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El lenguaje no verbal

El lenguaje corporal, el no verbal, es tan importante como el lenguaje verbal. El movimiento, los gestos, la expresión facial, las emociones transmiten información sobre el estado de ánimo, y los sentimientos. Cuando tenemos el conocimiento y somos capaces de interpretar, nos revela parte de la personalidad. 

El lenguaje no verbal es inherente a los animales, es la manera de comunicarse dentro de una manada. Pasó al hombre y sigue siendo tan importante como antes de civilizarnos. 

El lenguaje no verbal se desarrolla principalmente en el plano inconsciente, está vinculado a las áreas intuitiva e instintiva. 

El origen de la comunicación se remonta a la aparición de los primeros mamíferos, hace unos 300 millones de años. La conducta no verbal es el área más primitiva de la comunicación, la que más experiencia tiene en la evolución de la especie. Por muy inteligentes y racionales que nos creamos, la conducta no verbal, las emociones y el inconsciente son los que nos dictan la manera de comunicarnos y descubren, aun a pesar nuestro, lo que con el lenguaje verbal tratamos de esconder. 

La expresión facial y postura corporal son factores para tener en cuenta en el tratamiento del trastorno por estrés postraumático. Por ejemplo, en la depresión, el ego se resiste a aceptar que necesita ayuda, las palabras se convierten en una barrera, el deprimido dice sentirse bien, pero su cara refleja la frustración, el dolor, el coraje hacia sí mismo. 

Los investigadores del FBI, los que trabajan en la aduana, para el consulado, en los aeropuertos, en el área del terrorismo y en las investigaciones criminales, son expertos en el lenguaje corporal. 

En el rostro existen 43 músculos que llegan a formar más de diez mil expresiones, las cuales revelan cuando alguien está contento, enojado, triste, enfermo. También son importantes las micro expresiones; éstas a diferencia de las expresiones faciales comunes son difíciles de esconder, son movimientos faciales rápidos, involuntarios e inconscientes. El cuerpo emite señales que se interpretan sin expresar nada verbalmente. Por ejemplo, el miedo se interpreta en el rostro y tiene razones de protección. La expresión corporal del miedo permite expandir el pecho y aspirar más oxígeno, prepara al cuerpo para correr o pelear. Al desorbitar los ojos aumenta el campo visual. 

Cuando la persona está enfadada, frunce el ceño, acortando el campo visual para restringir el objetivo. El cerebro es un sistema tan sofisticado que las computadoras y la inteligencia artificial tratan de imitarlo. Pero hay una gran diferencia: los humanos tenemos sentimientos que se expresan según el temperamento, la educación y la cultura. 

Una zona muy importante en el cerebro es el Sistema límbico, herencia de la evolución animal. Es el que nos pone en alerta ante el peligro y guarda en la memoria los eventos traumáticos para defenderse ante el peligro. 

Según un experto que laboraba para el FBI hasta los movimientos de los pies nos delatan. Al utilizar el lenguaje verbal movemos las manos, lo que ayuda a formar los pensamientos para expresarlos pero, no solo, también como ayuda a pensar. Los gestos además de comunicar son la forma en la que estamos programados. El cuerpo expresa lo que ocurre en la mente. El cerebro pone en acción componentes fisiológicos, cognitivos, del comportamiento que transforma en una comunicación verbal y no verbal. 

El conocimiento del lenguaje es muy útil en la terapia. El ego en ocasiones no permite dar a conocer lo que la persona considera debilidades y por lo tanto trata de engañarse a sí mismo. Considera vergonzoso el sentirse deprimido. 

El presidente de México, López Obrador tiene un lenguaje corporal muy kinestésico, habla con las manos, apunta, a veces pareciera que trae un bate en la mano y le tira a la pelota. Como niño menciona: “lo que diga mi dedito”. Los gestos faciales no coinciden con su lenguaje verbal, no refleja tristeza o preocupación ante situaciones graves como los miles de fallecimientos por el Covid. Muestra todos los días un lenguaje beligerante, lleno de enojo; culpa a sus adversarios, no soporta las críticas y despliega la verborrea en defensa de sus ideas. Es una persona insegura, lo descubren sus delirios, su rostro, su imagen corporal, un conjunto que lo muestra como una persona de mayor edad. Presume frecuentemente de sus valores. Sin embargo lo que deja ver es un doble lenguaje y sus carencias. El discurso revela ignorancia, inseguridad, falta de congruencia e incapacidad de aceptar errores. Su lema es muy reforzado todos los días: “estás conmigo o contra mí”.

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