Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
rosa-chavez-cardenas

El segundo cerebro

La microbiota está formada por microorganismos, millones de bacterias que viven en el intestino y tienen una interacción química, inmunológica y metabólica en la función del cerebro. La comunicación entre el intestino y el cerebro fluye en ambas direcciones. El cerebro modifica los movimientos, la llegada de sangre al intestino y la liberación de sustancias para modular la actividad intestinal. El intestino libera hormonas, mediadores inmunológicos (las defensas) metabolitos activos neuronales y neurotransmisores como la serotonina que es la encargada de la atención y el placer en las actividades cotidianas.

La composición de la microbiota es dinámica y cambia continuamente, dependiendo de la alimentación. El abuso de antibióticos, cortisona y otros fármacos perjudica la microbiota, afecta las secreciones intestinales, y como efecto causa colon irritable, conocido como colitis. Los síntomas son molestos: inflamación, diarrea, estreñimiento, tristeza.

El mal funcionamiento intestinal se relaciona con enfermedades mentales como depresión, ansiedad y hasta autismo, así como de otras neurodegenerativas como el Parkinson, la esclerosis múltiple y el Alzheimer. El buen funcionamiento digestivo es tan importante porque en el intestino se sintetizan gran cantidad de químicos para la producción de serotonina, adrenalina y dopamina. El 90 por ciento de la serotonina que utiliza el cerebro tiene relación directa con el triptófano que se produce en el tubo digestivo. Las infecciones, el descuido en la alimentación (exceso de carbohidratos y poca fibra) y el abuso de fármacos disminuye la producción de serotonina, lo que causa tristeza, apatía, trastornos de sueño y hasta pérdida de libido. La dopamina requiere tirosina, la sintetizada por la microbiota intestinal. El GABA, además, es modulado por la actividad de las bacterias intestinales.

En investigaciones recientes se ha demostrado que la alimentación y la administración de probióticos mejoran síntomas del autismo, la depresión y la ansiedad. Algunos de los problemas de la vida moderna y sedentaria por los que las personas peregrinan de médico en médico son los derivados de la digestión: gastritis y colitis. Los pacientes se someten a estudios costosos: endoscopía, biopsias y análisis clínicos. El resultado es el famoso Helycobacter pylori: el chivo expiatorio del diagnóstico. La bacteria resulta el enemigo y el tratamiento es someterse a meses de antibióticos. Resulta que el famoso Helycobacter es uno de los millones de microrganismos que integran la microbiota humana, lo que abre la puerta al conocimiento de múltiples enfermedades, sobre todo las llamadas funcionales que integran la flora intestinal. El tratamiento con antibióticos está contraindicado en cuanto lo dejan sin defensas.

El estrés, la sensibilidad, el tabaquismo, las bebidas azucaradas, y la carencia de una buena nutrición son los enemigos del buen funcionamiento digestivo. La salud intestinal está relacionada con la salud mental. El nacimiento por cesárea afecta al recién nacido quien se priva de adquirir la microbiota de la madre, elementos que en la vida del bebé son fundamentales para la adecuada actividad intestinal. La presencia del oligosacárido, fucosil-lactosa que se produce a partir de la leche materna activa al hipocampo relacionado con la memoria y el aprendizaje. En otro tema, el déficit de atención se puso de moda como patología, medican a los niños y son tratados casi como si tuvieran retraso mental, incapaces de aprender. Papás tomen consciencia, los niños hoy en día reciben muy mala nutrición. Se niegan a comer frutas y verduras y los padres se someten a sus caprichos, sus preferencias están limitadas: comida chatarra, botanas con sabores artificiales, refrescos, salchichas, pizza con queso de dudosa calidad, hamburguesas con pellejos que sobran de la venta de carne y sopas instantáneas, todo artificial, mitigan el hambre, pero no alimentan. Incluso, hasta se niegan a ingerir los nutritivos frijoles. La falta de fibra en su dieta afecta la evacuación, pasan días sin ir al baño. El resultado: alteraciones del humor, trastornos de conducta, y trastornos compulsivos: morderse las uñas, cortarse, arrancarse el cabello, falta de atención y memoria, trastornos de sueño, pérdida de apetito o deseos de comer en exceso.

Hey you,
¿nos brindas un café?