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Guadalupe Loaeza

El inquebrantable

Para Lu, por sus 10 años.

«Que hagan una tercera encuesta, ese es su cuento, yo ya soy presidente. No creo que en una tercera encuesta me puedan derrotar, yo soy presidente legítimo porque gané en la ruta que definieron», dijo Porfirio Muñoz Ledo, a través de una conferencia en video, acompañado de Ifigenia Martínez.

No, Muñoz Ledo no es de los que dicen «ahí muere, mano». La larga y riquísima trayectoria política de Muñoz Ledo lo pinta de cuerpo entero como a un personaje fundamental en la historia moderna de México. «Porfirio es brillante», suele decir todo el mundo, incluso sus detractores. No, Muñoz Ledo no es brillante, es fos-fo-res-cen-te, por eso siempre ha vivido entre envidias y ataques, especialmente viniendo de parte de funcionarios mediocres y de los típicos «grillos» de tercera, utilizando métodos muy de los setenta, es decir, golpes bajos, intrigas, chismes y rumores. Hemos de decir que todo esto a Porfirio le hace lo que «el viento a Juárez»; es tal su «colmillo» político, que tengo la impresión de que hasta lo divierte; en otras palabras, le gusta ser el ave de las tempestades. Muñoz Ledo es incorruptible e inquebrantable, en otras palabras, no tiene cola que le pisen. Por eso se puede dar el lujo de ser crítico de su partido y de hablarle al tú por tú al presidente de la República, a quien conoce como la palma de su mano y a quien siempre le ha hablado con la verdad. «Tenemos un diálogo permanente», afirma Porfirio, quien asegura que el Presidente nunca le ha llamado por teléfono pero que, sin embargo, se comunican telepáticamente. Sí lo creo, se conocen hace tantos y tantos años que no debe sorprendernos su complicidad y menos la confianza que se tienen uno al otro.

A pesar de los «dimes y diretes» y del enfrentamiento que ha tenido con Mario Delgado, a raíz del «empate técnico» que se dio en la elección como presidente del partido de Morena, lo que menos quiere Muñoz Ledo es romper con el partido: «Le quiero decir al Presidente que queremos apoyarlo en la Cuarta Transformación. Un cambio de modelo político y económico tarda varios sexenios, como un periodo histórico y se ha dado en muchos países del mundo y son los más avanzados…», le dijo a René Delgado en la entrevista para el diario Reforma.

Nunca olvidaré la época en la que Porfirio Muñoz Ledo fungió como integrante y redactor de la Asamblea Constituyente, junto con Alejandro Encinas, Ifigenia Martínez y Manuel Granados, entre 28 catedráticos, políticos, investigadores, profesionistas y especialistas. Nos reuníamos cada martes por la tarde en el Ayuntamiento, en que las exposiciones de Porfirio, como comisionado para la reforma política de la capital, eran verdaderas cátedras jurídicas sobre los derechos de los indígenas, los peatones, los ciclistas, sobre el matrimonio igualitario y el derecho a un medio ambiente limpio. Gracias a sus intervenciones, siempre respetuosas e incluyentes, las reuniones para redactar la primera Constitución de la CDMX resultaban estimulantes y muy esperanzadoras para el futuro democrático de millones de capitalinos hartos de vivir como súbditos por la falta de una Constitución.

Hace muchos años, entrevisté a Mario Delgado cuando entonces era secretario de Educación del Distrito Federal y había organizado un programa muy intenso en el DF sobre el hábito de la lectura. Cuando le pregunté quiénes eran sus autores predilectos, o sus libros que lo habían marcado, no supo contestarme. Se hizo bolas con la respuesta y cambió de tema, hacia el programa Prepa-sí. Recuerdo que al finalizar la entrevista, se acercó a mí el productor del programa y me dijo: «Oiga, señora, ¿cómo es posible que el secretario de Educación no supo contestarle cuáles eran los libros que lo habían impactado?». Confieso que a mí también me habían impresionado la mediocridad y la tibieza de sus respuestas. Como dice Muñoz Ledo, que si Mario Delgado llegara a ser presidente de Morena, su línea sería: «sí, señor Presidente; sí, señor Presidente, lo que diga el Presidente». No, Porfirio Muñoz Ledo no está sujeto a esa disciplina.

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