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Encontrarás a tus muertos. Entrevista con Dolores Reyes

¡Estás durmiendo y te has olvidado de mí, Aquiles! No me olvidabas cuando vivía, pero sí ahora que estoy muerto. Entiérrame cuanto antes, pase yo las puertas del Hades. Lejos de sí me rechazan las almas, sombras de los fallecidos, y no me dejan pasar el río y unirme a ellas, sino que ando errante inútilmente por la morada del Hades de anchas puertas. Patroclo. Ilíada XXIII, 70-77.

Cometierra (2019) es el muy auspicioso debut literario de Dolores Reyes, (Buenos Aires, 1978), una novela intensa, potente, de capítulos breves y gran calidad narrativa, en la que resuenan las palabras de Patroclo clamando por su tumba. Cometierra, el personaje, es una chica muy joven que posee el don de la videncia asociado a la ingesta de tierra: puede descubrir el paradero y destino de algunas personas al tragar tierra que haya estado en contacto con sus cuerpos vivos, y que conserva cierta energía vital. Así, los ausentes hablan por la tierra que habitaron vivos. Como los muertos de la tradición clásica, estos desaparecidos, insepultos, condenados a vagar eternamente, hallarán su descanso, y sobre todo, el sosiego de sus familiares, gracias a la habilidad de la muchacha.

En la novela se imbrican el camposanto y el breve cementerio de botellas llenas de tierra de los vivos que los deudos dejan con datos a la espera de que la protagonista decida tragar un poco para encontrarlos, erigiendo paulatinamente una suerte de cementerio propio de muertos insepultos alrededor de su precaria vivienda, tumbas vacías, botellas que amparan una suerte de epitafio que en vez de tener fechas tienen números de teléfono. Participamos de la vida de esta familia reducida a la protagonista y su hermano, y de las dolorosas pesquisas que emprenden buscando a estos seres vulnerables, la mayor parte de ellas, mujeres víctimas de femicidio o de trata de personas. Una novela que conmueve no solo por la trama, la fuerza, o lo poético del lenguaje, una de esas historias que no dejan indiferente al lector, o al menos, a mí no me dejó por varios días, al punto que me llevó a contactar a Dolores y proponerle esta entrevista, concertada por correo electrónico, que transcribo a continuación. Espero contagiarles las ganas de leer la novela, que además se publicará en breve en inglés por la prestigiosa editorial Harper Collins.

cometierras dolores reyes

¿Por qué Cometierra?

Cometierra no podía llamarse de ninguna otra manera, esta es su historia y su forma de estar en el mundo: Una chica muy joven, que descubre que comiendo tierra puede ver qué pasó con aquellos cuerpos que habitaron esa tierra y dónde están.

 

¿Cómo surge la historia, y el personaje “Cometierra”? Ubicás la novela y su protagonista en un entorno muy particular, el conurbano –las barriadas pobres que rodean la ciudad de Buenos Aires. La mayoría de las personas que buscan ayuda de Cometierra pertenecen a una clase social distinta, y tienen disponibilidad de dinero para pagar sus “servicios”, ¿podría el personaje funcionar en otro escenario, fuera del conurbano?

El conurbano es todo el mundo que conoce Cometierra, sin embargo, el mundo se abre y se expande en la medida en que la existencia de esta joven vidente trasciende y empiezan a pedirle ayuda más allá de los límites barriales. La falta de mujeres por la trata de personas, las desapariciones y asesinatos, la violencia de género y los femicidios: son inherentes a todas las sociedades y a todas las clases. Esto posibilita que Cometierra intervenga en escenarios diversos y que a su vez, la novela pueda ser leída y cree empatía en otros contextos. De las violencias sobre los cuerpos femeninos y feminizados no hay dónde escapar.

 

¿Podrías decir algo sobre la dedicatoria a Melina Romero y Araceli Ramos?

