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Francisco Martínez Pocaterra

El gato se relame

Soy abogado y jamás he negociado a espaldas de un cliente…
Supongo que entenderá lo que trato de decir.

Giras, romerías, fantochadas inexplicadas. Aún hoy, no sabemos a ciencia cierta de qué va el «acuerdo de salvación nacional en Venezuela», muchos menos las verdaderas razones de la gira internacional (que alguien paga para luego cobrar, desde luego). Aún no conocemos la estrategia opositora. Mientras, millones chapotean como pueden en las aguas sucias de la miseria. y otros, quizás no tantos, pero sin duda igual de importantes, aguardan la muerte resignadamente.

¿No asumen los líderes opositores que su desidia les hace cómplices de la tragedia? Ya vemos que no. Y sus asesores, cuya sapiencia parece reducirse a repetir epítomes probadamente ineficientes, sobradamente fallidos, aplauden sus desmanes, justifican sus errores y, sin pudor alguno, osan esputar acusaciones contra una sociedad que ha dejado el resto en estos veintitantos años de lucha.

No, no soy complaciente con un liderazgo que, preocupado de los cargos que su partido recibirá en el reparto de una torta que ni siquiera han horneado, opta por prolongar la agonía de una nación. Sin honestidad en sus palabras, trazan maquinaciones delirantes que la realidad – el statu quo – hará añicos. No puedo serlo. Para los pacientes renales cuya diálisis no puede realizarse, los enfermos de cáncer sin poderse operar ni recibir los tratamientos adecuados, los ancianos y los niños condenados a pasar hambre, el tiempo es breve.

Lo sé, el enemigo (y lo es, sin dudas) es poderoso, e igualmente, perverso. A la élite no le importa que mueran ancianos, niños, enfermos, que migren en las peores condiciones cientos de miles de compatriotas, porque, para ella – tribu de cachivaches de la lucha guerrillera de los años ’60 -, las ideologías importan más que la gente, que en su nombre debe tolerar las más aberrantes condiciones de vida. A la élite ya ni le importa su credo marchito. Solo le interesa el poder… y las prebendas que este concede.

¿Cuándo van a entender los líderes y sus asesores, y también muchas voces que se hacen eco de sus cartillas y recetas frustradas, que un discurso correcto, a veces, dista mucho de lo verdaderamente correcto? Máxime cuando buena parte del liderazgo solo apuesta por el número de gobernaciones y alcaldías, apuesta por el protagonismo de sus toldas… ¿Por presupuestos?

Defender lo indefendible no va a salvarnos de la catástrofe. Silenciar los pecados de nuestros líderes no va a allanar el arduo camino hacia la libertad. Una cosa es una lucha azarosa contra un enemigo poderoso, y otra – muy diferente – primar prerrogativas particulares sobre la lucha por la liberación de la nación. Mientras unos y otros se escupan gargajos, el enemigo, que poderoso es, conservará el poder, y como los gatos, se relamerá.

No propongo soluciones, porque ni las tengo ni las tiene ningún iluminado. Abogo para que la unidad sea real y no mera propaganda. Ruego porque, de haber negociaciones, se nos diga con honestidad de qué van y que podemos esperar de ellas. No pido magia ni ejércitos libertadores… solo pido sensatez y honradez, y, sobre todo, eficiencia.

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