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El feminismo posible

No deseo que las mujeres tengan más poder

que los hombres, sino que tengan más poder

sobre sí mismas

Mary Shelley

 

Feminismo e Islam pareciesen ser dos ideas incompatibles. Desde nuestra perspectiva occidental, nos han representado el mundo musulmán como una sociedad patriarcal, donde las mujeres están relegadas a un plano casi invisible. Mucho se ha leído y escuchado sobre la burka y el hijab, e incluso sobre el burkini (bikini musulmán), pero nunca había visto hasta hoy un culto musulmán en el que se alentase a la mujer a mostrarse.

Encontré un vídeo de un reportaje que muestra un culto en Turquía, dirigido por Adnan Oktar, quien introduce una rara visión de la religión islámica, donde el creacionismo es pilar fundamental. Las mujeres que lo siguen las denomina “gatitas”, y parecen más bien salidas de Beverly Hills que del Mediterráneo.

Vi los casi 20 minutos de vídeo esperando obtener una idea más clara de lo que tenía cuando leí el título, pero, si les soy sincera, en realidad terminé más confundida. No sé qué esperaba si el título ya decía que sería extraño, pero definitivamente no lo habría podido imaginar.

Por otra parte, el escándalo de la prohibición y condena de los burkinis en playas francesas tiene varias semanas circulando por Internet. La medida fue propuesta porque, en teoría, promovía ideales musulmanes radicales que podían conducir a la comisión de actos terroristas en suelo francés. ¿Dónde quedó esto de la liberté, egalité et fraternité cuando tomaron esta medida? Es verdad que ya no es aplicada, pero sucedió por algunas semanas.

Lo cierto es que me parece que ambas cosas son las dos caras de una misma moneda: el sometimiento de las mujeres a medidas sociales que restringen su libertad de elección.

En los últimos años ha habido un auge de lo que se ha denominado popularmente en Internet como las feminazis, un grupo de mal llamadas feministas, al menos en mi criterio, que abogan por la supremacía femenina. Esto a mí me suena más como la venganza de un grupo resentido que una verdadera reivindicación del género. Lo siento, pero no veo el por qué denigrar a nuestras contrapartes masculinas, sería el equivalente de construir un mejor mundo para las mujeres.

Para mi gusto, son absurdas estas movidas que apuntan a que todas las mujeres deberían quemar sus sostenes y dejar de utilizar maquillaje para representar mujeres reales. Lo lamento, pero la lencería está muy costosa como para ponerla a arder, y que me gusten los brassieres con encaje y todos esos detalles no me convierte en una oprimida del patriarcado.

Pienso que el feminismo real debe ser construido a partir de una filosofía que apunte a la igualdad relativa. No creo en la igualdad absoluta y pura entre hombres y mujeres, porque tenemos diferencias que nos identifican como somos, que provienen de la biología y trascienden a otras áreas, y que son insalvables.

Somos iguales hasta cierto punto y por eso es relativo. Podemos desempeñar tareas hombro a hombro en el campo laboral y tener acceso a los mismos derechos, pero eso no indica que somos perfectamente iguales. Si nos vamos a lo elemental, por ejemplo, nuestro cuerpo de mujer está diseñado para parir y amamantar, y el de los hombres no. Eso es algo que nos marca como diferentes.

El punto es que para mí el feminismo posible es aquel que promueva la elección libre del estilo de vida que cada mujer quiera para sí misma y que le sea retribuido en justa medida, uno que no condene u obligue a ser ni madres ni trabajadoras, ni minifaldas ni burkas. Si ese es el ideal de feminismo al que se aspira en este siglo, me denomino orgullosamente feminista. En caso de ser cualquier otra filosofía extremista, entonces me consideraré un engendro ideológico en cuanto al rol de la mujer en la sociedad.

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