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El placebo y el pensamiento mágico

Las personas con ansiedad y trastornos de personalidad son grandes consumidores de productos milagro. Generalmente la ansiedad coincide con otros trastornos y complicaciones sociales como los ocasionados por la pandemia, la pérdida de trabajo, de un negocio y, por ende, de crisis familiares. Regularmente quienes sufren de estos trastornos son de difícil manejo en la terapia, quieren cambio sin esfuerzo, prefieren invertir en el producto de moda.

Cuando las personas se encuentran ansiosas se produce un conjunto de perturbaciones que afecta varias áreas: afectiva, motivacional y de relación social. Disminuye su capacidad de introspección (insight) y de contacto con las emociones, se complican las relaciones interpersonales, se altera el comportamiento, se disparan las conductas agresivas y la impulsividad. Quien sufre de trastornos de la personalidad evita acudir a los servicios profesionales para eludir la etiqueta según la cual los que acuden están locos.

Es un reto explicarles que la esencia de su problema tiene causas en el sistema familiar y en traumas que pueden ser tratados en terapia y que el objetivo de la terapia es ayudarles a elegir una posición activa y reflexiva, enseñarles a afrontar los aspectos perturbadores ante sí mismo y ante su entorno y aprender a controlar sus emociones.

Quien sufre de trastorno de personalidad paranoide, se caracteriza por la desconfianza y la suspicacia. Las relaciones con los demás son interpretadas como maliciosas, predominan la sospecha, las dudas no justificadas acerca de la lealtad y la fidelidad de la pareja, amigos y socios. Está seguro que lo que digan será utilizado en su contra, alberga rencores y percibe ataques a su persona.

Inmersos como estamos en la cultura consumista y desechable, en estos momentos, la venta de productos milagro deja muchas ganancias. El pensamiento mágico es una creencia que traemos en el inconsciente colectivo, anterior al descubrimiento de la ciencia. El efecto es sencillo, aquello en lo que se cree se convierte en magia. Quien sigue este camino no se da cuenta de que el efecto de sanación pertenece a sí mismo y no al producto. El placebo es capaz de provocar el efecto deseado, de acuerdo a la necesidad del consumidor. El nocebo provoca el efecto contrario y esto lo vemos en los consumidores de sustancias legales e ilegales que les causan hasta daños neurológicos. Muchos aumentaron de peso durante el confinamiento de la pandemia y, ahora, en la desesperación por perder los kilos se convierten en clientes potenciales de esos productos que prometen resultados mágicos.

El 60 por ciento de los productos milagro son para adelgazar y regularmente tienen anfetaminas, que causan daños permanentes. Hace unos días fui a un negocio y llegó un señor a comprar unas inyecciones de células madre. El costo de la caja es de $5 mil pesos. Curiosa como soy le pregunté si él mismo las aplicaba y qué estudios tenía. Me contestó: “si viera que bien se sienten, se curan hasta del cáncer y yo me gano el doble”.

Son varios los implicados en estos negocios, pongo en primer lugar al consumidor en la búsqueda del placebo y del pensamiento mágico. La otra y muy importante es la falta de regulación en las políticas gubernamentales. Es conocido que con una suma de dinero el inspector se hace de la vista gorda. Para prevenir el contagio del Covid, me comentó un paciente que les venden un jarabe: “se alivió mi abuelita, entre todos cooperamos, nos costó $5 mil pesos, pero valió la pena”.

Cuando declararon la pandemia muchos corrieron a comprar unos medicamentos homeopáticos que recomendaron en un video. Ese no es el fundamento de la homeopatía, el uso no indicado también causa efectos secundarios. Como terapéutica trata los síntomas individuales, no importa encuadrar en enfermedades, pero, se desprestigia porque la invaden mucho los charlatanes.

La Psicología es importante, tiene muchos enfoques: apoyar para que reconozcamos los puntos débiles, las emociones reprimidas, la ansiedad, el temor a la muerte, a quedar sin trabajo. Es tanta la carga emocional para la psique que al protegerse lo transforma en síntomas. Es lo que se llama somatización. El enfoque biomédico las encuadra como enfermedades, sin importarle considerar que los seres humanos somos vulnerables y nos afectan muchas de las cosas del entorno. En el momento actual es la incertidumbre, así que el paciente necesita antes que nada ser escuchado, y solo así el médico puede hacer un diagnóstico y diseñar un plan de recuperación.

¡Cuidado, no caigan víctimas de charlatanes que se enriquecen de las necesidades de los seres humanos!

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