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El T-MEC: les vieron el gabán

Ya se sabía, por el desparpajo y la torpeza con que ha tratado diversos temas, que López Obrador no sabe gobernar ni sabe, tampoco, cómo ejercer el poder.

En particular, en cada uno de los temas que tienen relación con EE.UU, el presidente mexicano no da una: un día lo amagan con aranceles e inmediatamente se “acalambra”; otro día le mencionan el tema migratorio y, ni tardo ni perezoso, más rápido que urgentemente manda sellar la frontera sur y bloquear la frontera norte; más tarde, el sólo recordatorio de la aprobación del T-MEC lo aterroriza.

Nada le sale porque, además de que no conoce -del verbo “conocer”, no sabe de geopolítica ni entiende de relaciones de poder global.

Y gobernar a tontas y a locas, como lo ha hecho hasta ahora, tiene sus costos.

El problema de López Obrador, sin embargo, no es sólo él: lo son también los funcionarios de economía y relaciones exteriores, Seade y Ebrard, quienes, colocados como eje negociador del T-MEC por México, fueron exhibidos por la parte estadounidense como inexpertos e improvisados que no saben, no leen y no entienden.

Peña Nieto no fue un presidente culto ni un modelo de estadista. Pero su relación con la Casa Blanca no cayó en los niveles de subordinación y de falta de dignidad a que la llevó el actual gobierno en un año y, además, su negociación de los términos y cláusulas del T-MEC, en el tramo que le correspondió, fue seria, lúcida e informada y en defensa siempre del interés nacional.

De diciembre de 2018 a diciembre de 2019, lo que resulta increíble tratándose de un gobierno que se dice de izquierda, México ha pasado de una política exterior proactiva a una política exterior pronorteamericana, con ingredientes que escandalizarían a la izquierda de clase y nivel de otro tiempo.

El caso muestra más reciente de la visión que se tiene de México allende el Bravo, es el documento oficial del T-MEC, con todo y sus adéndums, en el que queda establecida la supremacía de los intereses políticos, diplomáticos, estratégicos y comerciales estadounidenses sobre México.

A juzgar por el contenido del documento final del T-MEC, Trump venció al presidente mexicano desde hace meses, con temas y amagos y fintas de gran negociador, y luego el equipo de negociadores mexicanos fue ninguneado, “chamaqueado”, humillado y vencido por la afinada y afilada astucia del equipo de la Casa Blanca.

Un primer resultado del capítulo de negociación del T-MEC, consiste en que el gobierno de Trump ya se metió hasta la cocina, dirigiendo nuestra política exterior, determinando los rumbos del tema migratorio y, ahora, incluso vigilando el que se cumplan nuestras leyes laborales.

El documento H.R.5430, con su “Implementing Bill” del T-MEC, aprobado por la Cámara de Representantes de EU, estipula lo que López Obrador, Marcelo Ebrard y Jesús Seade no sabían: que Estados Unidos tendrá derecho a designar en su personal diplomático hasta cinco “agregados laborales” (con sueldo de hasta 117 mil dólares anuales), para vigilar que en México se cumpla con la legislación de la materia, además de la activación de una “hotline” para recibir denuncias anónimas sobre posibles faltas a la libertad sindical, violaciones a los derechos humanos de los trabajadores y presuntas infracciones a los contratos colectivos de trabajo.

Los sectores clave sujetos a supervisión serían el aeroespacial, electrónica, automotriz, call centers, autopartes, industria panificadora, minería y acero, y aluminio.

La declaración de López Obrador, en el sentido de que “esa ley de EU es clandestina”, tras conocerse el adendum de los “agregados laborales”, rezuma ignorancia y es muestra de que, a pesar de su popularidad, el presidente no está preparado para gobernar.

La reacción de Seade: “No sé de dónde sacaron eso”, es una variante del mismo asunto: No saber que no se sabe es un síntoma de obscuridad radical; no saber leer y no saber entender son dos síntomas de una obscuridad relativa.

Uno de los resultados del capítulo de negociación del T-MEC es un país empinado, atado de manos y obligado a acatar los designios y supervisiones del negociador astuto y sagaz.

Otro de los resultados de ese capítulo de negociación del T-MEC, que además sirve genuinamente al México real -al México alejado del consenso obradorista- es de una esperanza iluminadora, pues Donald J. Trump ha demostrado ser más contrapeso de López Obrador que muchos órganos de poder y de gobierno mexicanos.


Pisapapeles

En el texto “Ciegos y desleales”, José Martí afirma: “Cuando se habla en nombre del país, o se dice lo que de veras dice el país, o se calla”. Luego agrega: “Sin plan de resistencia no se puede vencer un plan de ataque”.

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