El pueblo venezolano es el gran ausente en el llamado dialogo convocado por el Presidente de la República Dominicana Danilo Medina. No hubo ni en los partidos de oposición, ni mucho menos en la provincia reuniones con diversos sectores para conocer la opinión sobre la nueva convocatoria. Vuelve la dirigencia política partidista a arrogarse las decisiones que puedan tomarse con la dictadura.
Julio Borges es reincidente en lo que pueden llamarse errores recurrentes. Se sienta en Madrid con Rajoy de corbata y corre a Santo Domingo, vestido tropicalmente a un llamado a dialogo, donde no se termina de saber si estuvo sentado en la misma mesa con Delcy Rodríguez, la señora de la ilegal Constituyente. Borges dice una cosa en ruedas de prensa en Caracas y hace otras en la práctica. No puede ser. “A veces más vale tener la boca cerrada que acabar diciendo tonterías”.
La mejor declaración de estos días sobre ese supuesto dialogo la ha dado el Cardenal Urosa. No puede haber dialogo sino hasta después de las elecciones regionales, que siguen en vilo por muchos factores. Ha estado más acertado Capriles al afirmar que las condiciones previas al dialogo pasan primero por la liberación de los presos políticos, la normalización constitucional, el nuevo CNE y la solución a la emergencia humanitaria que sufre el pueblo venezolano.
Un dialogo necesita de información clara, nada de afirmaciones abstractas, condiciones previas, honestidad durante y después de la reunión. Y sobre todo el silencio del dictador Maduro, que no pierde tiempo para desinformar, confundir, manipular y seguir insultando.
Para un dialogo trasparente abierto y no encubierto, se necesitan observadores imparciales que den fe posterior y sean hasta cierto punto garantes de los acuerdos. Como ha dicho el Papa Francisco debe haber una predisposición a escucharse, que no es lo mismo que oírse. Deben estar presentes representantes de la ONU, El Vaticano, la OEA, Unasur y gobiernos claramente democráticos.
Hay que apartar definitivamente como mediadores a los ex mandatarios Zapatero, Fernández y Torrijos. Porque hay que preguntarse sin tapujos ¿quién está pagando los viajes, hospedajes y viáticos de estos señores? ¿Quién financia la buena voluntad de estos “buenos oficiantes”?. Que bien hizo Antonio Ledezma en no recibir a Zapatero. La iniciativa del Presidente Medina de la República Dominicana luce sincera. Ha sido saludada por el Secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres. Fue precipitado concurrir a ella sin una clarificación de los objetivos, más consultas previas y haber acompañado a los políticos autorizados de la oposición de internacionalistas y politólogos conocedores de la sede y su entorno, modos de dialogo y conveniencia del momento para un negociación.
Venezuela sigue entrampada, el problema fundamental es el de un gobierno que ha perdido legalidad y legitimidad, que tiene un amplio rechazo y que, comunista al fin, se niega a entregar el poder por las buenas.