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El tiempo suspendido

Los efectos de la pandemia son como estar atrapados en arenas movedizas de emociones. Estamos a un año y medio de que se declaró la pandemia, y parece que retrocedimos. La tranquilidad y la salud mental se ven afectadas por el sobresalto que causan las noticias ante el temor de las nuevas cepas, que, aseguran, son más patógenas que el Covid.

Los dos meses de las campañas políticas, en México, cambiaron hasta el color del semáforo epidemiológico. Nos aseguraron que los contagios habían disminuido. Sin embargo, se ha disparado de nuevo la psicosis social, la población se encuentra en alerta ante la incertidumbre.

No sabemos si nos van a volver a encerrar, pero la economía no aguantaría otro confinamiento. Dirán que es más importante la salud, pero cuando el proveedor no tiene ingresos pone en jaque a la familia, y como consecuencia bajan sus defensas y se deteriora su salud. Existe una palabra en inglés “doomscrolling” que significa: perdición y el desplazamiento que se hace en las pantallas.

El encierro nos deja pocas alternativas de acción, quienes trabajan en línea transcurren el día mirando una pantalla. El tiempo frente a los dispositivos se ha incrementado de un 50 por ciento. Seguir atrapados en las redes afecta de manera importante el bienestar mental y físico. El resultado son cerebros ansiosos, compulsivos, las personas están de mal humor, deprimidas, poco productivas, menos conectadas consigo mismas y con el entorno. En la nueva realidad las personas se quejan de agotamiento, y de no poder conciliar el sueño. Una amplia mayoría es víctima de una epidemia de insomnio. Lamentablemente, las horas de sueño son una necesidad, ya que el sueño es reparador y mientras el cuerpo descansa el cerebro lleva adelante otras funciones necesarias, como fabricar hormonas.

La rutina del ser humano ha cambiado de manera considerable con el desarrollo de la tecnología. La manera y a la velocidad con las cuales vivimos son muy distintas de la forma de vida de las generaciones anteriores. Las consecuencias son evidentes, las alteraciones del sueño y el vivir de prisa se ven reflejados en los trastornos mentales, en la obesidad, la falta de atención y en el estado de ánimo.

Los padres se quejan de que sus hijos se la pasan pegados al celular y no duermen lo suficiente, por la mañana no se quieren levantar y su rendimiento académico es escaso. La solución es sencilla. Hay que actuar como lo hacían nuestros padres, poniendo reglas. Hay que quitarles el celular a la hora de ir a la cama. En esta cultura permisiva los padres no tienen autoridad con los hijos, sin contar que los hijos presionan para que les compren el celular más de moda.

En estos tiempos es importante recordarles que las horas de sueño mejoran la capacidad de memoria, la atención, la resolución de problemas y el metabolismo. Los ciclos de sueño-vigilia, llamados circadianos se han visto afectados por el confinamiento, además hemos dejado de socializar, y no acudimos ni a comprar los víveres con la facilidad de recibir lo necesario en casa.

Quienes laboran frente a la pantalla se sienten cansados, desmotivados, faltos de creatividad, se quejan de no tener horarios. Los maestros no tienen la misma paciencia, además se sientes expuestos porque los están grabando. Hace falta aprovechar la adrenalina y el cortisol que liberan las hormonas del estrés, esa energía que utilizamos sin darnos cuenta en todas las actividades diarias.

El confinamiento ha sido positivo para quienes aprovecharon el tiempo en casa y en otras actividades y tareas del tipo: “Hágalo usted mismo”. Es decir pintar, reparar, confeccionar cortinas, elaborar el pan, o dedicarse a la jardinería. Es notorio que los negocios de ferretería incrementaron sus ventas, tuvieron el privilegio de permanecer en servicio en la pandemia.

Bueno, vamos cambiando el chip, en lugar de contagiarnos de pánico vamos cambiando la actitud mental, buscando el bienestar y el bienser, practicando la “Topofilia” esa actitud filial al entorno, practicar valores como la solidaridad. El planeta reclama el desequilibrio que hemos causado. Es urgente involucrarnos en el cuidado del medio ambiente y al cuidado personal, mantenernos en las mejores condiciones y confiar en que el sistema inmunológico hará su función de defensa contra los enemigos invisibles.

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