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Roberto Ponce Cordero
Roberto Ponce Cordero - ViceVersa Magazine

Eminem for President! (Parte II)

En el año 1 de la era de Trump, no es sorprendente que un artista norteamericano se declare contrario al “presidente” de Estados Unidos. Es más, actualmente es casi de rigueur, para cualquier estrella de ese país que se respete, estar abiertamente en contra de Trump y de sus secuaces o, por lo menos, de sus exabruptos más graves, so pena de acabar en la misma canasta que Kid Rock, Ted Nugent, Gary Busey, Sarah Palin y otros bufones deplorables. En el mundo del hip hop, poblado mayoritariamente por músicos afroamericanos, es decir por miembros de un segmento poblacional que –por ponerlo de manera, hm, diplomática– no precisamente cuenta con el respeto de Trump, el desprecio a la figura y a las políticas del “presidente” es sin duda la actitud hegemónica, que ya ha sido canalizada y hecha explícita, con mayor o menor sutileza, por raperos tan disímiles como The Game, G-Eazy, Will.i.am, Kendrick Lamar, Macklemore y Common, entre muchos otros.

Pese a todo esto, el video de aproximadamente cuatro minutos de duración en el que Eminem lanzó un rap en freestyle el 10 de octubre pasado con motivo de la entrega de los premios BET (una premiación que celebra los logros de la comunidad afroamericana en diversos campos de las artes y del deporte de Estados Unidos), y que se convirtió instantáneamente en un fenómeno viral, constituye, por tres razones al menos, un punto de quiebre en el consenso anti Trump de la elite cultural de los U.S. of A. Por un lado, se trata de una crítica dura y cabal: Eminem no condena una sola barbaridad del “presidente”, o uno solo de sus múltiples defectos, sino absolutamente todo lo que él y su régimen representan; el rap de Eminem al respecto, de hecho, es una lista de muchas barbaridades y de muchos defectos que, además, sería exhaustiva si no fuera porque los defectos y las barbaridades de Trump llenarían varios álbumes… discografías enteras de aberración tras aberración. Por otro lado, y como han comentado algunos medios de comunicación alternativos, es cierto que otros artistas de hip hop han hecho críticas no menos ácidas al “presidente” y, en el caso de Kendrick Lamar, con mejores rimas y mejor flow (hay que reconocer que, en el plano puramente formal, el freestyle anti Trump de Eminem no está entre lo mejor de su abultada obra lírica), pero también es cierto que, para bien o para mal, y parcialmente por su papel en procesos de apropiación cultural de los que este mismo video forma parte, Eminem es incomparablemente más popular que Lamar y que casi cualquier rapero vivo; con las notables excepciones de Taylor Swift, de Beyoncé y de Justin Bieber, no hay músico, de ningún género, que pueda llegar tan directamente y tan de golpe a la mayor parte de la población estadounidense con el mensaje que crea conveniente. Por último, y relacionado con esto, está el hecho de que, como el rapero blanco más grande de todos los tiempos y, también, como el rapero más popular –con diferencia– entre los blancos de Estados Unidos, se puede suponer, con probabilidad rayana en la certeza, que el público de Eminem en general, y de su video anti Trump en particular, no está conformado únicamente por “liberales” (en el sentido norteamericano) y demócratas sino también, al menos en intersecciones importantes, por conservadores de toda índole y por partidarios profesos, incluso, del “presidente” actual. En ese sentido, el que Eminem sea especialmente explícito en cuanto a su oposición a Trump es doble o triplemente significativo… además de que no deja de ser una maniobra riesgosa para un artista que ya no está en su apogeo y en el contexto de un país tan violentamente polarizado como es Estados Unidos en la actualidad.

Y es que, en efecto, el freestyle de Eminem es nada menos que un ultimátum a sus propios fans –que, así sea por pura nostalgia, aún se cuentan por millones– y, por eso, puede ser celebrado como un acto de resistencia más relevante, y me atrevería a decir que más valiente, que la denuncia pro forma de las peores abominaciones del circo de Trump. Así, después de la retahíla de calamidades del “presidente” y de su período que Eminem recuenta acríbicamente (sin orden de ningún tipo: el racismo rampante, el muro, Charlottesville, Corea del Norte, los viajes para jugar golf, los insultos a John McCain, la indiferencia ante Puerto Rico, la distracción con sus ataques a los atletas de la NFL, el peinado ridículo, la piel anaranjada, etc.), Eminem dice, en una de las partes más comentadas de la canción, que es hora de que “White America” se decida:

And any fan of mine who’s a supporter of his,

I’m drawing in the sand a line: you’re either for or against.

And if you can’t decide who you like more and you’re split

On who you should stand beside, I’ll do it for you with this:

Fuck you!

