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España es un poeta


Comentarios sobre Lifeline Víctor Erice

Ver Lifeline / Alumbramiento (2002)  
View Ten Minutes Older (1978) 

Actos vitales

Lifeline forma parte de una colección de cortometrajes (Ten Minutes Older: The Trumpet) que tiene como elemento común el tiempo. El proyecto nació a partir de Ten Minutes Older, un corto realizado en 1978 por Herz Frank, donde se evidencia el paso del tiempo, concentrado en 10 minutos, donde las sonrisas, las lágrimas y los gestos inocentes de unos niños (vida y presente) son los elementos que crean la película, invitándonos a observar con paciencia y a habitar en ella. A partir de esto, Wim Wenders inició un proyecto que involucra a directores, como Jim Jarmusch, Aki Kaurismäki, Werner Herzog, Spike Lee, Chen Kaige y Víctor Erice (cineasta español). Cada uno debía realizar una pieza de 10 minutos, que mostrara un reloj y se centrara en la idea del paso del tiempo. Los autores involucrados, están unidos por la necesidad existencial de hacer cine, tratándose no de una industria, sino de un acto vital.  

Imagen, vida y tiempo

“A la hora de hacer una película, uno de los grandes problemas actuales es cómo hacer para que algo de verdad se introduzca en sus imágenes. Eso significa a veces tener que abandonar las autopistas conocidas, perfectamente trazadas, por donde pretenden discurrir la mayoría los guiones, y tomar caminos y senderos que avanzan campo a través, los que dan la impresión -superficial- de no ir a ninguna parte. Porque sólo hay cine donde hay viaje auténtico, experiencia, encuentro.” (Víctor Erice)

Un bebé duerme con los brazos extendidos mientras sangra por la herida de su cordón umbilical. Su madre sueña profundamente en su cama blanca, tan inmóvil como la virgen que carga al niño Jesús en los brazos. Un niño juega a escuchar el reloj que dibuja en su mano. El bebé sangra. El tabaco se consume, las cartas son jugadas en solitario, el campo es arado, los niños sueñan con la velocidad, el pájaro canta, el perro reposa, el bebé sangra. Todos los elementos inmersos en el presente de un campo asturiano de la España de 1940. El bebé sangra hasta ser curado. La muerte se aleja de la criatura. El tiempo sigue corriendo. La herida del mundo es la que no sana. Víctor Erice pone ante nuestros ojos el paso del tiempo, y nos une a él, haciéndonos habitar su película, dejándonos, como espectadores, conscientes de la vida y habitantes del presente. El cine dirige a nuestras miradas las imágenes del mundo seleccionadas por un autor, en búsqueda de la construcción de su mundo particular. El misterio está en lo visible. Erice nos devuelve a las raíces del cine, principalmente “heredero de la fotografía”, pero fotografías que se extienden y se mueven en el tiempo, con un ritmo propio creado por el autor. No sólo nos muestra el paso del tiempo en una situación determinada, sino que hace pensar en la verdadera esencia del cine, que es, a la vez, su mayor tormento, pues no hay nada ni nadie que nos diga con exactitud en qué momento debemos empezar o cortar un plano.

“El cine es capaz de fijar el tiempo por sus características externas, accesibles de un modo emocional. Así, en el cine, el tiempo se convierte en el fundamento de todos los fundamentos. Lo mismo que el tono en la música, el color en la pintura o los caracteres en el drama”.  (Andrei Tarkovsky) 

Imagen, vida y tiempo son, para mí, los elementos fundamentales que se reflejan en la construcción de Lifeline. Y me gustaría sumar otro, que es el que, además de llegar a los ojos y al corazón, se dirige al estómago y nos hace agarrarnos a nuestros asientos o mordernos los dedos: El Vértigo. En Sans Soleil, Chris Marker dice sobre la película Vértigo (Alfred Hitchcock)  que “El vértigo con el que la película trata no tiene que ver con el espacio y la caída; es una clara y espectacular metáfora para otro tipo de vértigo, mucho más difícil de representar- el vértigo del tiempo” (1983). Aunque el sentido de este vértigo del tiempo no sea exactamente el mismo en Lifeline, existe de forma clara, pues Erice nos hace ser cómplices de una situación próxima a la muerte, en la que somos a la vez incapaces de intervenir, quedando indefensos ante el ansia de hacer algo por la pequeña criatura. 

Poesía y supervivencia

Lifeline es una pieza de poesía. Poesía, no vista como un género literario, sino como una forma de experimentar la vida. Ver el mundo como un niño, como un bebé. El cine es un medio para mostrar lo que con palabras no puede decirse, sensaciones que superan nuestras conciencias contaminadas, y que sólo el ojo puro y abierto, en este caso el del autor y el de la cámara, pueden captar. Los poetas sobreviven en el tiempo, no pasan de moda porque van más allá de las exigencias y presiones de su tiempo, porque lo que expresan tiene que ver con el corazón, y “el corazón ya no se estila”. Veo este cortometraje como una pieza de vida, lo veo igual que como veo España, como extranjera, como alguien que está muy lejos de su casa, sin saber cuándo regresará y que tiene el privilegio de ser acogida por una cultura apasionante y hermosa. “En España lo excepcional es lo común. El pueblo es un gran poeta que se ignora”, decía Jean Cocteau. Si fuera española, desearía ver España por primera vez.  España me ha salvado, con sus imágenes que excitan mis ojos sin darles descanso. Y así paso mi tiempo: mirando. Mirando cine y mirando la vida, mientras el reloj cae sobre mi cráneo como un martillo. 

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