Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

En ruta al desastre

El gobierno federal, en México, ha puesto al país en la ruta de un desastre inminente.

Continúa eludiendo su responsabilidad, culpando a otros de su propio desastre, acudiendo a trampas y subterfugios y falseando lo que verdaderamente ocurre, pero la crítica del movimiento social y su permanente caída en encuestas revelan un despertar del México real.

Es mentira, como ha dicho el presidente López Obrador, que nuestra crisis económica se deba únicamente a factores externos como la recesión global, o que la culpa de los desajustes haya que achacársela toda a la pandemia que recorre el mundo.

La principal disonancia cognitiva que hay que endilgarle a la 4T es el manejo de la economía como si no fuese ciencia sino ideología. Es la raíz de todas las torpezas y despropósitos.

La crisis económica que hoy vive México es anterior a la crisis económica mundial y a la infección viral que tiene en vilo al mundo, y su origen está en el conjunto de decisiones antieconómicas tomadas a tontas y a locas por el actual gobierno.

Esas decisiones, fundadas en la ignorancia de los temas económicos y en cierta pulsión destructiva, condujeron en el corto plazo a resultados catastróficos.

Cuatro trimestres consecutivos sin crecimiento económico en 2019, después de que México venía creciendo con EPN entre el 2 y el 2.4 por ciento, lo que indican es que la IP y los sectores productivos -tras la cancelación del NAICM- decidieron no jugársela con un gobierno que desalienta y estrangula la inversión.

Los costos de aquellas malas decisiones, ahí están: un PEMEX quebrado e inviable, cuyo rescate son más de cinco mil millones de pesos tirados a la basura; una deuda total del sector público que al primer trimestre de 2020 suma ya 990 mil 097 millones, de acuerdo con un análisis de HR Ratings; una caída del PIB por habitante de 26 por ciento en relación a 2019; cierre genérico de miles de empresas y pérdida de más de un millón de empleos al cierre de abril, son los datos de un gobierno enredado en su propio discurso.

Sin conocimiento de la economía y sin proyecto económico real (y, además, pensando sólo en el placebo de sus redes clientelares), Andrés López, con todo y la ceguera de sus boots y prosélitos, lleva el país a la ruina.

Lo peor, sin embargo, es lo que está por venir: detrás de la pandemia nos espera una crisis económica que será particularmente severa con los necios, los improvisados y los gambusinos de la ideología.

Si el gobierno estuviese haciendo lo correcto -pero real y materialmente lo correcto- los motivos de angustia y preocupación de la población serían infundados. Pero no. El poco gobierno que hay se guía por el fervor ideológico y no está haciendo lo correcto. Yo lo digo y lo escribo hoy y el tiempo lo confirmará mañana.

La contracción económica que viene puede ser de más del 6 por ciento del PIB o mayor al 8 por ciento del PIB, lo cual -en cualquiera de los dos escenarios- equivaldría a la peor caída del crecimiento y el desarrollo en la historia de México. El primer escenario llevaría a poco más de 12 millones de mexicanos a vivir en pobreza y a 13 millones o más en pobreza extrema; el segundo escenario podría colocar en pobreza a más de la mitad de la población del país y en pobreza extrema a 16 o más millones de mexicanos. A este respecto, no pido ni demando -no tengo derecho- credibilidad a ciegas: consúltense HR Ratings-BBVA, la encuesta de expectativas económicas de Citibanamex, las cifras del primer cuatrimestre-2020 del Coneval e Inegi.

Además de achicarse, y como resultado del combate frontal a la riqueza en el actual gobierno, las clases sociales serán atraídas gradualmente hacia la base de la pirámide.

Empresarios y productores a gran escala que no se sumen a la labor de depredación de la 4T serán objeto de hostigamiento, persecución y destierro.

Derechos humanos y cultura no habrá en el sentido estricto y universal de ambos términos, porque habrán sido anulados socialmente y confiscados por la élite populista del obradorismo.

El arrepentimiento que millones y millones experimentan hoy frente a MORENA, no puede ser motivo de la mera penitencia epidérmica de un golpe de pecho: es el activismo crítico y la labor de rectificación consciente lo que puede -de aquí en adelante- lavar las culpas íntimas y silenciosas de tantos.

Si fuese el caso, los actos de conversión nunca llegan tarde, y se agradecen: pero deben acompañarse del lenguaje de la acción.


Pisapapeles

Marcos Kaplan, teórico del Estado latinoamericano y politólogo del Cono Sur, escribió esta magnífica frase: “Un pesimista no es sino un optimista bien informado”.

Hey you,
¿nos brindas un café?