposible es locura”. Amanecerá y veremos.