Se están utilizando bombas de racimo durante la invasión del ejército ruso a Ucrania. Según Amnistía Internacional, el 25 de febrero, bombas de racimo alcanzaron un Jardín de Infantes en la ciudad de Okhtyrka, en el noreste de Ucrania, matando a tres personas, incluido un niño. Human Rights Watch dijo que el 28 de febrero, las fuerzas rusas arrojaban bombas de racimo en al menos tres áreas residenciales en Kharkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania.
Jeff Abramson, de la Asociación de Control de Armas, me dijo: “Como deja en claro, la rápida atención y la creciente condena del uso de municiones en racimo por parte de Rusia, estas armas son simplemente inaceptables. Todos los países deberían prohibirlas”. Hasta el 7 de marzo, 15 Estados han condenado el uso de bombas de racimo.
Además, los ataques con municiones en racimo también han sido condenados por el Presidente de la Convención sobre Municiones en Racimo; el Secretario General de la OTAN; el Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, y la Coalición contra las Municiones en Racimo (incluidas Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Mines Advisory Group, Norwegian People’s Aid, y PAX).
Estos ataques pueden constituir crímenes de guerra, ya que se llevaron a cabo en violación de las normas internacionales de guerra, aceptadas. “El uso de municiones en racimo en áreas pobladas muestra un desprecio descarado e insensible por la vida de las personas”, dijo Steve Goose, director de armas de Human Rights Watch.
Las bombas de racimo expulsan bombetas explosivas (pequeñas bombas) diseñadas para matar indiscriminadamente y destruir vehículos en una amplia extensión. Las minibombas sin explotar pueden seguir matando o mutilando a civiles mucho tiempo después de que haya terminado un conflicto, y son muy costosas de encontrar y retirar.
Las naciones que ratifican la Convención sobre Municiones en Racimo adoptada en Dublín, Irlanda, en mayo de 2008, tienen prohibido utilizarlas. Esta Convención entró en vigor y se convirtió en ley internacional vinculante el 1ro de agosto de 2010. La Convención sobre Municiones en Racimo “prohíbe el almacenamiento, el uso y la transferencia de prácticamente todas las bombas en racimo existentes y prevé la limpieza de municiones sin explotar”.
Al 10 de febrero de 2022, un total de 123 estados se habían adherido a la Convención; 110 como estados parte y 13 como signatarios. Muchas de las principales potencias militares del mundo, incluidos Estados Unidos, Rusia, Brasil y China, no son signatarios de ese tratado. Las obligaciones del tratado se volvieron legalmente vinculantes después de que 30 estados ratificaron la convención y, posteriormente, para todos los demás estados ratificantes.
En mayo de 2008, el entonces subsecretario de Estado interino para Asuntos Político-Militares, Stephen Mull, declaró que el ejército estadounidense depende de las municiones en racimo como una parte importante de su estrategia de defensa. “Las fuerzas estadounidenses simplemente no pueden luchar por diseño o por doctrina sin ofrecer al menos la posibilidad de usar municiones en racimo”, dijo, descuidando la brutalidad de su uso.
Desde la creación de las Naciones Unidas en 1945, al menos 31 naciones han producido municiones en racimo, entre ellas China, Francia, Alemania, Israel, Italia, Japón, Corea del Norte, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos. A septiembre de 2018, al menos 57 países tienen reservas de municiones en racimo.
Más de cien países han acordado en principio que sus reservas de municiones en racimo deben ser destruidas. Sin embargo, al menos 17 países han utilizado municiones en racimo en los últimos tiempos. Entre esos países se encuentran Francia, Irán, Irak, Israel, Libia, Países Bajos, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Sudán, Siria, Reino Unido y Estados Unidos.
Debido a la gran cantidad de civiles muertos o mutilados por estas municiones, su uso ha sido condenado por muchos grupos y organizaciones de Derechos Humanos como las Naciones Unidas, la Cruz Roja, Human Rights Watch, Amnistía Internacional, la Coalición contra las Municiones en Racimo y Médicos Sin Fronteras.
Desde 2005, Handicap International ha recogido cientos de miles de firmas para apoyar su campaña para prohibir estas armas. Dice que el 98 por ciento de las bajas registradas por las municiones en racimo son civiles, y el 27 por ciento de ellos son niños. “Las bombas de racimo revelan el uso perverso de la tecnología”, dice Carlos Duguech, un activista argentino por la paz.
El hecho de que niños y civiles inocentes puedan ser asesinados indiscriminadamente por estas peligrosas armas hace que sea urgente la necesidad de que todos los países las prohíban de forma permanente. Se puede argumentar que, en estos tiempos irracionales, prohibir las bombas de racimo no es una prioridad. Por el contrario, al prohibir estas armas, las principales potencias demostrarían que la irracionalidad y la crueldad desenfrenada no siempre guían sus acciones.