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“Elecciones” en Venezuela

Los participacionistas, en buena fe o no, insisten con el argumento que, si en Venezuela todo el 80% que en  las encuestas afirma estar en contra del gobierno fuera a votar, la derrota del gobierno sería contundente e imposible de ocultar.Lo cual obligaría al gobierno a aceptar los resultados o a cometer un evidente y burdo fraude, creando las condiciones para una fuerte reacción popular y el desconocimiento de la comunidad  internacional. A los participacionistas en buena fe les pregunto: ¿Es realista creer, a pocos días del acto electoral, que todo o por lo menos la mayor parte de ese 80% irá a votar, cuando todoslos partidos relevantes de la oposición y prácticamente la totalidad de la sociedad civil, incluyendo la Iglesia Católica, las iglesias protestantes, las universidades, las academias, los sindicatos relevantes, entre otros, sostienen que las elecciones de mayo son una farsa?Además, en toda elección el factor esencial para poder garantizar la pulcritud del escrutinio es el llamado control electoral, queno consiste sólo en la presencia de testigos en por lo menos la gran mayoría de las mesas electorales, sino en la existencia de un verdadero ejército de apoyo a esos testigos, para darle seguridad, comida, relevo etc. Un control electoral serio, implica tiempo para organizarse y maquinaria que sólo los partidos tienen.En esta mal llamada elección no ha habido el tiempo suficiente (por eso la adelantaron) y no hay partidos con maquinaria para un control electoral mínimamente aceptable.Los partipacionistas también afirman que las condiciones electorales son más o menos las mismas del 2015, que permitieron la contundente victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias, olvidando que a partir del diciembre 2015 comenzó, con la elección inconstitucional de un Tribunal Supremo “madurista”, el desconocimiento total de la Asamblea Nacional y la confiscación de sus funciones, un proceso de violación progresivo y sistemático de la Constitución, que se perfeccionó con la elección de una  “Asamblea Constituyente”, electa fraudulentamente como se elegían los Soviets en la fenecida URSS y el Congreso de las Corporaciones fascistas de Mussolini. La misma compañía Smarmatic, que ha fundado y organizado el sistema de voto electrónico en Venezuela, denunció que los resultados emitidos por el inconstitucional y parcializado Consejo Nacional Electoral tenían más de un millón de votos inexistentes. Para colmo, la “elección” de mayo se hará, sin observación electoral internacional calificada, con partidos fundamentales de la oposición, incluyendo a la misma MUD, ilegalizados y con la mayor parte de sus principales líderes encarcelados, inhabilitados, exiliados o asilados en embajadas. Por esta y otras razones toda la comunidad democrática internacional ha afirmado que no reconoce la farsa electoral del 20 de mayo y sus eventuales resultados. Y el apoyo de la comunidad internacional es simple y absolutamente indispensable y existencial para la oposición democrática.

Tomando en cuenta todo lo mencionado y recordando que el relativo auge de la candidatura del pastor Bertucci, al dividir el voto oposicionista le hace objetivamente el juego al régimen, Falcón y aquellos, que en buena fe lo apoyan, deberían darse cuenta que las posibilidades reales de una victoria electoral son sumamente bajas. Permanecer en la farsa, en estas condiciones, refuerza las hipótesis de acuerdos secretos para la formación de un supuesto gobierno de “salvación y unidad nacional” presidido por Maduro, con la presencia de Falcón, quizás como Vicepresidente. Frente a esta hipótesis, no imposible, le preguntaría a Falcón, a): ¿Se puede confiar en las promesas de este régimen? b)¿ Realmente es factible pensar que el gobernante directorio radicalizado que va camino de la estatización de la banca y de la expropiación de la mayor parte de lo que queda de la industria nacional, con la puesta en vigencia de esa especie de  “soviets”, llamados “Consejos Productivos”, va  a optar por una solución de la crisis de acuerdo a los criterios de la economía de mercado?

Por tanto, Falcón debería  reflexionar y pensar que su posición en el escenario político nacional podría subir muchos puntos si decidiera renunciar, alegando la carencia de la observación electoral internacional, que él mismo había solicitado a la ONU y que las condiciones electorales se han vuelto definitivamente inaceptables, así también contribuiría al necesario y probablemente inminente cambio de gobierno.

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