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España: el País del individualismo

Reconozco que muchas veces no entiendo a mi país. En realidad, casi nunca. España es un país pobre que juega a ser rico. Pero no lo somos. España es un país que siempre está por debajo de la media europea en la mayoría de los índices económicos y muy alejado de los países realmente punteros. Aplaudimos las ayudas económicas europeas como si eso fuese un éxito. Sin embargo, el éxito no es recibir ayudas; el éxito es darlas. Eso ya debería hacernos reflexionar. Pero somos poco dados a la reflexión. Los gobiernos y los medios de comunicación todos los años nos venden que nuestra economía es de las más potentes del mundo, de las que más van a crecer, pero, al final, los sueldos medios españoles son de los más bajos de Europa y, aunque se genere riqueza, esta nunca llega a los trabajadores. Pero eso, a los españoles, nos da igual. Tenemos playa y cerveza: ¿para qué queremos más?

Desde hace 20 años que escribo artículos, por desgracia, siempre tengo que repetir lo mismo sobre la economía española. Los datos no han cambiado significativamente desde entonces. No cambian ni los sueldos ni el crecimiento. No cambian los maravillosos titulares sobre lo magnífica que es nuestra economía. Pero, al final, un alemán puede venirse a Mallorca durante un mes de vacaciones viviendo a cuerpo de rey y a un español le cuesta el sueldo completo de un mes estar cinco días de hotel en Berlín comiendo salchichas en la calle. Esa es la realidad. Ahora, además, la crisis provocada por el COVID puede terminar con la poca bonanza económica que teníamos. Toda la esperanza sobre el rebrote económico de este año estaba puesta en el inicio de la temporada turística. Pero ni siquiera hemos sido capaces de garantizarla. Producto de los nuevos rebrotes que no hemos sabido controlar, el verano terminó por diluirse y los países europeos nos pusieron en su lista negra de descontrol sanitario. Como consecuencia, los indicadores de alta frecuencia de estas últimas semanas muestran que España tiene una recuperación mucho más leve de la que se esperaba. Diversos organismos económicos señalan que, si bien nuestro país ya estaba a la cola de Europa antes del verano en previsión económica, con los últimos datos se queda ya absolutamente descolgada. El Banco de España y Funcas prevén que la contracción del PIB podría superar este año el 12,5% del PIB como consecuencia del escaso ritmo de recuperación registrado en las dos últimas semanas. De este modo, España se sitúa, junto con Latinoamérica, como la región en la que más están empeorando las previsiones de crecimiento. Curiosamente, esos mismos datos indican que las previsiones para el resto de Europa y los principales países desarrollados han mejorado levemente.

A pesar de todo ello, los españoles somos felices. Criticamos al gobierno nacional de falta de previsión ante la pandemia y de hundir la economía con el confinamiento, pero a la hora del regreso a la calle, decenas de miles de ciudadanos incumplen a diario las medidas sanitarias, colaborando a que el virus se extienda y provocando así nuevos confinamientos por zonas. Llegados a este punto, habría que preguntarse quién está hundiendo la economía ahora.

Al final, toda esta situación de pobreza continuada de nuestro país tiene un nombre: la falta de conciencia social. España es uno de los países más individualistas del planeta, donde cada uno mira única y exclusivamente por sus intereses. Los españoles no nos movilizamos para pedir mejoras así nos maten, mucho menos si esas mejoras son para beneficio de otros sectores. Solo nos quejamos en el bar, pero nunca en la calle o en la empresa. Solo sabemos pedirle al estado. Asumimos la corrupción política con una facilidad pasmosa, e incluso valoramos a todos aquellos que pegan el petardazo sin haber dado palo al agua. A todos esos los llevamos a los realities como ejemplos de éxito. Somos indisciplinados e individualistas, por eso todo nos importa muy poco si al llegar a fin de mes podemos tener una cerveza en la mano. Y, al final, cuando uno comprueba la lista de países que salen siempre antes de todas las crisis, se da cuenta de que quien lo ha conseguido no es un gobierno u otro, sino la conciencia comunitaria de todos sus ciudadanos.

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