En otras palabras, genio y figura hasta la sepultura. Independientemente de lo que se piense de él y de su obra, hasta sus mayores detractores tienen que reconocer que Eminem nunca ha sido alguien de medias tintas y, en este video, sigue fiel a su línea: él mismo llama la atención sobre el hecho de que sus fans pueden ser seguidores de Trump y, no contento con increparlos y llamarlos a abandonar al “presidente”, decide poner la cosa en términos bélicos (la línea en la arena) y absolutos (estás conmigo o con él) e, incluso, resolverle el problema a quien pueda estar queriendo sentarse entre dos sillas: “Fuck you!” Sí, en la era de la eclosión del punk era común que las bandas insulten a sus audiencias, y en la del rock malcriado a lo Guns N’ Roses no faltaba el vocalista que le escupía a sus aficionados en las primeras filas, pero el “Fuck you!” de Eminem, en este caso, no es puramente pose ni puramente performativo, sino que es parte de un manifiesto político acaso demasiado literal y acaso demasiado intransigente. Vaya, que Meryl Streep at the Golden Globes, this is not.

Por supuesto, lo de genio y figura, en el caso de una figura tan genial, pero tan contradictoria, como Eminem, lleva a otras reflexiones inevitables. Efectivamente, la obra lírica y musical del rapero siempre se ha caracterizado por una misoginia –y por una homofobia, by the way– que, incluso en el contexto tendencialmente misógino –y homófobo– del hip hop, se destaca por su brutalidad y por su omnipresencia. No es este el lugar para analizar este desagradable aspecto de muchas de las canciones de Eminem ni para postular teorías sobre las posibles intenciones al menos parcialmente irónicas del artista, sugeridas quizás por el mismo carácter hiperbólico de lo peor de la proto-ideología de Slim Shady. Pero no puede dejar de constatarse que, en misoginia, el “presidente” de los Estados Unidos no tiene nada que pedirle a Eminem, con la diferencia de que, en el caso del rapero, se trata de misoginia movilizada como elemento –altamente problemático– en un universo poético y retórico, mientras que en el de Trump se trata de retórica acompañada por hechos… decenas de denuncias por abuso sexual, así como el infame video de “Grab them by the p***y”, entre otras muchas cosas (incluyendo sus políticas reaccionarias desde el gobierno), apuntan a eso, al fin y al cabo.

Ahora bien, el Eminem de 2017 parece estar plenamente consciente de esto, por lo que, en el freestyle anti Trump en el que no deja piedra sobre piedra de la imagen del “presidente”, hay un momento en el que empieza a hablar mal de Melania, la desafortunada “Primera Dama”, y parece que va a recurrir a algún golpe bajo y misógino cuando, de repente, se detiene y, por única vez durante los cuatro minutos de canción (o durante toda su carrera musical), prefiere tener, demostrativamente, mesura:

Imma walk inside a mosque on Ramadan

And say a prayer that every time Melania talks

She gets a mou… Ahhh, Imma stop.

Esto no le impide, por supuesto, rebajarse luego a insultos machistas que Trump, siempre obsesionado por lo diminuto de sus manos, debe entender muy bien:

Trump, when it comes to giving a shit, you’re stingy as I am,

Except when it comes to having the balls to go against me, you hide’em.

Vulgaridad contra vulgaridad, vulgaridad burguesa contra vulgaridad subalterna… fighting fire with fire.

Finalmente, muy pese a lo objetivamente progresista de la crítica de Eminem en este video, el artista responde a su tiempo y su discurso es, necesariamente, gringo y de 2017, por lo que, en un verso que, fuera de Estados Unidos, resulta no incomprensible sino un poco insultante pero ya no para Trump sino para el mundo en general, el rapero declara que “ama” al ejército de los U.S. of A., campeón mundial en intervenciones armadas ilegales y en buscar velas en todos los entierros de sus propios muertos, así como que ama a “America”… pero esta vez sin la evidente ironía de hace quince años, cuando le escupía licor en la cara a la “democracy of hipocrisy” de los “Divided States of Embarrassment” que era, en su brillante expresión, los Estados Unidos en “White America”.

En 2017, estamos ya tan a la derecha, entonces, que Eminem ama a “America” (¡y a “our military”!) sin mordacidad alguna… y estamos tan a la derecha, también, que puede que el ultimátum que plantea a sus fans, en esta canción, fracase y que el tiro le salga por la culata. En un mundo de vulgaridades de diversos signos, y de becerros de oro, a lo mejor Trump supera a Eminem. En el universo paralelo que yo quisiera tener, sin embargo, todo sería al revés… Eminem for President! Para que así haya alguien inteligente en la Casa Blanca…

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