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Un feminismo como filosofía de vida (Parte II)

Las tendencias y corrientes feministas son muy diversas, pero todas pueden ser aceptables si convergen en el propósito principal que es la igualdad de géneros. Ya no sólo se habla de la igualdad de hombres y mujeres, sino otros colectivos que forman parte de los distintos «géneros» que se entienden hoy en día.

Entre los muchos feminismos, nos encontramos con la teoría de la filósofa estadounidense Judith Butler, cuya concepción tiene una gran influencia en el mundo académico de las últimas décadas por revolucionar el modo de entender el sexo, la sexualidad y el género. Según ella, el sexo es algo natural, mientras que el género se construye socialmente. De este modo, la categoría «mujeres» no es un colectivo, sino contiene un significante político, por lo que considera que el género es una cuestión subjetiva.

Como rival, la también académica estadounidense Camille Paglia que se opone a la psicología evolutiva y aboga por un movimiento feminista moderno que deje de culpar al hombre de todo. Considera que hay aspectos biológicos en la concepción del género, aunque admite que el género y la sexualidad están influenciados por el entorno cultural y los tiempos.

Otra exponente en el diálogo feminista es la escritora y activista Kate Millett -nacida en EEUU y fallecida el pasado septiembre- quien señalaba que el patriarcado y los roles sociales de hombres y mujeres no derivan de la naturaleza humana, sino del contexto histórico y cultural.

Pujante también es la visión de la controvertida intelectual australiana Germaine Greer -quien ha criticado fervientemente la ley contra la violación en EEUU por considerar que es arcaica y misógina-. Su obra «La mujer eunuco» (1970) es un clásico de la literatura feminista. En el libro exponía que la familia nuclear, tradicional, suburbana y consumista reprimía sexualmente a la mujer y la convertía en un eunuco.

Su fuente de inspiración es el libro «Segundo sexo» de Simon de Beauvoir, una reflexión sobre qué significa ser mujer, escrito en 1949, considerado una referencia del feminismo de la equidad. «No se nace mujer, sino que se llega a ser…» (es un producto cultural construido socialmente). Por eso, Greer repudia el psicoanálisis freudiano y en su momento hizo un llamamiento para que las mujeres disfrutaran con su cuerpo, y acabaran con el celibato y la monogamia impuestas. En medio de las definiciones y las etiquetas se ha mostrado en contra de que se califique a los hombres transexuales como «mujeres».

El feminismo no sólo es un tema urbano, sino también del entorno rural para permitir el ascenso de las mujeres en las zonas agrícolas. En este ámbito, el ecofeminismo se ha convertido en una referencia. Encabezado por la filósofa y física india Vandana Shiva, lidera la corriente que hace paralelismo entre la explotación y dominio de la mujer con la explotación y dominio de la humanidad sobre el medio ambiente.

Shiva considera que hay una conexión entre la naturaleza y la mujer debido a la historia compartida de opresión de las sociedades patriarcales occidentales. Su visión no está ausente de críticas de quienes la consideran demasiado esencialista, y por lo tanto discriminatoria, al no ocuparse también de la condición y de la identidad cultural de los individuos.

Ya con un carácter más político y social, ocupando la dirección ejecutiva de la UN Women, la sudafricana Phumzile Mlambo-Ngcuka aboga por la igualdad de género en el planeta y el empoderamiento de la mujer 50-50 en todos los sectores de la sociedad en el 2030. Lejos queda la Plataforma de Acción de Beijing (1995) y pocos significativos son los avances logrados, aunque nadie pierde la esperanza.

El sociólogo Manuel Castells ya habló de un nuevo feminismo en su amplia trilogía «La era de la información» (2005). Entonces pronosticó la transformación de las relaciones entre hombres y mujeres, presagiando el fin de la sociedad patriarcal, pero en donde no será de suma importancia que la mujer conquiste el poder tal y como es actualmente. Aún está por delinearse cómo será dicho poder y a quien favorecerá.

En el mundo y en el trabajo en red, la filósofa feminista española Celia Amorós es una abanderada del feminismo de la igualdad. Se trata de perseverar en el proyecto de reconstrucción de la realidad social sobre la base de nuevos pactos no patriarcales. Considera que hay que oponerse completamente al sistema que ha creado la dicotomía hombre-mujer: «Las mujeres todavía tenemos mucho que pensar y dar que pensar para salir del lugar de lo no-pensado».

Con el actual estado de las cosas, en plena transformación, esperamos que el divide y vencerás, que sigue siendo una estrategia subliminal en nuestros días, no sea un obstáculo para el avance de los ideales feministas. Crucemos los dedos para que estas divergencias no representen un retroceso, sino que ayuden a sentar las bases para un nuevo enfoque de feminismo (o feminismos si se prefiere) que sea integrador y transversal, que se consolide como fuerza colectiva indispensable para protagonizar la metamorfosis social y económica que están experimentando las sociedades.

Ya viene siendo hora de que el feminismo sea una filosofía de vida que se instale en las mentes de todos los humanos, tengan el género que tengan, sean de donde sean y vengan de donde vengan.

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