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Fósiles abstractos

Cada cierto tiempo, ocurre un descubrimiento paleontológico que reestructura la historia. Hace poco fue el del Homo Naledi, un fósil encontrado en una excavación en Sudáfrica que podría ser el eslabón perdido en la cadena evolutiva humana. Sólo puedo imaginar la emoción de los paleontólogos cuando lo hallaron, pero recientemente me sucedió algo más o menos parecido.

Todas las mañanas, cuando voy a la universidad, paso por una estructura de vigas de concreto sobre las cuales iban a construir un distribuidor de la autopista. Al contrario de la mayoría de los fósiles, no está oculta. He pasado durante 9 años por ese punto sin fijarme en ella, pero hace unos días me di cuenta que esa estructura no es más que un fósil de una idea que nunca se hizo realidad; un plan que no ha avanzado ni ha retrocedido. Así como esas vigas, silentes e inmóviles, ¿Cuántos vestigios de nuestros planes habrán por ahí?

Mi computadora, teléfono y cuadernos son testigos de cualquier cantidad de artículos a medio escribir o de cuentos de una oración que jamás desarrollé. Todos tenemos pendiente algo que está por medio hacer o, incluso por nacer. ¿Qué hacemos con ellos? ¿Dejarlos varados como la estructura de la autopista? ¿Ponernos ecológicos y reciclarlos? ¿O debemos abrir un cementerio?

En los últimos años, se ha mirado con preocupación el problema de qué hacer con los desperdicios humanos, pero siempre se ha hablado de los sólidos, líquidos y gases; pero jamás, al menos que yo sepa, se ha tratado el problema de los desperdicios intelectuales. Estamos tan ocupados pensando en qué hacemos con las emisiones físicas de nuestros cuerpos y objetos, que hemos descuidado las abstractas.

Me resulta ilógico pensar que no es relevante porque no ocupan espacio físico, cuando realmente sí ocupan un espacio, así sea en nuestras mentes o corazones. Es irónico cómo nos encargamos de limpiar nuestros hogares, pero no mucho de nosotros ordenamos nuestro interior. Si consideramos que en nuestra cabeza está nuestro mundo, ¿Por qué mantenerlo atestado de fósiles que son vestigios que ningún paleontólogo podría encontrar?

Sé que podría parecer que en esta parte viene algún tipo de consejo o secuencia de pasos de cómo hacer eso, pero creo que ese proceso no puede ser generalizado. Esas pretensiones se las dejo a Walter Riso y otros productores de literatura de autoayuda. Después de todo, esto no es más que un artículo de opinión. Que cada quien encuentre su método y, como dirían los jedis: “ Que la fuerza nos acompañe”.

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