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Entre remakes y renacimientos

Corren tiempos en los que clásicos del cine son maltratados por la industria y series de culto resucitan de su gloria en esta nueva narrativa que se entrega por temporadas. Así las cosas, el espectador se aleja de la gran pantalla, se queda en casa y prende el televisor

Remakes

    El cine no es lo que era antes y las series tampoco. La crisis de la primera devino en un boom de la segunda que con mucho esfuerzo se ha transformado en la nueva narrativa. Atrás quedaron clásicos como The Godfather, cuya estética mafiosa evolucionó con The Sopranos y Boardwalk Empire; 2001 odisea en el espacio con The X Files; Scarface con la regular y poco valorada Cane; Bonnie & Clyde y French Connection con la oscura y magistral True detective y un largo etcétera que parece encontrar respiro y asidero en remakes y renacimientos.

Pienso que la tendencia del remake desmerita clásicos, como el ubicar a Jay Gatsby en el rostro de Leonardo DiCaprio y no en el de Robert Redford o, peor aún, no tener idea de quién es Fitzgerald. Lo mismo aplica al Norman Bates ideado por Hitchcock en Pyscho y personificado por Anthony Perkins, quien explotó el personaje hasta la saciedad, para ahora ver una precuela del villano en pleno siglo XXI  utilizando tecnología Apple en Bates Motel.

Ni hablar de la franquicia Lecter con un nuevo Hannibal seriado.

Por favor.

Renacimientos

Quizás el alto listón de las series se le deba a Twin Peaks, el inmenso e inacabable drama/comedia ideado por David Lynch que hizo del ficticio pueblo a las afueras de Washington y de Laura Palmer el primer hit de los años noventa. En el cuarto rojo, Laura prometió al agente Cooper volver en 25 años para luego simular una claqueta con sus manos. A finales de 2014 Lynch anunció en un críptico tweet el regreso de la serie.

Apenas dos años después de la prolongada pausa de la ficción de Lynch, llegó a la pantalla chica la serie que marcó un antes y un después en el género de ciencia ficción: The X Files, cuyos protagonistas, Fox Mulder y Danna Scully, tan complejos y cotidianos a la vez, combaten y desentrañan por nueve temporadas conspiraciones gubernamentales sobre la existencia de vida alienígena en la tierra. Pero el culto que aún persiste alrededor de la serie va más allá del I want to believe y The truth is out there del agente Mulder. No son solo aliens y fenómenos paranormales. Él psicólogo y ella médico, aún en escenarios de ciencia ficción y pistolas nueve milímetros, combaten cotidianas vicisitudes con su inteligencia. Roberto Echeto  lo explica mejor cuando dice que ‘algún día habrá que reconocerles a los monstruos su ayuda en eso de hacernos amigos de nuestros hijos’.

La serie acabó en 2002 y de ella se hicieron dos películas con diferencia de una década entre una y otra. Sin embargo, desde su última emisión, el rumor de su regreso nunca ha dejado de circular entre fanáticos y detractores de la opinión pública.

Por fin, en 2016, regresa en formato de miniserie de seis capítulos en los que, según su creador, Chris Carter, ‘el mundo se ha hecho mucho más extraño y es terreno fértil para contar seis nuevas historias’.

Habrá que seguir de cerca el viraje de la industria. Mientras la tendencia sea la de remakes y renacimientos, pinzas y guantes de seda son necesarios. No sea como dice el dicho que reza ‘no me ayudes tanto, compadre’.

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