Los femicidios de Araceli y Melina fueron muy cercanos, física y emocionalmente. En un punto pude hacer algo con la mezcla enorme de tristeza, bronca e impotencia que sus muertes me generaron. En el caso de Melina tendría que sumarle el enorme desprecio por su vida no sólo de los perpetuadores materiales de ese femicidio, sino también de otros sectores como los periodistas de distintos medios. También el dolor enorme que deja la impunidad: Todos los torturadores y asesinos de Melina están sueltos, ya que nuestra justicia es patriarcal. De esos materiales logré hacer una poética, texto vivo que logre señalar esta problemática y sobre todo, lo que quise desde un principio: que no se las olvide!

 

La novela se centra en la capacidad de Cometierra de encontrar, a partir de las visiones surgidas de la ingesta de tierra, de personas desaparecidas, perdidas, la mayoría mujeres, de muertos vulnerables, que necesitan ser enterrados, lo que de alguna manera los liga tanto a la literatura clásica, la cual sé que te interesa mucho, y también con nuestros desaparecidos durante la dictadura militar. ¿Por qué estos muertos y no otros? Mejor dicho, ¿por qué estas muertas y no otras?

Creo que los casos que aborda la novela logran evocar a la desaparición de las personas en sí. Lo mismo sucede con las botellas que van llenando su jardín con tierra de tantos cuerpos, sus nombres, números de teléfonos…Ella es una adolescente y conoce las limitaciones de su poder, selecciona a veces lo que quiere, a veces lo que siente que puede, pero las botellas de otros cuerpos van invadiéndola, las otras desapariciones tienen su presencia material en esas botellas y la interpelan con la misma fuerza que le reclama, una y otra vez, también su seño Ana.

 

Comenzaste a escribir la novela durante el auge del #NiUnaMenos, y se nota la permeabilidad del momento en tu escritura. ¿Por qué una novela? ¿Cuáles son tus estrategias para no caer en la crónica realista o el panfleto de género?

Comencé la escritura en ese momento, pero esta es un problemática que sigo desde la muerte de María Soledad Morales. En esa época era muy chica yo y me encontré de un día para el otro con que una chica apenas unos años más grande que yo, podía ser asesinada por un grupo de hombres de esa manera. Tengo grabadas en las pupilas las fotos de María Soledad y las enormes movilizaciones que le exigían al poder político de Catamarca que ese crimen aberrante no quedase impune. No teníamos Ni una menos, ni siquiera teníamos una palabra para nombrar lo que nos estaba matando: hoy sabemos que se llama femicidio y nos organizamos para salir a combatir las violencias hacia las mujeres y los cuerpos feminizados.

 

Una de las primeras imágenes de la novela es el personaje comiendo tierra, es decir, la relación entre tierra y deglución, y pienso en dos instancias: por un lado, la relación con la pobreza y la situación de marginalidad de los personajes, la tierra como alimento, pese a que “hace mal” comer tierra, y por otro lado, la escatología ligada a la salvación, la ingesta de tierra como una suerte de sacrificio necesario para lograr la videncia. ¿Cómo conjugás estos dos aspectos?

Nunca pensé en Cometierra comiendo tierra por necesidad de alimento. Para entenderlo mejor pienso en el Manifiesto antropofágico de Brasil, la diferencia entre canibalismo y antropofagia. Cometierra no come para saciar hambre o necesidades alimenticias, Cometierra traga la tierra de otros cuerpos como si fuera que estuviera incorporando esas otras experiencias vitales, a la propia experiencia. Los incorpora para verlos y saber de ellos más de lo que conocen y pueden ver sus seres queridos, sus buscadores, todos aquellos que vienen a verla para saber dónde están.

 

Cometierra no disfruta del hecho de comer tierra, no la come por gusto, de hecho, le hace mal, y le produce cierta molestia intestinal, podríamos decir. ¿Podrías hablar del trabajo que hacés sobre la elección y la obligación del personaje de utilizar su don, cómo manejás esta cuestión ética?

