Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Flavia Romani
Photo by: Nico Ricci

Flavia Romani: Directora y Co-creadora del podcast Neoyorquinos

“Bilingüe desde que nací, vivía en una sopa de palabras”

Reservada, tal vez tímida y de ritmo apacible, pero cuando Flavia empieza a trabajar es “unstoppable”. Esa pasividad que la caracteriza hace que sea absolutamente organizada, disciplinada y perseverante en todo lo que se propone.

Ahí, haciendo lo que más le gusta, emerge una Flavia segura de sí misma capaz de enfrentar cualquier reto.

En el seno de una familia italiana, el olor a tinta, el rugido de la imprenta, el frenético ir y venir del periódico La Voce d’Italia, en Caracas, marcaron su infancia. Dio sus primeros pasos, literalmente, sobre una rotativa. El periódico inundaba los espacios profesionales y familiares. De su abuelo, Gaetano Bafile, recuerda su casa llena de libros, periódicos viejos en un rincón y miles de recortes de artículos que luego desarrollaría en piezas escritas. “Lamento no haber prestado más atención a las historias de mi abuelo” nos dice Flavia, “para mi él es la definición de workaholic”; para Bafile, como lo llamaron siempre todos, incluso su esposa Iolanda, no había límites entre su vida, su trabajo, su pasión. Con la misma fuerza, se entrega Flavia a su trabajo, su vida, su pasión.

“En la familia todo era italiano, los amigos de mis papás, mis abuelos, las fiestas”, pero por fortuna estudió en un colegio no italiano, el Emil Friedman, que proponía la educación musical como parte integral del currículo. “El arte y la disciplina estuvieron siempre muy presentes en mi formación”. Se tiende a subvalorar el esfuerzo, tiempo y dedicación que conlleva ser artista. “No soy músico” nos dice Flavia, “pero estudié arpa clásica, violín y oboe… así que en alguna parte de mi cerebro está”.

Flavia Romani
Photos by: Nico Ricci

“Mi relación más larga creo que es con el Inglés pues aun después de 15 años siento que no es perfecto”

Al terminar sus estudios, a los 18 años, vuela a Boston, a estudiar inglés, lejos de la protección familiar. Allí, no solo aprende el idioma sino también a defenderse sola; cocinar su comida, lavar su ropa y aunque temerosa al principio, se da cuenta que si planifica minuciosamente su ruta en el tren se puede desplazar sin perderse. “Yo sabía muy poco inglés, así que estudiaba los mapas y contaba las paradas para asegurarme que me bajaría en la estación correcta”.

“Boston es una ciudad que amé”. Con más de 35 universidades, colleges e instituciones de educación superior, Boston es una ciudad de estudiantes. En sus callecitas adoquinadas, llenas de cafés y restaurantes, es fácil encontrar una población flotante de menos de 25 años. Después de un breve paso por UMASS (University of Massachusetts) Flavia entró a Boston University. Después de dos años de tomar cursos en la carrera de International Business & Marketing, tenía tres idiomas y el ejemplo del periódico familiar parecía una buena opción, Flavia se decidió por realizar un minor en Film Studies. Casi a punto de terminar su carrera, tomó una clase de cine que cambiaría por completo su rumbo. “Al principio pensé que podría dedicarme a la parte de mercadeo o negocios del cine, pero después de tomar una clase de producción, donde tuve que desarrollar una idea propia y realizarla me di cuenta que nunca antes había sido tan feliz”.

Flavia entró de lleno al mundo de la imagen. La meta era Nueva York.

Flavia Romani
Photos by: Nico Ricci

“Descubrí una ciudad que si te lo permites te da muchas sorpresas, te puede llevar a conocer gente y lugares muy inesperados”…

Llegó por primera vez a Chinatown, acompañada de 3 amigas del curso de inglés. Se perdieron, se encontraron, exploraron. Nueva York tenía mucho que ofrecer, no había límites a la capacidad de expansión, “me encantó ese movimiento, esa energía de querer hacer cosas”; desde entonces Flavia viajaba a Nueva York cuando podía. Vino a un festival de cine Italiano que le dio el impulso para mudarse definitivamente a la gran manzana. Se matriculó en un curso de cine y trabajaba para un programa de televisión italiano realizado en Nueva York. Al poco tiempo empieza a trabajar como asistente de edición de una reconocida editora, Ruth Schell, de la cual aprendió mucho y más tarde en un documental de Betty Bastidas y otros cortos. Al mismo tiempo, su madre Mariza llegaba a Nueva York con un proyecto ambicioso entre manos; la creación de una revista en español que combinase arte y política, reflexión y análisis. Lanzaron una primera edición y fue grande la desilusión al percatarse que el papel no le hacía justicia a su imaginación. “Me di cuenta que yo tenía ideas muy claras acerca de lo que esta revista tendría que ser”. Flavia abrió el programa InDesign y se dio a la tarea de aprender a manejarlo para poder expresar en imágenes las ideas que tenía en su mente.

