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Enrique Vila-Matas

“La literatura es la única alternativa a las tiranías cotidianas”

El espacio literario es hoy el único que muestra mundos y lenguajes distintos de los que se nos imponen. La literatura es la única alternativa a las tiranías cotidianas”, sostiene el narrador y ensayista español Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948).

“Uno tiene ante sí el trabajo, la familia, la política, mundos ya definidos, y eso, junto con la televisión, es todo lo que tiende a existir para el conjunto de las gentes. Los únicos mundos alternativos son los que ofrece la literatura”, añade.

Con Dietario voluble, una selección de textos desprendidos de sus cuadernos personales, bajo el brazo, ha pasado por Nueva York y presentado en sociedad el volumen.

Las reflexiones previas han surgido al hacerle referencia al discurso de aceptación de la 12ª edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (2001), por la novela El viaje vertical, en el que hablara de: “…ir hacia una literatura acorde con el espíritu del tiempo, una literatura mixta, mestiza, donde los límites se confundan y la realidad pueda bailar en la frontera con lo ficticio, y el ritmo borre esa frontera”.

Consultado sobre si percibe algún elemento nuevo que defina el espíritu de este tiempo, el autor de Doctor Pasavento reflexiona: “¿El elemento nuevo? Existe, pero es terrible. Acabo de enterarme de que Doris Lessing pasó lo suyo poco antes de recibir el Nobel. El editor británico le dijo que escribía demasiado. El americano, que no le publicaría más, que no vendía. Como dice Alberto Manguel, ‘La idea más nociva que conozco es la del libro como industria’ ”.

De Ribeyro y Bolaño

Dietario voluble y los personales y originales apuntes que contiene remiten a las inclasificables Prosas apátridas, de Julio Ramón Ribeyro. (En el artículo “El descarriado por la soledad”, publicado en 2003, el autor catalán ya definió aquel libro como uno de sus favoritos, amén de relatar su fugaz encuentro con el narrador peruano en París: una chispeante colisión de dos timideces).

“Náufrago de sí mismo, vivió en el temor a la obra perfecta mientras se preguntaba si tenía valor lo que escribía”, dijo entonces de Ribeyro. “Hace años que escribo sobre él. Forma parte de mi canon personal. Como diarista y cuentista es un genio. Él no tenía mucha confianza en lo que hacía, porque era un ser inseguro. Y sin embargo, hoy es más leído que en vida. Es un clásico. Desde mi punto de vista, claro”, reitera ahora.

¿Y a Vila-Matas le asaltan también incertidumbres semejantes? “Cuanto más sé, más leo, más difícil se vuelve seguir escribiendo. Con esto está dicho todo, creo. Lo que me recuerda, por cierto, a Samuel Beckett: ‘Queda todavía algo por decir’ ”, responde.

El chileno Roberto Bolaño es otro escritor hispanoamericano en cuya vida por y para la literatura se halla alguna afinidad con Vila-Matas. Coincidentemente Bolaño le precedió en la obtención del Rómulo Gallegos pues le tocó recibirlo en 1999.

Tanto al chileno como al catalán el establishment literario tardó en otorgarles su improbable reconocimiento, por lo demás no solicitado, y cuando lo hizo fue a regañadientes.

Acerca del “boom Bolaño” actual (del cual es un extremo insólito el éxito en los Estados Unidos de la versión en inglés de Los detectives salvajes), el autor de Historia abreviada de la literatura portátil comenta: “Me imagino la risa de Bolaño si pudiera comunicárselo. En vida suya, era difícil imaginar que en Estados Unidos sería un autor tan leído como lo es ahora. En vida suya, todo estaba más vivo que ahora y nos habríamos reído de la foto beatnik que le han puesto en la solapa de la edición americana de Los detectives salvajes”.

Manteniendo a los clásicos

Se atribuye al escritor argentino Rodrigo Fresán haber catalogado provocadoramente a Vila-Matas como el más argentino de los escritores españoles. “Se ha dicho que le he dado mantenimiento a los clásicos de Borges (a Melville y su Bartleby), pero también es cierto que he acompañado los éxitos de librería de Robert Walser (a quien saqué modestamente del invernadero de las solapas y lo convertí, gracias a Doctor Pasavento, en un santo laico), de Georges Perec (uno de los autores que he decidido doblar, duplicar), de Fernando Pessoa (propongo que se multipliquen, como los peces, los heterónimos) y de Witold Gombrowicz, el noble polaco al que algún imbécil debería dejar de manosear”, apunta.

“La velocidad de las cosas, que diría Rodrigo Fresán. Parece que haya transcurrido una infinidad de tiempo desde aquel marzo de 2002 en que, en un ordenador ajeno, sentí que había quedado fascinado por Internet, más concretamente, por el narrador de historias que se ocultaba en el buscador de Google. ¿Quién iba a decírmelo a mí, que tanto me había resistido a la red?”, se lee en Dietario voluble. De hecho la concreción de esta entrevista, a continuación del encuentro personal en Nueva York, fue posible gracias a un previo y feliz encuentro entre el escritor y la red de redes.

Tras el paréntesis neoyorquino, Vila-Matas ya está nuevamente en Barcelona, enfrentando un nuevo proyecto. “La novela en la que trabajo y que en estos últimos días, a mi vuelta de mi viaje a Nueva York, ha conocido un impulso heroico y parece ya definitivamente encarrilada”.

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