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El rol de la generación del Milenio

La madre suele ser asociada con el amor incondicional, la consideramos amorosa, protectora, capaz de dar la vida por sus hijos. En el inconsciente colectivo compartimos el arquetipo de la madre ideal. Por eso el 10 de mayo, Fiesta de la Madre, es tan especial para los mexicanos. Es un día muy importante para las ventas. De hecho, fue creado para activar la economía. La realidad es otra, las madres son humanas y como tal tienen cambios de humor y a veces prefieren a los hijos. En mi adolescencia sufría al ver los privilegios que tenían mis hermanos por ser varones.

También se presentan emociones negativas como competencia, envidia, celos en las relaciones entre madre e hija y entre hermanas; asuntos históricos e histéricos que se han compartido por generaciones. El problema de los conflictos entre madre e hija cobra una dimensión difícil de entender y es causado por varios fenómenos. Se supone que las madres solo quieren que los hijos sean felices. En la práctica, a veces, resulta lo contrario: la madre, de manera inconsciente, vive en conflicto con alguna de sus hijas, repitiendo la historia transgeneracional de las mujeres en su familia. La hija para poner distancia, se empodera, tratando de buscar reconocimiento y se vuelve empresaria, incursiona en la política, o triunfa como universitaria. En el opuesto puede pasar que una madre amorosa y sobreprotectora cree dependencia e inseguridad en la hija. Su esperanza es de mantenerla a su lado toda la vida y se forma así una diada difícil de romper.

Las abuelas todavía cargan la discriminación por su género. Ellas no podían elegir el número de hijos, casi nunca disfrutaron la intimidad de pareja, no conocían la palabra orgasmo, es más, todo lo referente al sexo era tema tabú. De manera frecuente escucho historias de madres que han tolerado el abuso de su pareja. Maridos alcohólicos que las han golpeado, abandonado, regresan cuando están viejos y enfermos y ellas, tan abnegadas, los reciben. Esas mujeres sin autoestima lo dieron todo hasta el punto de despersonalizarse, se dedicaron a los hijos y no les enseñaron que, así como hay derechos, también hay obligaciones. Todo es de ida y vuelta. La madre se sacrifica para que sus hijos progresen, y cumplan el sueño que ella no pudo realizar y les facilita el camino para sus estudios universitarios. Pocos agradecen en la misma medida, creen que con dar un regalo el día de la madre ya cumplieron como hijos. Con los movimientos sociales la mujer ha sufrido transformaciones, su rol en la familia y en la sociedad ha cambiado de manera radical. Sin embargo siguen enfrentando muchos problemas.

Me compartió Doña Juanita: “Las madres de ahora son vale madre, le dan duro a la hilacha. Hace años, mi hija me dejó a sus hijos, se fue al otro lado, mi nieta quedó embarazada a los 15 y también me dejó a sus dos niños”. Las cifras de madres que abandonan a sus hijos se han incrementado, algunos varones cumplen con en el rol de proveedores y de madre-padre. También las labores cotidianas han cambiado, a las jóvenes, no les gusta planchar, no saben subir una bastilla o arreglar un cierre y tampoco cocinar. De manera que, para facilitarles la vida, los negocios se han multiplicado. La comida a domicilio con ayuda de los teléfonos inteligentes ha proliferado, hasta los niños tienen la aplicación en su celular. El consumismo, la cultura desechable y el hedonismo han cambiado a las presentes generaciones, la carencia de límites nos ha dejado grandes problemas sociales: falta de tolerancia a la frustración, adicciones a sustancias y a la tecnología, embarazos a edad temprana, obesidad y falta de sentido de pertenencia. “El amor de la madre es ciego, hasta que los problemas le abren los ojos”.

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