Ombligo del mundo, rascacielos, hoyo profundo, 9/11, caleidoscopio, aeropuerto, de kilómetros a millas, desgarre, esperanzas que aterrizan, nostalgias que se enraízan, espacio físico que se encoge, subterráneo, subir escaleras, bajar escaleras, ratas insolentes, ratas resueltas, ratas urbanas, olores que ofenden, grúas, alcantarillas que fuman, ruido, ambulancias, bomberos, policías, pobreza desesperada, riqueza infinita, tribus tatuadas, trabajo, ojeras, sueño, sueño que agota, sueño que despierta, morir de visa, garras, casas compartidas, anhelos compartidos, camas compartidas, encuentros fugaces, amores que nacen, amores que se apagan, culturas, vibraciones, música, vivir sin límites, prejuicios que se desmoronan, libertad a ras de piel, arte que nutre, innovación, movimiento, tesoros escondidos, bares, soledad, amistades, raíces arrancadas y vueltas a reanudar.
Nueva York es eso y mucho más…
NUEVA YORK ES MI CASA Y VENEZUELA MI HOGAR
La cita es en el Joe’s Pub. La ciudad está envuelta en una nube grisácea que difumina los contornos de los edificios. Sin embargo es tanta la emoción de visitar el Joe’s Pub vacío, sin público, que hasta la lluvia pareciera imprimir un dejo de alegría en las calles cercanas a Astor Place. Pocos lugares tienen la magia de un teatro vacío. Más todavía cuando hablamos de un espacio como el Joe’s Pub que es parte de The Public Theatre de Nueva York, uno de los conjuntos teatrales más importantes de la ciudad. Lo fundó Joseph Papp hace más de 60 años. Él creía profundamente en el poder transformador de la expresión artística y quiso acercar el teatro a todo tipo de público. Hoy The Public Theatre con sus seis salas de teatro y el Joe’s Pub sigue siendo un espacio en el cual la cultura es la gran protagonista.
– Entré por primera vez en el Joe’s Pub para ver a un cantante y sentí de inmediato el deseo de presentar aquí un espectáculo mío. Mandé una carta y me aceptaron. Me dijeron “te vamos a dar una oportunidad”. Ya llevo 18 presentaciones y ahora soy uno de los cinco artistas residentes.- Migguel Anggelo, actor, cantante y bailarín venezolano nos recibe con una sonrisa abierta y cálida. Su energía es contagiosa, todo su cuerpo vibra por la emoción de mostrarnos el espacio en el cual da rienda suelta a la imaginación con increíble capacidad histriónica.
Entramos en el Joe’s Pub. Está sumergido en la penumbra. A medida que los ojos se acostumbran a la semioscuridad, el silencio nos envuelve, un silencio en el cual podemos percibir el eco de las emociones del público que, noche tras noche, ríe, llora, se llena de añoranzas y recuerdos, vive despechos y nuevos amores, junto con los artistas quienes, desde las tablas, les regalan un sueño compartido.
Migguel Anggelo percibe y comparte nuestra emoción. “Esta es mi segunda casa. Aquí transcurro la mayor parte de mi tiempo, escribo mis canciones, preparo los espectáculos. Es un lugar en el cual no importa quién eres ni de dónde vienes, lo único que vale es tu talento artístico”.
Ya podemos detallar el diseño interior. Es cálido, acogedor. El marrón rojizo del cuero se funde con los tonos oscuros de la madera. Cerca del bar en el cual botellas y espejos juegan, reflejándolas, con las débiles luces, está enmarcado un acordeón. Es maravilloso, imponente, una joya en un santuario de la música.
Migguel Anggelo no podía encontrar mejor lugar para expresar su creatividad. Es cantante, actor, bailarín. Lo dice su voz, lo cuenta su cuerpo, lo expresan sus movimientos llenos de armonía y el rostro que transmite múltiples emociones. “Cuando era pequeño y me preguntaban ¿qué quieres ser cuando seas grande? yo contestaba sin dudar: yo no voy a ser. Yo soy. Yo soy artista”. Sin embargo Migguel Anggelo es antes que todo un ser humano preocupado por lo que pasa a su alrededor, tanto en su país, Venezuela, como en Estados Unidos y en el mundo. Atento a todo tipo de injusticia, transforma sus canciones en poemas cantados en los cuales encierra su indignación frente a los abusos, grita el dolor propio frente al dolor ajeno, comparte el deseo de paz y de libertad. Muchas las batallas en las cuales se hunde lanza en ristre. Lucha para exigir respeto y justicia para la comunidad LGTBQ, las mujeres, los inmigrantes. “Me resulta extraño pensar que estamos en 2019 y la humanidad en lugar de avanzar retrocede. Pareciera que las personas no tienen memoria, que no recuerdan lo que pasó con líderes que basaron su poder en el odio. Los Hitler, Mussolini, Castro y en mi país Chávez. Puede que suene a clichés pero creo que necesitamos más amor, mayor capacidad de reflejarnos en el otro, sin juzgar, dejando que cada quien sea como sea”.
