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Esteban Iñigo

Esteban Iñigo: visionario de nuevas generaciones

Ajeno a la política y de lleno en la iniciativa privada, aprendió, como buen emprendedor, a conjugar ambas

Con menos de 30 años, es un empresario de éxito y viaja por todo México narrando su historia.

Saltillo, Coahuila.

Se define a sí mismo como un hombre curioso y en su primer taller en Kybernus, de Democracia y participación ciudadana (DPC) en 2012, se propuso “entender a los políticos”. Las primeras dinámicas de interacción le resultaron frustrantes: “no conocía a nadie y todos tenían un perfil político y ni siquiera entendía sus puestos de ‘regidor’; ‘síndico’ y quién sabe qué más. Mi ambiente, hasta el momento, había sido el de la iniciativa privada”. Para salir del embrollo, se sentó junto a Luz Elena Morales, actual Secretaria de la Mujer de Coahuila “ y en una hoja me dibujó toda la estructura del Congreso del Estado para que entendiera qué hacía cada uno de mis compañeros”, cuenta Esteban Iñigo entre risas.

Una idea, varios estados

Pero su curiosidad no empezó en aquel taller, sino en su adolescencia, cuando con una inversión inicial de 2,000 pesos, se dedicó a vender “bolis” en la colonia Del Valle, en México D.F. En 2005, creó la empresa Alimentos Onnae (que se traduce como saludable en lengua tarahumara) de la que cuatro años después vieron la luz 10 nuevos productos. Actualmente es consejero de esta empresa, ya que la mayor parte de su tiempo está dedicado a un nuevo proyecto: Ekora.

“Ekora es la aspiración de crear un sistema nacional para ayudar a jóvenes en situación vulnerable  –deserción escolar; violencia; desempleo– a desarrollar un negocio propio que genere, al menos, 5,000 pesos mensuales”, dice Iñigo. Y es que su énfasis en conjugar el sector académico y empresarial viene de su misma historia. Cuenta cómo se veía a sí mismo como “un pésimo estudiante” y por curiosidad y pulso se hizo artífice de un negocio propio.

– ¿Por qué habiendo nacido en el Distrito Federal, tus negocios tienen tanta presencia en otros estados?

– Nací en el Distrito Federal y en 2003 mis padres buscaron una ciudad más tranquila para que mis hermanas y yo pudiésemos desarrollar nuestros proyectos. Así llegamos a Saltillo. Actualmente viajo mucho y a pesar de que mi vida se desenvuelve principalmente en Monterrey, me encanta la calidad de vida que hay en Saltillo.

Una carrera dentro de otra carrera

Esteban Iñigo superó la fobia a las aulas y se matriculó como estudiante de Administración de empresas en el Tecnológico de Monterrey mientras desarrollaba sus proyectos corporativos. “Tuvo gran impacto en mi vida iniciar un negocio en mi época universitaria: me dio un proyecto de vida; sentar bases y lograr muchos de mis sueños. Es por eso que me apasiona la idea de ayudar a otros jóvenes y mostrarles que se puede salir de la rutina del sistema”.

– Cuando iniciaste tu negocio, ¿te veías a futuro en el sitio que hoy ocupas?

– Nunca. Todo comenzó como un experimento de verano.

– En los medios solo se leen cosas buenas de ti. ¿Hay alguna mala experiencia?

– Buena pregunta. Me cuesta pensar en una mala experiencia, ya que tiendo a ser muy positivo. He tenido proyectos que a la primera no han funcionado, pero en poco tiempo arreglo las cosas para que no me quede tiempo de pensar en el fracaso.

El equipo de Ekora está presente en los estados de Coahuila, Quintana Roo y Yucatán, en miras de mejorar su metodología para acceder a fondos y programas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el ámbito de emprendimiento universitario. “Tengo un excelente equipo de trabajo y en ellos siempre busco cuáles son sus habilidades clave y aprender de ellas”.

Para Esteban Iñigo, un líder es tanto mentor como impulsor de otros hacia un objetivo. “Mi liderazgo se basa en ayudar a jóvenes que, como yo, busquen desarrollar un negocio como primer proyecto de vida”.

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