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Feminismo puritano

La búsqueda de equidad entre mujeres y hombres es un objetivo de los derechos humanos. Interfiere, con el objetivo de derechos de igualdad, el opuesto: el victimismo, el sensacionalismo y el proteccionismo que se promueve desde un cierto feminismo.

Señalan a los hombres como enemigos de las mujeres, abusadores y violadores en potencia. Es una polarización que no abona para lograr cambios sustantivos.

Se ha desvirtuado la manera de resolver un problema. Criminalizar la seducción y los piropos, considerarlos como acoso que amerita un castigo, raya en exageración.

El modelo de mujeres débiles, víctimas y dependientes no nos conviene, en lugar de avanzar parece que retrocedemos décadas.

En México estamos atrapadas en el modelo norteamericano, al extremo de la paranoia. Desde niños les enseñan que no se toquen ni para jugar, además cualquier palabra puede ser considerada una agresión. Los médicos y hasta los psicólogos que atienden a un paciente tienen que marcar cierta distancia con el riesgo de demandas, de tal manera que la consulta resulta muy impersonal. Desde el preescolar existen denuncias que acusan a los niños de tocarse, fomentan el delirio de persecución. ¿Será -, pregunto- que, por eso necesitan tantas armas y cualquier vecino o desconocido se transforma en un agresor?.

Este tipo de feminismo actual se está transformando en una cacería de brujas que deja a algunos hombres sin la capacidad de defenderse.

Lupita, quien trabaja de empleada doméstica, me pidió asesoría para ayudar a su hijo que está preso con la acusación de violación por una sexo servidora. De inmediato algunas feministas acudieron a señalarlo.

También los hombres se quejan, Richard de 85 años, jubilado hace unos 20 años comenta lo difícil que fue para él, como director de grandes empresas, negarse a la seducción de sus secretarias. Destacó: “estas novedades como el bullying que antes no se señalaba y el feminismo del movimiento “Mee too”, se fueron al otro extremo e impulsan a ver a los hombres como abusadores en potencia”.

Guadalajara entró en el proyecto de castigar el acoso verbal, los piropos y cualquier ofensa contra las mujeres. En los medios publican un teléfono de la policía. Llamé para informarme y el encargado me explicó que solo pueden ayudar cuando la ofensa viene de un conocido o de alguien que esté cerca. Nada pueden hacer cuando la ofensa viene de alguien que no es localizable. Seguramente las denuncias van a permanecer como estadística.

En Holanda lograron una normativa contra el acoso verbal, que se implementó en algunas ciudades del país para luchar contra los actos de ofensa e intimidación contra las mujeres. Las multas pueden ascender a 4,100 euros o tres meses de cárcel.

Si queremos un cambio deberíamos favorecer el empoderamiento de las mujeres, darles talleres de autoestima y apoyo psicológico, cambiar ciertos esquemas familiares porque, aunque parezca una paradoja, el machismo que tanto criticamos lo transmiten las madres a sus hijos varones. No es sobreprotegiendo y victimizando a las mujeres que se va a lograr un cambio. Con esta actitud lo que se está fomentando es un resentimiento entre hombres y mujeres. Necesitamos educar con los valores de la democracia: respeto, tolerancia, reconciliación, paz, no guerra entre los sexos.

Hemos avanzado mucho en el empoderamiento de las mujeres, en mi caso como el de muchas que somos madres y abuelas, aprendimos con la práctica. Nos ayudaron talleres, lecturas y terapias para incrementar la seguridad y confianza. No fue tarea fácil. Pero, nuestros hijos y nietos han recibido el aprendizaje, saben darse su lugar, respetar y poner límites. No fomentemos un feminismo como el machismo que tanto nos molesta. No somos iguales, no somos diferentes, debemos respetarnos para complementarnos.

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