Miguel de Unamuno afirmó que “Es necesario repetir a diario lo que a diario, de puro sabido se olvida”. En varios artículos he insistido en que el Zulia se encuentra en la peor condición de vida en toda su historia. Esta región que siempre tuvo su propia capacidad espiritual tiene que reflexionar sobre su venezolanidad. Se trata de una provincia que habiendo sido el primer factor en el desarrollo económico de Venezuela, está en la ruina.
El Zulia es un pordiosero que debe esperar que el poder central le otorgue recursos para su desenvolvimiento. Se trata de un territorio de 63.100 km 2, con costas marítimas, lacustres y fluviales, con el mayor lago de la América del Sur, con una Sierra de Perijá de 220 km de largo y 50 km de ancho, con una producción de energía localizada en el relámpago del Catatumbo, la primera reserva de fauna silvestre, con casi cinco millones de habitantes, que aportan el 42% del PIP. Que produce el 87% de uva de mesa del país, 85% de los plátanos y el 80% de la palma aceitera, primer productor de guayabas, pero que produce además petroquímica, gas, petróleo, asfalto, carbón, calizas marmóreas, leche, camarones, cacao porcelana, caña de azúcar, etc.
Puede justificarse que una región con este potencial, sea una tierra de penumbras, con sus universidades destrozadas, hospitales insalubres, carreteras intransitables, su población joven emigrando, su intelectualidad subutilizada, con graves problemas de electricidad, transporte, con los bancos sin efectivo, un pueblo alimentado con carbohidratos, el parque automotor semiparalizado por falta de repuestos, una inseguridad que clama al cielo, con inmensas colas de indigentes a las puertas de las iglesias recibiendo un plato de sopa diaria, en fin, con una hiperinflación que ya rompió las barreras de lo increíble.
Lo que ocurre en términos de lenguaje zuliano es una bramazon. Poco falta para que el dictador emita un decreto que prohíba morirse de hambre. Que ante la emigración de educadores de las escuelas y las universidades, el régimen los sustituya por soldados. No sería extraño, porque el 47% de los cargos públicos del país están en manos de los militares. Cuánta razón tenía Bolívar al decir “Es insoportable el espíritu militar en el mando civil”.
De allí, entonces que la nueva esperanza opositora, llamada El Frente Amplio, piense en plantearles pública y directamente a los militares una salida a esta grave situación nacional. El gobierno ha llegado al descaro de sustituir la cedula de identidad por el mal llamado carnet de la patria y para obtener éste a una mayoría de indigentes, se les obliga primero a inscribirse en el PSUV, con la promesa de bonos especiales para semana santa, el 19 de abril, el día del obrero.
Convertidos en definitiva en un pueblo de menesterosos y limosneros.
Es realidad en el caso del Zulia, el que se trata de un mendigo, sentado sobre un baúl lleno de oro, pero que la llave del mismo la tiene el dictador en Miraflores.