Como una herida abierta le duele lo que está pasando en Venezuela, un país en el cual transcurrió una infancia feliz, libre, viviendo en una finca, en contacto permanente con la naturaleza y los animales. Another Son of Venezuela es una de las canciones que le dedicó.
En sus espectáculos mezcla la actuación con el canto y la danza y muchas veces encarna a varios personajes mostrando un control de la escena realmente asombroso. No solamente cambia de vestuario sino que modifica las expresiones del rostro, del cuerpo, las tonalidades de la voz. En cuestión de minutos, de segundos, se produce una metamorfosis total y en escena está otra persona totalmente diferente de la anterior. En LatinXoxo: An Unrequited Serenata, musical que analiza los estereotipos latinos vistos a través del lente Queer, representa a tres personajes muy diversos: la virgen María, Carmen, una prostituta y un toreador. Migguel volverá a presentar este show en Nueva York en octubre y noviembre. En el espectáculo más reciente, Welcome to la Misa, Baby, los personajes son siete y a todos los construye con increíble destreza, cuidando hasta el más mínimo detalle. “Uno de los más difíciles ha sido Manuela, el Drag Queen, el sacerdote. Tuve que aprender a caminar en las plataformas que ellos usan en sus espectáculos. Es realmente complicado. Desde que tuve que sumergirme en su mundo los respeto mucho más. Es increíble el trabajo que realizan”.
Migguel Anggelo supo desde muy pequeño que era gay y un día confió a su madre, bailarina: “Creo que soy gay porque el corazón se me sale del pecho cada vez que veo a mi vecino Juan Carlos”. Lo recuerda riendo y agrega: “Mi mamá siempre fue mi mejor amiga”.
Welcome to la Misa, Baby es un monólogo que escribió junto con David Drake tras la masacre ocurrida en la discoteca “Pulse” de Orlando. “Para los gay las discotecas son como unos santuarios, unos lugares en los cuales se sienten libres, seguros. Es terrible que alguien llegue allí con la intención de matar. Para mi lo que pasó en Orlando, fue un dolor muy grande. No conocía a los chicos que murieron pero los lloré como si fueran familia”.
La inmigración, sobre todo la realidad de los ilegales condenados a vivir con el miedo adherido a la piel, también sirvió de inspiración para Migguel quien les dedicó la canción I, Inmigrante. “Creo que todo inmigrante debería hacer lo posible para tener sus documentos en regla pero entiendo también que es muy costoso y casi imposible de lograr para personas que ganan apenas para sobrevivir. Yo, desde que estoy aquí, he pagado fortunas, lo que trabajo lo ahorro y lo doy al abogado”.
Al hablar de Nueva York Migguel Anggelo confiesa con entusiasmo que siempre deseó vivir en esta ciudad, “cuando era pequeño decía que yo era de Nueva York. Era la ciudad de mis sueños. Cuando finalmente vine sentí que había llegado a casa. Parece raro pero es lo que siento. Esta ciudad me inspira, todo en ella me habla, hasta las ratas que caminan en el metro, la basura, los homeless. Muchas de mis canciones las escribo en el metro. La ciudad tiene el ritmo de un corazón que está siempre acelerado. Es mi mismo ritmo. Sí, Nueva York es mi casa y Venezuela mi hogar”.
Su sueño es volver a Caracas y presentar un espectáculo en el Teatro Teresa Carreño, allí donde empezó su carrera cuando a los 13 años lo escogieron para ser Pinocho en una producción basada en un musical de Broadway.
Mientras conversamos emociones y sentimientos se van dibujando en el rostro y en el cuerpo de Migguel Anggelo. Los refleja en cada movimiento, los transmite y nos involucra. Entendemos porque en sus espectáculos el público ríe y llora, se emociona aun cuando canta en español y no conoce ese idioma.
El pequeño Migguel tenía razón cuando dijo: “Yo no voy a ser. Yo soy. Yo soy artista”.