Llegó julio, el mismo de hace cuatro años, tiempo para que algunos se “enjaranaran” o sea asumieran préstamos personales con el claro y manifiesto objetivo de ver el mundial. Si no lograron viajar a Rusia, donde, en esta ocasión, se disputó el mundial de turno, entonces la misión fue la de tener un teatro en casa o un set de televisión lo suficientemente grande para ver la mayor cantidad de partidos.
Muchas personas irresponsablemente o como desentendidas, sin preocuparse de las consecuencias de sus actos, solicitaron préstamos más allá de su capacidad financiera. El mundo pareció detenerse, casi como si un mes hubiera desaparecido del calendario y fue así hasta para personajes que normalmente imaginamos muy serios, enchaquetados y con trajes enteros.
Durante un mes la gente vivió en una amnesia permanente, poco importaba si subían los precios del combustible o de los alimentos. Al menos, así es en mi país, máxime si la Selección Nacional clasifica. Y los políticos aprovechan para realizar movidas que consideran necesarias según su criterio.
Hay personas quienes se hermanan sobre todo si coinciden en un mismo lugar para ver la copa del mundo de fútbol. Los desconocidos se conocen y celebran; la inmediatez, el festejo y el placer instantáneo se convierten en una boda de treinta días o en un festejo largo.
Otros en cambio se vuelven más violentos y lo descargan sobre sus semejantes, que pueden ser la esposa, el hijo, la hija o hasta la pobre mascota de la casa. Todo sea en pos de la causa del futbol.
Ante este escenario absorbente ¡Cómo abstenerse! ¡Cómo abstraerse!, si personalidades como Villoro, como Eduardo Galeano y hasta el mismo Borges para bien o para mal hablaron del fútbol para criticarlo o cuanto menos comentarlo en sus historias prolijas, comentarios, ensayos y otros géneros.
El fútbol se convierte en un circo necesario para el desahogo de los pueblos, imprescindible para remozar la sociedad y estructurar un compromiso que deberá durar cuatro años.
Al finalizar cada uno vuelve al fastidio de la cotidianidad que cae con todo su peso, y en el mientras descubre que los precios han subido y la vida se ha hecho un poquito más cara. Quedan trabajos pendientes que son imprescindibles y que hay que concluir.
Si el equipo que seguías logró ganar el campeonato, pues ¡en hora buena! te has ganado el derecho de celebrar una semana más, si no, pues, con el pitazo final vuelves a la realidad.
Antes de mirar entonces a Quatar 2022 decimos ¡qué viva el invento del fútbol que nos abstrae, nos hermana o por el que nos golpeamos! ¡ Qué viva pues el hacerse los desentendidos!