El tema de las limitaciones y los costos que tiene el poder de Cometierra está muy presente en la novela. En principio es un poder que ella va descubriendo y ese descubrimiento queda ligado a el suceso más triste y violento de su vida: Descubre que puede ver cuando tiene la visión del femicidio de su madre en manos del propio progenitor. Desde acá se abre todo un abanico enorme de costos y consecuencias del uso de ese poder, que van desde el dolor de panza por tragar tierra hasta el dolor enorme, la tristeza y la soledad a la que ese don la condena y también, el ir trayendo de a poco la violencia hacia sí misma y hacia su entorno.

 

La última aventura de Cometierra involucra a una mujer ahogada, a una búsqueda en el río que resulta muy difícil. De hecho, la protagonista se ve compelida a buscar ayuda esta vez, y aparece el personaje de la mae Sandra. ¿Por qué este cambio de elemento?

Todo el tiempo se le presentan a Cometierra problemas que tiene que resolver con recursos que son acotados, entre ellos , por ser una chica muy joven, el recurso de la experiencia. Con el caso de la chica del agua ella come tierra embebida en el agua del río en donde se sumergió la chica que falta y ya sabe lo que pasó ahí. Lo nuevo es que necesita saber cómo accionar sobre esas aguas, necesita que el río le devuelva el cuerpo como si fuera ese elemento de la naturaleza un ser vivo con voluntad propia. Casi como lo concebían los antiguos, el río como un Dios de las aguas. Y hasta ahí no llega su conocimiento y su poder. Entonces recurre a alguien a la que reconoce con más experiencia y otros poderes, la Mae Sandra, una sacerdotiza umbanda.

 

La novela comienza en un osario y termina en “El Rescate”, una bailanta: el cementerio y el conurbano, lugares donde se mezclan los cuerpos, y donde aparece, de distintas maneras, el padre. Un padre que sabemos desde el inicio que mata a la madre y que sobre el final salva a la hija. ¿Por qué decidiste abrir el texto con esta revelación? ¿Qué pasa con la intervención del padre al final?

La verdad es que preferiría no sopoilearle el final a las personas que aún no leyeron la novela. Más allá de eso, el padre siempre está merodeando en la oscuridad, esos lugares turbios en los que sería mejor no estar, donde aparecen cuerpos, entre ellos el de la señora Ana. Todo el conurbano está muy poblado, sus calles, su cementerios, sus barriadas, sus bailantas, sus ferias.

 

¿Cómo es, o cómo imaginás a tu público lector?

Lo imagino como un público muy activo, que lee con voracidad. La mayoría de los lectores, me ha escrito que leyó la novela en un día, en dos días o a lo sumo, en una semana; así que imagino lectores dinámicos, que les gusta que un libro los atrape. También me gusta que me cuenten que después de esa lectura a toda velocidad hacen otra lectura, más pausada, saboreando los detalles y el propio placer de leer. Y disfrutan mucho de esta segunda lectura también.

 

La novela es un éxito de ventas, va por la cuarta edición, se editará en España, y ya tiene pautadas traducciones a diferentes idiomas, al inglés, donde saldrá por Harper Collins en tres ediciones simultáneas en Estados Unidos, Inglaterra y Australia, al francés, italiano, holandés. ¿Cuáles son tus expectativas respecto de estas traducciones y, fundamentalmente, con este nuevo público lector? Leí que se editará en Turquía, una sociedad no muy abierta a cuestiones de género. ¿Cómo pensás que pueda ser leída tu novela?

Dónde hay represión y quita de derechos, hay lucha. Así que espero que en los países en los que se ataca a las mujeres y se recortan sus derechos, llegue al público lector que resiste esos atropellos y lucha. Las problemáticas de violencia que trabajo en esta novela tiene su forma particular en cada sociedad, por eso el interés y la empatía con los personajes desde países y culturas tan diversas. Más allá de las fronteras, el género nos acerca y hermana. Estoy con todas las ganas de que las ediciones vayan saliendo y encuentren a su público. Estas semanas me fueron llegando las tapas de Solferino y Harpers collins y no puedo más de la emoción! Bellísimas! Voy a tratar de disfrutar y acompañar al libro en todos estos países y lenguas.

