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El FARCaso

«De exceso de coherencia no nos vamos a morir…»

Ramón Muchacho, 29-10-2017

Ahora que el camarada Timochenko – libre de pecados y más puro que nalga e’pelao recién nacido-, ha anunciado por fin su lanzamiento a las presidenciales del próximo año siguiente venidero, me provoca sincerarme, reclamar mi nacionalidad colombiana y largarme con todo y mi bigote recio azabache..

No quiero sonar ingrato ni traidor, pero estos venecos me tienen harto hace rato, quejándose todo el día. No entiendo nada de ese rollo de que tenemos dos parlamentos, y menos de la reestructuración de la deuda. Y lo que viene el próximo año en la economía es de verdad pa’salir corriendo. ¿No se supone que ahora éramos más soberanos, petroleros y ricos? Todo me lo enredan, estoy rodeado de enemigos. En fin, yo sólo sé que Colombia va pa’arriba y Venezuela… más pa’abajo imposible. Ya ni mis chucherías se consiguen… ¡cuerda de saboteadores!

Dice Santos que los ex guerrilleros… abro comillas… «cometieron el gravísimo error político de mantener el nombre. Eso es problema de ellos, pero hoy no hay FARC y por qué, porque hicimos una negociación…» cierro comillas. Bueno, y después dicen que el bruto soy yo. O sea, o él no entendió nada o le dio amnesia desde que recibió el Nobel allá en las Noruegas –ay sí, gran cosota, por cierto…

Además, de ingrato, burro y tapao. ¿Acaso no sabía que ese era el plan? De narco guerrilla a narco partido, sin cambiar de nombre, regresar los reales robados ni pagar cárcel… Fidel me lo explicó clarito, dios y la virgen de Boyacá me lo tengan en su gloria junto a mi barinés eterno, aunque somos ateos, por supuesto.

En el 2018 vamos a recuperar a Lula gracias a la sinvergüenza cooperante de los brasileños; y sumar México, Cataluña y Colombia. No les llevo nada. Finalmente la soñada Gran Colombia de Samper, sin los fastidiosos de Venezuela. Sólo falta el regreso de Argentina y Perú, y la rendición gringa canadiense. Cuestión de tiempo, nada más, Putin mediante.

Un paso a la vez. Por ahora, tengo que idear bien mi estrategia. ¿Será que pido asilo en Colombia? ¿Me divorcio y parto a Barranquilla y me caso con la Amparito de la gaita maracucha? ¿Me lo perdonaría la cuaima? No, no, mejor no alborotar a esa tigra de Cojedes y simplemente recupero la nacionalidad allá en Cúcuta, extraviada justamente con la ayuda de Santos.

Si el mismo Bolívar huyó a Colombia para hacerla grande sin Páez, a mí no me pueden acusar de traidor a la revolución por dejar el pelero. Además, estos mismos venecos me están pidiendo la renuncia, Colombia clasificó pa’l mundial y allá se consigue de todo para el ajiaco, que aquí me lo tienen pichirreado. Entonces sería como matar un zamuro con tres tiros; así dice el refrán, ¿no?

También tengo que asegurar la nacionalidad paisa de Tibisay, con la ayudad de Piedad Córdoba, para garantizar el triunfo de Timochenko. ¡Yo sin Tiby no me voy a ninguna parte!

El gringo anaranjado estará loco, pero tiene razón en algunas cosas: ¡Hagamos a Colombia grande de nuevo!

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