A través del arte he llegado a descubrir incontables metáforas; y es que nuestro vocabulario en el arte no es más que un reflejo de nuestra interpretación de la vida. Cuando entendemos la metáfora, en su profundidad, comprendemos un aspecto vital de nuestra realidad en este plano terrenal. En estos momentos no puedo evitar, por ejemplo, reflexionar sobre el gesto. Además, sobre sus calidades: un gesto bondadoso, o agresivo; sutil o despampanante; un gesto educado o torpe; un gesto pequeño…o un gran gesto.
En lo que llamamos dibujos o pinturas gestuales nos referimos generalmente a la expresión del movimiento, un movimiento ejecutado con cierta velocidad, con cierta emoción, al acto de dejar grabado el momento de un gesto. Para el que lo dibuja, hay una clara conciencia del cuerpo y de cómo, de alguna manera, es una danza la que se efectúa sobre el papel. A los conocedores de la danza, quizás les sean familiares los dibujos gestuales creados por la coreógrafa y bailarina Trisha Brown, en una especie de ‘performance’ donde el movimiento es generador de dibujos gigantescos, sobre un piso amplio, cual registros de esa transferencia de un arte a otro. Podemos verla en algunos videos documentales, desplazando carboncillos con los pies, con su cuerpo, documentando, en verdad, su paso por el papel.
Es una acción que deja su rastro en la materia, al que reconocemos mejor en el arte bi-dimensional de incontables artistas del siglo veinte y veintiuno, aunque también lo vemos en formas escultóricas o tri-dimensionales. Para el que sólo observa el resultado, la imagen es aparentemente estática, pero permite la lectura de cada trazo en su recorrido de la materia sobre la superficie. Lo que aflora a través de esta forma de crear imágenes, es en realidad la realización de que cada gesto que ejecutamos en la vida deja un rastro, tiene un lector, un observador, un recipiente, que consciente o inconscientemente recibe el mensaje de dichos movimientos. Se crea así una conexión entre el que lo realiza y el que lo observa tiempo después. Se crea una relación entre los tiempos, y se estimula la imaginación. A ver, un trazo inmenso debe haber necesitado un gran impulso y no sólo la mano, sino gran parte del cuerpo. En otros innumerables casos, hay gestos que no quedan grabados en la materia, pero igualmente quedan grabados en la esencia sutil de nuestra conciencia. Por ejemplo, un gesto de amor requiere de nuestra presencia generosa y desinteresada, y a la vez, quizás paradójicamente, olvidarnos un poco de nosotros mismos.
Había dicho que en estos momentos era ésta una palabra, o una idea, que me resultaba afín y apropiada. Pues no dejo de sentir que el nacimiento de la revista “ViceVersa”, esta nueva y maravillosa plataforma internacional de relatos, informaciones y comentarios, nos está abriendo ventanas donde participar y disfrutar de un gran gesto, el gesto audaz y generoso de Mariza Bafile, quien funda y crea este movimiento de entregas, participación e intercambios. De esta forma, a modo de un inmenso dibujo cooperativo, desde el impulso al movimiento, y de éste al espacio donde se le captura y se lanza hacia su audiencia, comenzamos a descubrir el efecto de ese gran gesto, el de reconocernos en una vibrante y viajera comunidad global. Gracias a todos los amigos de ViceVersa! Y el deseo por el mejor de los recorridos!