 

¿Cómo llegaste a la literatura? ¿Cuáles son tus referentes literarios? ¿Cómo te ubicás en relación con tus pares, esta magnífica generación de mujeres escritoras que de alguna manera sacuden la morosidad de la literatura argentina, renovando lo que podríamos llamar el canon literario del siglo XXI?

A la literatura llegué de muy pequeña, iba a un jadín de infantes en el que me leían cuentos y tenía contacto con libros hermosos. Fue un flechazo inmediato, un fuego que todavía me dura. Empecé a leer y no imagino mi vida sin libros, no sería yo.

Me encanta que haya un corpus cada vez más amplio de escritoras argentinas y latinoamericanas que están siendo leídas como se merecen. Creo son quienes están llevando adelante poéticas vivas, fructíferas y que han sabido ganar a su público. Me parece un cambio enorme en cuanto a un par de años atrás, por ejemplo cuando yo me formé, que casi no había escritoras en los programas de literatura y nadie se asombraba. Hoy eso sería insostenible. El movimiento de mujeres y en particular, las escritoras, hemos también reflotado nuestro legado, toda una enorme cantidad de escritoras y textos maravillosos, pienso en Sara Gallardo, en Libertad Demitrópulos, en Susana Thenon, en Glauce Baldovin por nombrar solo a tres. De mis contemporáneas, y con la certeza de omitir muchos nombre valiosos, siempre leo a Selva Almada, Gabriela Cabezón Cámara, Mariana Enríquez, Samantha Scweblín, entre muchas otras. También poetas como Valeria Tentoni y Soledad Castresana.

 

¿A qué atribuís el “éxito literario”? ¿Cómo te cambió la vida, si es que lo hizo?

Creo que el éxito es en sí una ilusión momentánea. Estoy muy contenta con que la novela llegue a sus lectores y también con las devoluciones apasionadas que recibo. Trato de contestar a todos pero es imposible! Completan el sentido de la escritura. Trato de que mi vida no cambie demasiado, sobre todo en la cotidianeidad con mis hijos. Pero de alguna manera siento que la recepción enorme que está teniendo Cometierra me va a permitir dedicarme a escribir a futuro y eso me encanta.

 

Lo que provoca tu novela se ubica, quizás, en la difusa frontera entre la ficción y la realidad. Leí que algunas hijas de madres asesinadas en femicidios te contactan por las redes para contarte sus historias, una necesidad, quizás, de cerrar las suyas leyéndose en Cometierra, lo cual habla de la inusual potencia de la literatura en general y de tu novela en particular. ¿Qué sentís ante estas situaciones? ¿Cómo manejás la relación con estas chicas?

Al principio me preocupé bastante, las escuchaba mientras me contaban sus historias o me mostraban como reliquias las pocas fotos de su infancia con su mamá, temía que la lectura las afectara, pero la realidad es mucho más triste. Les preguntaba si estaban seguras de encarar la lectura de Cometierra porque tenía miedo de que las sensibilizara demasiado. Pero eran ideas mías. Ellas necesitaban contarme sus historias y hacer lo mismo que hace Cometierra: rescatar mujeres de la indiferencia y el olvido. Hay muchas historias de mujeres que se tienen que relatar y me gusta escuchar y acompañar a las lectoras que me contactan para eso.

 

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Estoy trabajando en un libro de cuentos que me está gustando mucho, queda mucho trabajo por delante, pero es un placer releer los cuentos que ya tengo cerrados. También encaré hace meses la continuación de Cometierra, algo que me demandan un montón! Falta muchísimo trabajo y escritura, pero estamos avanzando en eso. Y también tengo una novela empezada, que es algo totalmente nuevo. Veremos…

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