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Cesar Chelala

EL ORO SUCIO DESTRUYE VIDAS Y TAMBIÉN EL MEDIO AMBIENTE

Desde antes de Cleopatra, las joyas de oro han sido un regalo preciado. Pero el oro también puede ser una maldición. El “oro sucio” es el oro producido mediante malas prácticas medioambientales, condiciones de trabajo deficientes o transacciones ilegales. La minería sucia del oro, utiliza cianuro y mercurio, que son sustancias químicas venenosas. Más del 90 por ciento del oro del mundo se extrae empleando estas substancias químicas.

En Perú, el sexto productor mundial de oro, aproximadamente una cuarta parte es de origen ilegal. La minería del oro atrae a empresas extranjeras que emplean a miles de mineros. Pero los costos humanos y ambientales superan los beneficios temporales. El 19 de noviembre de 2021, la Primera Ministra de Perú, Mirtha Vásquez, dijo que el gobierno prohibiría una mayor expansión de cuatro minas en la región sur de Ayacucho, debido a su impacto negativo sobre el medio ambiente. También dijo que el gobierno cerraría las minas ilegales lo antes posible.

La minería del oro en la selva amazónica ha aumentado en los últimos años, impulsada por el alto precio del oro. Las concesiones mineras selváticas han sido otorgadas por el Ministerio de Energía y Minas. Pero estas concesiones se han descontrolado. Las imágenes aéreas captadas por un astronauta desde la Estación Espacial Internacional, son una prueba clara de la naturaleza invasiva de la minería artesanal y la incapacidad de las autoridades para frenarla.

Durante varios años, la industria minera en Perú ha estado vinculada a la deforestación y a la contaminación del aire y los ríos. Los activistas ambientales también han perdido la vida. OjoPúblico, un espacio digital del periodismo de investigación en Perú, cita datos provistos por la Coordinadora Nacional Peruana de Derechos Humanos (CNDDHH): veinte activistas ambientales han sido asesinados en la Amazonía peruana desde 2013, incluidos doce líderes indígenas.

Durante la extracción de oro, se deslavan grandes volúmenes de suelo y se buscan oligoelementos. Según el grupo ecologista Earthworks, para producir suficiente oro para hacer un solo anillo, es necesario desalojar y desechar 20 toneladas de roca y tierra. Los desechos de este proceso transportan mercurio y cianuro, que se utilizan para extraer oro de la roca. Los deshechos contaminados obstruyen los arroyos y ríos y contaminan los ecosistemas marinos, aguas abajo de los sitios mineros. La minería del oro libera cientos de toneladas de mercurio elemental en el aire y degrada la original pureza atmosférica.

El mercurio contamina las vías fluviales y se convierte en una grave amenaza para la salud humana. La exposición crónica al mercurio provoca daños en el cerebro, la médula espinal, los riñones y el hígado. Aunque los contaminantes ambientales afectan a todos los miembros de la sociedad, los niños son los que más reflejan su impacto porque su sistema inmunológico y sus mecanismos de desintoxicación no están completamente desarrollados.

En las mujeres embarazadas, los compuestos de mercurio atraviesan la placenta y pueden interferir con el desarrollo del feto. El mercurio también puede causar trastornos por déficit de atención y retrasos en el desarrollo. Aparte del impacto ambiental, la extracción ilegal de oro ha aumentado significativamente el número de adolescentes y mujeres jóvenes obligadas a participar en redes de prostitución. Las mujeres jóvenes son llevadas de todo el país a burdeles en campamentos mineros. Muchas de estas mujeres nunca se vuelven a ver.

El mercurio también es una toxina para los peces. El pescado de la zona contiene tres veces más mercurio que los niveles seguros permitidos por la Organización Mundial de la Salud. El Fondo Mundial para la Naturaleza declara: “Después de la quema de combustibles fósiles, la minería del oro a pequeña escala, es la segunda fuente más grande de contaminación por mercurio del mundo, y contribuye con alrededor de 1/3 de la contaminación por mercurio en el mundo”.

Según la Asociación para la Conservación del Amazonas, anualmente se vierten entre 30 y 40 toneladas de mercurio en los ríos de Madre de Dios, una zona rica en biodiversidad en el sureste de Perú, envenenando la cadena alimentaria. Si las autoridades peruanas persisten en su decisión de eliminar la minería excesiva y no regulada, será un paso importante para proteger la Amazonía y la vida de quienes allí viven.

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