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Guadalupe Loaeza

El retrato de Dorian Gray

«¿Qué es un cínico? Es un hombre
que sabe el precio de todo
y el valor de nada»
Oscar Wilde

Por fin libre, se han de decir, un tanto cuanto incrédulos, los hijos de Alejandra Cuevas Morán. No solo su madre y abuela fueron víctimas de la injusticia con nombre: Alejandro Gertz Manero, sino también queda la incertidumbre sobre las futuras acciones que se le ocurra emprender al fiscal inmoral e inescrupuloso que padecemos en este país, en el cual la justicia no existe.

Por fin, Alejandra Cuevas fue puesta en libertad, por decisión unánime de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en México después de 17 meses de un viacrucis padecido en la tenebrosa cárcel para mujeres de Santa Martha Acatitla por el supuesto homicidio doloso de Federico Gertz Manero, hermano del fiscal más siniestro, engreído y falso, apoyado incomprensiblemente por el presidente de la República.

Alejandra ya está libre, ya está al lado de su madre, Laura Morán Servín, de 98 años, cuya orden de aprehensión ya está cancelada, de sus hijos y de sus nietos. Ya puede respirar «el aire de la libertad», como ella misma dijo al salir del reclusorio. Y el que no está libre, y no lo estará nunca, es Alejandro Gertz, cuya prisión está firmemente arraigada en su cabeza y en su corazón. Ahora más que nunca está solo, desprestigiado y avejentado como el retrato de Dorian Grey, cuyas acciones lo afeaban día a día. Alejandro Gertz tiene una conciencia selectiva, acusa a quien le conviene acusar y lambisconea a quien está en el poder. Finalmente, Alejandro Gertz irá perdiendo gradualmente su poder; por su culpa la Fiscalía bajo su mandato se ha convertido en un monstruo que no tiene pies ni cabeza, solamente se alimenta de odio y venganza. Este «Dorian Gray a la mexicana» ya no puede manipular ni engañar y menos amenazar a quien le convenga. Seguramente él conoce a quien o quienes intervinieron su celular, lo que demuestra que su capacidad como fiscal deja mucho que desear. ¿Cómo es posible que intervinieran el teléfono de un funcionario que supuestamente debe guardar secretos que son inviolables?

Ya está libre Alejandra Cuevas después de una resolución que debería de haber sido de lo más sencilla pues sólo se tuvo que aclarar que en derecho penal no existe la figura de «garante accesoria» que le impuso la Fiscalía General de Justicia de la CDMX y que apoyaron los jueces locales. ¿Por qué no se dieron cuenta antes? ¿Por qué tuvo que esperar tanto tiempo la Fiscalía General de Justicia de la CDMX, para percatarse de la existencia de esa posibilidad? Como dice la sentencia respecto a la que fuera compañera sentimental por más de 50 años de Federico Gertz Manero: «La expectativa de procuración de cuidado resulta desmedida. No es razonable esperar, por un lado, que una mujer sin conocimientos en una profesión tan especializada como la medicina, se conduzca como si tuviese habilidades excepcionales para evitar la muerte de una persona gravemente enferma. Por otra parte, se ignora la posible negligencia de hombres que fungieron como cuidadores y médicos del enfermo». Allí también hay mano negra. ¿De quién? Quién sabe.

«Tengo la certeza que sin ustedes el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, me hubiera sepultado para siempre en la cárcel con un delito que él fabricó, provocando un daño irreparable en mi familia y en mi vida», dijo Alejandra Cuevas al leer un mensaje a la salida de la cárcel. Lo leyó con firmeza, segura de lo que había escrito. No hay duda, Alejandra es una mujer fuerte y muy lúcida. Sus compañeras de Santa Martha Acatitla, muchas de las cuales seguramente están presas injustamente y en condiciones muy difíciles como es costumbre en este país, dice Alejandra que ella las va a ayudar, que pondrá a sus órdenes la fundación de sus hijos, para que dejen de ser invisibles, como ella misma se sintió durante todo ese tiempo. Cómo la van a extrañar sus compañeras invisibles. No obstante, las deja mejor organizadas con las clases que ella misma fundó, las de lectura, yoga y rompecabezas. Cómo van a extrañar su sonrisa y su inquebrantable voluntad por seguir adelante. Seguramente, también Alejandra las extrañará.

Mientras tanto la pintura de Dorian Gray (Alejandro Gertz Manero) continuará deteriorándose hasta la decrepitud.

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