Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

¿Es real Rafael Cadenas?

“Escribo como quien se inclina sobre el cuerpo que ama”. La escritura como ritual, adoración, la lectura como ejercicio del espíritu. Acercarse a la poesía de Rafael Cadenas, una de las voces poéticas contemporáneas más reconocidas y lúcidas de América Latina, es una aventura mística. Sus versos son un chapuzón en la dimensión más íntima del alma. Con su obra, la creación poética convierte al poeta en un ser sagrado, etéreo, superior.

En momentos en los que en nuestra vida terrenal comenzaban a nacer la incomprensión y el enfrentamiento de la palabra (era el lejano año 2000), en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela recordábamos el “Ars Poética” de Cadenas:

“Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa
ni añadir brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras.
Me poseen tanto como yo a ellas…”

El poema se había convertido en nuestro mantra. Aplaudíamos la propuesta de nuestra amiga-poeta-mentora, Moraima Guanipa: El “Ars poética” de Cadenas tenía que ser colgado en la puerta de ingreso para dar la bienvenida a quienes entraban en el edificio de la Escuela, el templo del lenguaje periodístico, un altar para la palabra.

Organizábamos encuentros literarios en las tascas de Chacao con el nombre “La Vena Quaker”. Eran “noches de lecturas (cuentos cortos y poesía), musiquita y vacilón”. El espacio era siempre poco para la gran cantidad de gente que llegaba con invitaciones pasadas de boca en boca. Cadenas era presente con sus poemas. Llevábamos sus versos escritos en franelas improvisadas. Y festejábamos el entusiasmo de una ciudad que era felizmente receptiva a sencillas reuniones de mano de la literatura.

De “Voz”
V
Como nadie responde
lo haces tú.

Pero antes ¡cuántas noches tiene que atravesar tu voz!
humildes noches perdidas en la sequedad de los labios
que al fin aprenden,
(aprenden
y siempre están en peligro).

X
Palabras no quiero.
Sólo
atención

atención

atención

Ante cada caída, o frente a la imposibilidad de partir y realizar sueños y proyectos, nos repetíamos como un canto de batalla un poema iluminante:

“Derrota”

“Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo
que creí que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
(…)
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final”.

Un poeta, Cadenas, que sabe de exilio, injusticia y contradicción. En la década de los ’50, la militancia en el partido comunista lo alejó de manera involuntaria del país. Vivió exiliado seis años en Trinidad y Tobago. Cadenas formaba parte de los famosos grupos literarios como “Mesa Redonda”, junto a Arnaldo Acosta Bello, Jesús Guédez, Ángel Eduardo Acevedo, Darlo Lancini, José Barroeta y Jesús Sanoja Hernández. Hoy, con la “izquierda” al poder, sus versos son execrados de los estantes de algunas librerías.

Pero sigue siendo motivo de orgullo nacional. Nada que ver con dupletas en el Miss Universo o partidos improvisados de la “vinotinto” en la Copa Libertadores. Una mañana de septiembre, el escritor venezolano hizo vibrar al país entero. La magnitud de su obra poética es reconocida formalmente y traspasa fronteras. La poesía de Cadenas obtuvo el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe 2009, conocido con su antiguo nombre, el “Premio Juan Rulfo”. Uno de los reconocimientos más prestigiosos de Iberoamércia, otorgados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México, la Universidad de Guadalajara, la Región de Jalisco y el Fondo de la Cultura Económica. El prestigio literario y 100.000 dólares entregados en la Feria del Libro de Guadalajara, México, el evento literario y editorial más importante del continente latinoamericano. El jurado argumentó la decisión explicando que la poesía de Cadenas es “un exigente ejercicio crítico de búsqueda de la expresión más auténtica y límpida, lejos de la retórica y el afán estilístico o estético”. Su obra ensayística, con textos como “En torno al lenguaje” y “Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística”, son joyas para los amantes de la palabra.

Y hace apenas unas semanas el poeta venezolano, de 85 años, fue galardonado con el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca. Un Premio para el cual optaron 43 candidatos, de 18 nacionalidades distintas, propuestos por 78 instituciones.

Pero, ¿es real Rafael Cadenas? Como ingenuos estudiantes nos hacíamos esta pregunta una y otra vez, siempre la misma, sintiendo que los poetas y su mística provienen de otro espacio, de otro tiempo, que un poeta no puede vivir entre los mortales. Cadenas no habitaba en ninguna ciudad ruidosa, egoísta, desgastada y degradada. Era imposible pensarlo como un (pobre) ciudadano común. El poeta no podía saber de burocracias, violencia gratuita, colas en el Metro, agresivos individualismos, materialidad, insultos o cuentas por pagar. El poeta vuela. Sin embargo, bastó encontrarlo personalmente durante una reunión en la Escuela de Geología de la UCV (sí, también en rincones inesperados la literatura reina), donde se celebraba la publicación del texto “Hechura de silencio.Una aproximación al Ars Poética de Rafael Cadenas” de Moraima Guanipa, para que nuestras interrogantes encontraran respuesta. Bebía vino blanco, reía con timidez y se paseaba ligero entre comentarios sobre la política actual y la inspiración literaria. En pocos segundos su sencillez y cercanía nos conmovieron. El poeta, en toda su sublime dimensión, estaba entre nosotros y nos hacía sentir inquietos pero de su misma especie. Completos. El efecto (inmediato) de la verdadera poesía.

Hey you,
¿nos brindas un café?