“Soy autodidacta, me gusta abrir un programa y meterme de cabeza hasta conseguir lo que quiero”

Ahora Flavia está siguiendo un curso para aprender a desarrollar la animación, “es casi como entrar en un estado de meditación, detallado y lento pero me permite desconectarme”.

Al comienzo veía ViceVersa Magazine como un proyecto temporal en el cual ella ayudaría a su madre con la estructura principal pero sin involucrarse más. Lo que menos quería era entrar en las dinámicas familiares que había visto de niña en donde toda la familia trabajaba en el mismo periódico. Sin embargo, poco a poco el proyecto se convirtió en una creación conjunta. “Fue una curva de aprendizaje empinada” nos dice entre risas, “pero logramos romper patrones de madre e hija y finalmente trabajar como socias, respetando mucho el campo de la otra”. Mariza escribía mientras Flavia se iba enamorando del mundo de la gráfica, pensaba en cómo visualizar un texto, la diagramación y el diseño, como debía ser la imagen y personalidad de la revista. Fue encontrando su tajada del proyecto, lo fue haciendo suyo. ViceVersa Magazine le daba libertad para crear, ensayar, errar y reinventar.

“Gracias a ese re-inventar ViceVersa Magazine decidimos hacer más contenido de Nueva York”.

Flavia Romani
Photos by: Nico Ricci

Neoyorquinos…

En una búsqueda por hacer contenido más arraigado al sitio donde vivían, nace Neoyorquinos. Habían empezado a hacer eventos en vivo en los cuales entrevistaban artistas hispanos quienes vivían aquí. “Se nos ocurrió la idea de conectar al artista con la ciudad a través de un artículo escrito acompañado por un ensayo fotográfico”.

En su eterna búsqueda de nuevas formas de expresión artística, Flavia había descubierto la magia de la fotografía analógica 10 años atrás con Nico, su compañero de universidad, y hoy de vida. Neoyorquinos se presentaba como la oportunidad perfecta para explorar esta herramienta. Para Flavia, esos ensayos fotográficos, eran su forma de comprender y registrar las realidades, pasiones, desilusiones, reflejadas en los rostros de los artistas que forman parte de la diáspora latinoamericana en Nueva York.

Su trabajo está arraigado en la inmigración que, para ella, se remonta a tres generaciones. “Mis abuelos emigraron de Italia a Venezuela, mi madre de Venezuela a Italia y con mi padre de nuevo a Venezuela”. Ella misma ha emigrado de Venezuela a los Estados Unidos. “He vivido la experiencia inmigrante, los he visto prosperar, caerse y levantarse, ser tergiversados ​​y mal interpretados”. Al crecer en las oficinas de La Voce d’Italia, vio de primera mano el papel vital que tiene una publicación de nicho para las comunidades de inmigrantes.

Por primera vez acompañó a su madre a hacer una entrevista, “fue muy lindo verla trabajar, su proceso, ver como ella condensaba horas de grabación en un escrito lleno de colores y matices” nos dice Flavia con profunda admiración por la escritura de su madre.

Veintitrés entrevistas después, era hora de explorar otro medio, el podcast, otra manera de llegar a la audiencia: “Queríamos hacer contenido que no solo se pudiera leer, sino que se pudiera escuchar en el metro, dando un paseo o haciendo otra actividad”. Primero intentaron grabar unas crónicas y luego recibieron un pequeño grant que cubrió la aplicación, Zencastr, para hacer grabaciones de buena calidad y así realizar un podcast. “Eso nos dio el impulso para hacer el piloto”.

Unos meses después Spotify les daría el “green light” para desarrollarlo completamente. “Tener la confirmación de que una compañía grande creyese en nuestro proyecto fue inmensamente satisfactorio”. Como directora, se entregó de lleno a desarrollar esa nueva idea con el equipo, gente nueva y con la cual trabajaba por primera vez. “El reto más grande fue aprender a delegar, a crear una red de confianza donde todos estuviéramos en la misma página”… Pensativa, unos segundos después añade: “también aprendí a confiar en mis instintos”.

Adicionalmente se dio la oportunidad de crear el diseño gráfico que sería la imagen del podcast.

