Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Angel damaso

Factor F: Todos contra Fujimori

El próximo domingo 10 de abril se celebran elecciones generales en Perú tras cinco años de mandato del nacionalista Ollanta Humala. Una multitud de candidatos pugnarán por ocupar la Presidencia de la nación durante los próximos cinco años. Pero además, este llamamiento a las urnas servirá también para renovar la delegación del país en el Parlamento Andino y, sobre todo, para renovar los 130 curules del Congreso nacional.

Quizás la del Parlamento Andino sí que sea una elección secundaria, no así las destinadas a elegir los congresistas, que tendrá un doble valor: simbólico-representativo y de gobierno. Tendrá un valor simbólico-representativo en el sentido de que medirá la representación de las diferentes tendencias en el país, siendo interesante conocer qué respaldo poseen las principales fuerzas clásicas (aprismo, fujimorismo, nacionalismo) y cómo se posicionan las fuerzas nuevas y/o personalistas para dar apoyo a sus candidatos a ocupar la Casa de Pizarro. En el plano de la dinámica de gobierno más pura, resalta la importancia del legislativo en lo anteriormente comentado, el Congreso peruano puede ser fuente de estabilidad o de inestabilidad. Para ello solo hace falta observar la larga lista de hasta siete nombres que han ocupado el cargo de Primer Ministro en los años de Humala, todo ello en un mandato sin grandes convulsiones económicas o sociales.

Pero la principal lucha de este domingo es por saber quién ocupará la Presidencia de la nación. Keiko Fujimori, con un tercio de la intención de voto pasará muy probablemente a la segunda vuelta, en la que tendrá que luchar no solo contra el otro candidato, sino sobre todo contra sus propios fantasmas.

La hija del ex dictador se postula nuevamente como cabeza del fujimorismo a la más alta magistratura peruana, tras perder en 2011 contra Ollanta Humala en el balotaje. Y si bien sabe que su victoria en primera vuelta es imposible, su campaña ha girado en torno a una estrategia de moderación que la convierta en una candidata competitiva para una segunda vuelta en la que los peruanos suelen optar por la opción más moderada de las que compiten (García en 2006 y Humala en 2011).

Fujimori, que esta semana pudo quedar fuera de la competencia por acciones poco decorosas, ha diseñado su campaña de moderación en torno a dos elementos: produciendo un alejamiento de la figura de su padre y utilizando una estrategia comunicativa que la haga ver como diferente. Si bien no es justo que Fujimori asuma unos errores que no son suyos sino de su padre, también lo es que hay cierta solución de continuidad en su programa. El fujimorismo como solución y como forma de entender la política está vivo y Keiko, como sus agentes de comunicación desean que sea llamada, es la heredera de esas ideas, alejándose de Alberto en las formas pero no en el fondo. Si bien la situación institucional del Perú no es la misma que en los noventa, la antigua primera dama es un revival adaptado a los nuevos tiempos democráticos del neopopulismo de derechas de su padre.

Pero lo que sí está en juego este domingo es quién será el candidato moderado en el balotaje. Tras la eliminación de las candidaturas de César Acuña y, sobre todo, de Julio Guzmán, parece ser que el antiguo premier y centroderechista Pedro Pablo Kuczynski (15%) es el mejor colocado para su pase a segunda vuelta, seguido por el democristiano Alfredo Barnechea (11%) y por la izquierdista Veronika Mendoza (9%), quedando en último lugar el tradicional líder aprista Alan García (7%).

Un 33-35% del electorado en primera vuelta es un número nada desdeñable para afrontar un balotaje con garantías en el que Fujimori espera que su contrincante sea Mendoza y poder atacar al votante mediano con cierta solvencia o García y poder echarle en cara sus errores pasados. Si el segundo es PPK o Barnechea, su estrategia quedará limitada. Todo apunta a que esto será así y asistiremos a principios de junio a una lucha entre una populista y un moderado reencarnando la dicotomía que parece norma ya en este tipo de elecciones. Sea como fuere, la importancia de las alianzas post-electorales será crucial y habrá que ver el desenlace pero todo parece que, si no hay un duelo en los extremos, habrá un cierto “frente antifujimori”.

En definitiva, el Perú es un país tradicionalmente exigente con sus líderes e indulgente con los candidatos perdedores. Tras la restauración democrática, el perdedor de la elección presidencial anterior ganó la siguiente (García, Humala,…). Siguiendo esa lógica le toca el turno a Fujimori, pero ésta no debe cantar victoria. El Perú no solo tiene en sus manos continuar con una de las dos lógicas presidenciales del siglo XXI, si apoyar al perdedor más maduro o al candidato de la moderación, también tiene en sus manos dónde poner la mirada: si seguir en la senda del siglo XXI o volver la vista atrás hacia los tumultuosos noventa.

Hey you,
¿nos brindas un café?