29 de Junio de 2014. El mundo entero presenció un acontecimiento tan único como inesperado. El líder del Estado Islámico (E.I), Abu Bakr al-Baghdadi se autoproclamó como el nuevo califa del Islam.
No intento adentrarme a discutir sobre el origen del E.I, ni mucho menos procuro con estas breves líneas proveer un estudio exhaustivo de su complejo y veloz desarrollo. Quiero enfocar esta nota en un aspecto que considero fundamental en el crecimiento y “éxito” de este grupo extremista.
Esa arista a la que hago referencia es justamente el frente comunicacional, el bombardeo propagandístico al que constantemente nos someten los yihadistas. Y es que el E.I ha probado tener la capacidad técnica y la destreza visual de lograr, que quienes desde lejos (y no tan lejos) vemos el desenvolvimiento de este grupo a través de sus videos y publicaciones sintamos miedo y además percibamos que es absolutamente indetenible.
Recientemente el E.I publicó un nuevo video en el que muestran la decapitación de ocho prisioneros Chiitas en Siria, quienes fueron conducidos al lugar de su ejecución tomados de la mano por niños, a quienes el presentador en filmación denominó como “cachorros del califato”. El video, como ha sido la firma inconfundible del E.I, es una pieza impecablemente editada, con música de fondo que contribuye a que el espectador sienta la escalada progresiva del suspenso mientras la inevitable ejecución de los “infieles” se acerca y con una cinematografía que evidencia un gran valor de producción. Adicionalmente la utilización de los niños añade un impacto visual y conceptual que pone de relieve el hecho de que nada en estas publicaciones es dejado al azar. Todo juega un papel y todo tiene un propósito.
Confieso que asqueado por el grotesco material audiovisual, no pude evitar preguntarme, sintiendo pena por las víctimas, que será lo que pasa por sus mentes mientras escuchan a sus verdugos gritar “Corte!” y recomenzar la grabación como si se tratara de un episodio de cualquier comedia televisiva.
El hecho es que desde ese fatídico 29 de Junio de 2014, día del nacimiento del supuesto nuevo califato bajo el mandato del autoproclamado Califa Ibrahim, el modus operandi en el accionar publicitario, político y filosófico del E.I se ha mantenido invariable en cuanto a su minuciosa elaboración y despliegue, con la particularidad de que desafortunadamente, muestra signos inequívocos de que su calidad y en consecuencia su efectividad es progresivamente creciente.
Notorio ejemplo de lo anterior es la publicación de la muy bien elaborada revista Dabiq. Este magazine periódico es elaborado en inglés y se puede acceder a ella tanto en su edición impresa como en su versión digital disponible en internet. En su último número, apareció publicada la fotografía de un rubio yihadista francés que se volvió la imagen para atraer a nuevos adeptos occidentales. Estos “salvajes extremistas” son supremamente pragmáticos e inteligentes en lo que se refiere a utilizar los medios adecuados para fines determinados.
En esa misma línea, el filme “Flames of War”, escrito, editado y protagonizado por militantes del E.I es otra muestra del incansable esfuerzo que este grupo realiza en sus labores de reclutamiento y de la calidad de los medios que selecciona para expandir su “pool” de potenciales interesados. Es un filme que evoca la eficiencia de la maquinaria propagandística vigente en la Alemania del tercer Reich. Simple, funcional, emocional, filosóficamente respaldado por la ideología de quienes hacen el material audiovisual y lideran el Estado Islámico y que indudablemente resuena en sus seguidores y por consecuencia es supremamente efectiva.
Esta notoriedad, de la mano con el momentum propagandístico y de expansión territorial de que goza el E.I, forzó a que la comunidad internacional cambiara el enfoque meramente militar por uno más holístico. Asi, el gobierno Iraquí no tardó en responder y disparo’ sus cohetes mediáticos lanzando al estrellato a través de las distintas redes sociales y publicaciones periódicas tanto digitales como impresas disponibles en ese país, a un personaje que se volvió rápidamente la imagen de la inminente derrota del Estado Islámico frente al gobierno que lidera Fuad Masum.
Abu Azrael (Ángel de la muerte) es un líder miliciano iraquí que jugó un papel fundamental en la reciente derrota del E.I en el campo de batalla y que causó que el gobierno de Iraq recuperara el control sobre la ciudad de Tikrit. Este combatiente (“El terror de E.I.” lo llaman los medios iraquíes) aparece en sus fotografías con un rifle de asalto en su mano derecha y un hacha en su mano izquierda. Es campeón nacional de taekwondo y otras artes marciales. Adicionalmente es egresado de la universidad y representa todo aquello a lo que el E.I debe temer; o al menos así lo publican los medios de comunicación en Iraq.
No es coincidencia que la Revista Time publicara recientemente un artículo titulado “A 6-Point Plan to Defeat ISIS in the Propaganda War” (“Un plan de seis puntos para derrotar al Estado Islámico en la Guerra de la Propaganda”). Este artículo fue elaborado por dos escritores que se han dedicado a estudiar al Estado Islámico desde sus inicios como una rama de Al-Qaeda y es la conclusión a la que paulatinamente tanto la coalición de países que combate en contra del E.I, como la comunidad internacional han tenido que alcanzar. Si se pretende derrotar al Estado Islámico, no se puede ser tan ingenuo como para pretender que la batalla física, militar y armada es el medio más eficiente o idóneo para lograrlo. Esos seis pasos proponen un camino a través del cual, se puede confrontar más efectivamente la amenaza E.I en el plano comunicacional.
El movimiento teológico/político y militar que es hoy el Estado Islámico crece indetenible y es precisamente porque la comunidad internacional se enfrenta con un enemigo etéreo y que tiene el don de la ubicuidad. El miedo. Miedo que Estado Islámico ha sabido engendrar en el espectador a través de la inteligente utilización de los medios de comunicación y las redes sociales. Espectador que ante este contrapunteo mediático no sabe en qué o en quien creer.
Nos debatimos entonces entre: Creer en la gigante e inevitable expansión del Estado Islámico y el establecimiento del Califato que algún día, como así lo juró Abu Bakr al-Baghdadi, alcanzara las calles de Roma? O creer en el heroísmo del invencible Abu Azrael y compañía en su épica batalla por detener el avance del más amenazante grupo terrorista de la historia?
¿Creer? ¿Y en qué creer?. He allí el dilema.