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Guadalupe Loaeza

¡¡¡Espionaje a la mexicana!!!

Cuando me enteré de los nombres, de algunos políticos, empresarios, líderes de derechos humanos y periodista, espiados por Pegasus, no me dio coraje, me dio envidia. Ahora todos hablan de los afectados, de los que padecieron la invasión electrónica de los espías, confieso que me hubiera gustado estar en la lista de los escuchados. Porque sus nombres se han convertido noticia. Todo el mundo habla de ellos y quieren saber más y más de sus conversaciones algunas de ellas, muy reveladoras.

En relación al caso Pegasus, del que todo el mundo habla y el cual me parece sumamente complejo, me hago las siguientes preguntas como seguramente muchos de ustedes se han hecho: ¿por qué de 50 mil casos, 15 mil han sucedido en México? ¿Qué significa esa proporción? ¿Será que los mexicanos desconfiamos hasta de nuestra propia sombra? ¿O tal vez se deba a que hay tal caos que ni siquiera nos damos cuenta de las graves consecuencias del uso de este tipo tan siniestro de espionaje electrónico? ¿A lo mejor se debe a que los espías mexicanos son más ineptos que el inspector Clouseau de la Pantera Rosa? Lo peor de todo, a mi manera de ver, es el despilfarro de tanto dinero en cosas que aportan poco, en lugar de aplicarse en resolver problemas urgentes. Sea cual sea la respuesta, México siempre está entre los primeros lugares de todas las causas que tienen que ver con la corrupción y el crimen. Qué vergüenza pero, sobre todo, qué miedo. Y, por cierto, no podemos así mismo dejar de preguntarnos, ¿si nos seguimos espiando unos a los otros?

Dicho lo anterior, aquí entre nos, me surge una pregunta un tanto superficial ¿por qué no me han estado espiando a mí? ¿Y si efectivamente lo estuvieran haciendo? Gulp! Ahora recuerdo haber cambiado mi teléfono celular por aparentes fallas. ¿No habrá sido porque me infectaron con algún «malware»?

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