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Guadalupe Loaeza

El orate y el insensato

Estoy deprimida, desencantada, decaída y muy amargada. Me rehúso a enterarme de más actos de corrupción de funcionarios y ex funcionarios de la 4T en México. No quiero saber más de sus abusos de poder, de sus bienes, de sus transferencias millonarias en dólares, de sus cuentas bancarias en el extranjero, de sus enriquecimientos inexplicables e incluso de sus supuestas deudas a pesar de sus robustos salarios acumulados desde hace años. No obstante las pruebas fidedignas por parte de la UIF (ahora bajo el mando de Pablo Gómez), me enferma escuchar al Presidente minimizar, con toda su mala fe, los escándalos más recientes de corrupción, por el solo hecho de que los responsables forman parte de su gabinete. Para López Obrador estos señalamientos se tratan exclusivamente de «ataques», para desprestigiar a su gobierno, cada vez más señalado por actos de corrupción, como continúa siendo, ante la opinión pública, el misterioso origen de la fábrica de chocolates «Rocío», propiedad del hijo mayor del Presidente.

Vayamos al grano, y empecemos a hablar del orate, Alejandro Gertz Manero. Según el reportaje de El Universal firmado por Francisco Reséndiz y Diana Lastiri, publicado hace días en primera plana, nos enteramos de que el fiscal, no nada más hacía transferencias bancarias internacionales de montos millonarios en cheques y dinero efectivo, también compró 122 automóviles de lujo por 109 millones 775 mil 399 pesos, en su mayoría Mercedes Benz, aparte de un Rolls-Royce. ¿Por qué Mercedes Benz?, me pregunté intrigada. De pronto me acordé, que la madre del fiscal general de la República se llamaba Mercedes Manero. Su compulsión por esta marca, ¿tendrá que ver con el logotipo de la estrella plateada de tres puntas, rodeada por un círculo? ¿Qué diría Freud de esta fijación por solamente una marca de coche? Hay que decir que Mercedes Benz, «bajo el nombre Daimler-Benz, colaboró activamente con el régimen nazi y fue partícipe de violaciones de derechos humanos en sus fábricas. (…) del ‘tratamiento sádico y brutal de los judíos presos en la fábrica de Daimler-Benz en Rzeszow y en la selección de trabajadores judíos durante su deportación de Galitzia al campo de exterminio de Belzec'» (Wikipedia).

¡¡¡Ciento veintidós autos!!! ¿De cuántos pisos tendría que ser el estacionamiento para estacionarlos todos? ¿Pagará el fiscal la tenencia de cada uno de ellos? Por supuesto que no, han de tener placas del estado de Morelos, Michoacán o Nayarit. Ni el hombre más rico del mundo ha llegado a acumular tantos coches. Estoy segura de que el orate no ha de tener ni licencia; a lo mejor ni sabe manejar. Si así fuera, ¿tendrá 122 choferes?

El insensato es el ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto. El diario Reforma publicó, también en primera plana, que Nieto acumuló, en 25 meses, cuatro propiedades y un auto (¿¿¿¿nada más????). Este presunto enriquecimiento ilícito ya fue presentado ante la Fiscalía General de la República, es decir a su enemigo, Gertz Manero. Claro que la fortuna millonaria en dólares del fiscal no tiene nada que ver con la de Santiago Nieto. Basta con observar con atención su respectivo rostro, para percatarse del contraste de expresión. Mientras que el orate tiene cara de malo, el insensato cuenta con una expresión de gente decente. Ni modo, como decía doña Lola, «con la edad se te va poniendo cara del oficio…». Nieto declaró: «Soy un hombre de principios y valores que siempre ha luchado contra la corrupción, la impunidad y el abuso de poder. En eso consiste la Cuarta Transformación de este país y me voy a mantener en esta lucha. Esas son mis causas». Le creo, sobre todo cuando hace hincapié en que aumentaron sus deudas, mas no su patrimonio. «La información del crédito mancomunado que obtuve es pública y mi esposa y yo lo estaremos pagando por 20 años. Todo está declarado ante el SAT y ante la SFP». Le creo. De allí que me hubiera parecido sumamente injusto que aceptaran o pidieran su renuncia nada más por haberse casado en Guatemala, en el lugar donde murió su madre. Es cierto que en la boda, un evento privado que se hizo público, surgió un incidente, la introducción de 35 mil dólares en efectivo, los cuales no fueron declarados.

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