¿Cuál papel juegan los países en desarrollo en el mantenimiento del equilibrio geopolítico contemporáneo? ¿Cómo han cambiado, en los últimos años, las relaciones entre los actores globales, desde que las amenazas yihadistas minan la paz y la estabilidad? En fin, ¿cuáles escenarios se pueden proyectar si, como dice el Santo Padre, estamos viviendo «una tercera Guerra Mundial en capítulos»?
Estas son algunas de las preguntas que surgieron durante el seminario de política exterior «Como cambia el mundo», que tuvo lugar en Roma. Expertos y políticos del partido Democrático italiano de la Cámara de los Diputados han intentado contestarlas.
El primer cambio importante del orden mundial ocurrió en el 1989, después de la caída del muro de Berlín, cuando el equilibrio mundial evolucionó desde un mundo dividido en dos grandes bloques de influencias, que se sostenía gracias a la política de la disuasión, hacia un nuevo paradigma multilateral. «Se consideraba a los países en desarrollo gregarios de los Estados Unidos, potencia catalizadora del área Atlántica junto a las Naciones Unidas. Los actores regionales tenían el deber de tener unido este sistema. Pero desde el 2000 hasta el 2010 los países-amigos se convierten en países- competidores, porque crecen desde el punto de vista económico», como explica Paolo Magri, vicepresidente del Instituto para los Estudios de política internacional (Ispi).
Según los datos de este Centro de estudios, los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Africa del Sur, países emergentes que se distinguen por el incremento del producto interno bruto y de la renta del negocio mundial) en unos años generarán el 47% de la riqueza global. Y no olvidemos el presupuesto militar: si actualmente los Estados Unidos son el primer país en el mundo por inversiones en el sector de la defensa, para 2030 China podría adelantar Usa en este capítulo de gasto público.
¿Y Brasil? «Mientras los países europeos cierran las embajadas en los lugares que tienen alto riesgo de inseguridad, Brasil las incrementa. Se opina que, dentro de poco, podría tener un número de sedes diplomáticas más alto que el de Gran Bretaña. Además si los europeos cortan el gasto en cooperación, Brasil lo sube», aclara Magri.
El 2015 es, de hecho, un año significativo en lo que se refiere a cooperación internacional. Están dadas las condiciones para que el debate sobre una importante agenda internacional del panorama mundial: la de los “Objetivos del Milenio”, que ha comprometido a los países de las Naciones Unidas y de otras organizaciones internacionales. Este año, concluye el término establecido para vencer hambre, pobreza y desigualdades sociales.
Si durante la Guerra Fría, la política de la disuasión permitió mantener una estabilidad ponderada pero ilusoria, el orden actual ha ampliado los impulsos fundamentalistas contra el proceso de occidentalización del mundo, para Massimo D’Alema, presidente de la Feps (Foundation for European Progressive Studies).
«Hay que responsabilizar a los nuevos actores si queremos hablar de verdad de multilateralismo. Las reglas valen para todos», añade el ex ministro del Exterior italiano quien recordó cuando la Nato dejó Afganistán y las consecuencias que tuvo esta decisión: China expresó su miedo sobre lo que hubiera podido pasar en la zona limítrofe del país sin la defensa de la Nato. Sin embargo Pekín no estuvo involucrada en el proceso de exit strategy .
Hoy todo el mundo conoce la palabra Califato, concepto que nace en el Islam post-coránico, «un nuevo diseño, esencial para la constitución de un nuevo paradigma político». El Ei, el grupo yihadista armado del Estado Islámico, que en estos días amenaza con conquistar Italia y que ya ocupó Libia, «logró transformar el disentimiento (hacia el Occidente) en institución».
¿Qué tiene de diferente Daesh (el nombre en arabo del Ei) de Al Qaeda, si no una administración capilar, capaz de gobernar territorios muy amplios? Sin embargo, según los últimos datos, la organización de Al Baghdadi cuenta con poco más de 30 mil hombres, y según la Defensa americana, 15 mil han muerto a manos del ejército de la Coalición. Pero hay que recordar que el 30% de la población islámica apoya el Califato, es decir, millones de personas que hoy tienen servicios y asistencia, que antes, bajo los regímenes autoritarios, nunca tuvieron.
Así no extraña si para Lucio Caracciolo, Director de la revista de geopolítica Limes, la bandera negra del Ei ondea ya en Libia. «El Estado Islámico representa un brand y una protección que garantiza seguridad a los grupos étnicos que pueblan el País».
La ausencia de una estrategia de largo plazo por parte del Occidente espanta a los países islámicos moderados, así como la falta de liderazgo en política exterior pone más débil a la Unión europea. Emma Bonino, ex comisaria Ue y ya ministra del Exterior en Italia, tiene las ideas claras: « El proceso de re-nacionalización en política exterior es evidente. Alguien piensa que es el último capricho del Estado-Nación».
Hasta ahora, para la ex ministra, se notó más la falta de otro actor internacional: el Consejo de Seguridad de la Onu. «Su silencio en asuntos como Boko Haram, Sudán y ahora la cuestión líbica y del terrorismo ha sido estridente». Pareciera que la declaración de Emma Bonino haya llegado hasta Nueva York, porqué, por fin, el Consejo de seguridad se reunió el 18 de febrero, para debatir sobre la situación de inestabilidad que vive Trípoli.
Mientras los actores principales están ocupados en los epicentros de guerra por un lado en el Sur-Este del Mediterráneo, y por otro, en el confín oriental europeo, para Alessandro Politi, director de la Nato Defense College Fundation, es la mafia el real peligro para la seguridad mundial. El tráfico de armas y drogas que producen las mafias involucra a Latinoamérica, basta pensar en el narcotráfico en México, país donde hay muchas empresas extranjeras, que provoca cada año millares de muertos. Un problema muy serio que Europa está desestimando.