A pesar de que los nervios y la emoción la invadían, era un nuevo reto pero consiguió plasmar la imagen que quería: en un vagón del tren, dos manos una tatuadas y otra con anillos sujetan un poste. Flavia, venciendo su timidez, habló con extraños tatuados en la calle, en los cafés y en el metro. Una linda amistad surgió con Patrick, quien le sirvió de modelo y se convertiría en la imagen de Neoyorquinos.

“Me nutre mucho cada una de las cosas que se van consiguiendo”

Flavia no le teme a los retos, disfruta encontrar soluciones a problemas nuevos que se presentan. Así nos habla de uno de sus lugares favoritos en Nueva York, la universidad Cooper Union.

“Fue la primera vez que abrían sus puertas para hacer un evento latino, completamente en español”. Ahí se realizaron tres conferencias internacionales cuya temática era sátira política y activismo: Bitter Laughter. La producción y dirección artística de estos eventos estuvo a cargo de Flavia. “Era un gran desafío porque había que ocuparse de todo, desde la temática, la búsqueda de los invitados y de los sponsor hasta la organización de cada pequeño detalle. El primer evento lo dedicamos a sátira política, el segundo a las mujeres en la sátira y el tercero a la novela gráfica con sentido social”. Para cada uno de ellos Flavia ideó una imagen que se replicó en afiches, postales, regalos para los asistentes y hasta en un zine en el cual publicaron extractos de las entrevistas que Mariza hizo a los artistas invitados. “Lo más estresante era no tener la certeza de cuántas personas asistirían al evento ya que en Nueva York hay tantos estímulos, se reciben tantas invitaciones que a veces es difícil decidir dónde ir”. Tras una pausa sigue: “A pesar del trabajo, de los sustos, del stress, volvería a hacer todo igual porque el resultado fue muy satisfactorio. Los amigos de ViceVersa Magazine asistieron compactos e invitaron a otros. Fue hermoso comprobar que en esos años no habíamos sembrado en vano. Conocer a los invitados fue muy enriquecedor y al final de cada encuentro quedábamos exhaustas pero felices”.

Otro de sus lugares favoritos es The Sketchbook Project – Brooklyn Art Library. Lo descubrió por casualidad. Una de las cosas que más le gusta de esta ciudad es que nunca deja de sorprendernos. Esta singular biblioteca colecciona “sketchbooks” que la gente puede comprar, rellenar y luego devolver para que otros continúen contando historias a través del dibujo.

Flavia Romani
Photos by: Nico Ricci

De chiquita en las oficinas del periódico, jugaba a mandar un fax de una máquina a otra: “me parecía una maravilla que lo que yo había dibujado en un lugar apareciera en otro lado”. Quizás sea ese el vínculo que tiene que ver con la Flavia actual, quien se ha dedicado a aprender animación, ilustración y todo lo referente al diseño gráfico.

A pesar de moverse en un mundo digital, Flavia siente nostalgia por lo analógico y lo táctil, por tener un periódico impreso en sus manos. Probablemente sea esa la razón que la lleva a hacer fotografías que revela y copia. Al igual que su abuelo quien guardaba recortes de artículos que le llamaban la atención, Flavia guarda fotos analógicas. Y sabe que algunas de las personas retratadas se convertirán en una entrevista escrita por su madre y fotografiada o ilustrada por ella.

Le pedimos a Flavia que se describa en una palabra, se queda pensando, y nos dice:

Me defino más en líneas que en palabras, me defino en dibujos, en colores, en imágenes”.  

Una de las cosas que más le gusta del cine es que las películas son como cápsulas de tiempo que sintetizan los problemas y preocupaciones puntuales de los personajes en un determinado momento histórico, personal y social.

Al hablar de Neoyorquinos nos dice: “Es lindo tener este pedazo de historia auditiva, visual y escrita de un período en el cual los artistas que viven en Nueva York, están creando arte, nutriéndose y nutriendo la ciudad”.

La expresión de Flavia siempre tranquila, cambia a una de felicidad y satisfacción. El podcast producido por SPOTIFY recibe la misma atención y cariño que las entrevistas publicadas en ViceVersa Magazine.

“Neoyorquinos nos ha dado tanto, ha cubierto sueños que estaban ahí guardaditos y que parecían difíciles de lograr encerrados como estaban en la gaveta… Hay otro en esa misma gaveta: hacer una versión impresa de las mejores entrevistas”.

Al preguntarle si se considera neoyorquina afirma sin dudar: “Sí. Ser neoyorquina es la diversidad, es la raza y nacionalidad de todos, sin importar dónde naciste.” 

Hey you,
¿nos brindas un café?