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El diablo en México

Dice el papa Francisco que: «El diablo le tiene bronca a México. Es verdad. Las persecuciones a los cristianos en otros países de América no se dieron con tanta virulencia ¿por qué en México? Algo pasó ahí. Como si el diablo le tuviera bronca a México ¿no? porque si no, no se explica tanta cosa». Lo anterior lo dijo al ser cuestionado sobre qué consejo le daría al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, respecto a la escalada de homicidios en nuestro país. Cuando la espléndida reportera Valentina Alazraki le preguntó al pontífice su opinión acerca de los pactos con los narcotraficantes como una alternativa para cesar la violencia en México, el papa Francisco le contestó: «A mí me suena mal. Es como si yo para ayudar a la evangelización de un país, pactara con el diablo, hay pactos que no se pueden hacer. El pacto político debe hacerse por el bien del país». (El País, mayo 28).

La verdad es que la declaración del papa me preocupó. De alguna manera me hizo recordar la famosa frase de Mario Ruiz Massieu, quien tuvo que investigar el asesinato de su hermano José Francisco Ruiz Massieu, ex secretario general del PRI: «Los demonios andan sueltos, y han triunfado» y también evoqué el libro Historia del diablo de Daniel Defoe (autor de Robinson Crusoe). Me temo que el pontífice y Ruiz Massieu tienen razón, según el libro El Diablo en la Conquista, de Edmundo O’Gorman con la presentación, transcripción y edición de Manuel Ramos Medina y publicado por el Centro de Estudios de Historia de México Carso. A lo largo de 268 páginas el lector descubrirá en la obra apuntes inéditos de O’Gorman acerca del diablo, en los que comenta pasajes de textos de Fray Bartolomé de las Casas, Fray Bernardino de Sahagún, Francisco Cervantes de Salazar, Bernal Díaz del Castillo, entre muchos. En lo personal lo que más me llamó la atención del libro en cuestión fueron las cartas de Hernán Cortés y de Cristóbal Colón, así como las crónicas de los franciscanos y de los dominicos en donde hablan de las apariciones del diablo y de cómo es terco; terco como Andrés Manuel López Obrador y como Donald Trump (ambos están endemoniados porque creo que ninguno de los dos está bautizado…). Bien decía San Agustín: «los demonios son muy codiciosos por su gran soberbia del divino honor…».

Según José de Acosta, cronista de Indias, antropólogo, naturista y protector de los indígenas: «Quien con atención lo mirare, hallará que el modo que el demonio ha tenido de engañar a los indios, es el mismo con el que engañó a los griegos y romanos». Por su parte Hernán Cortés avisa en su carta su llegada a Veracruz, de vuelta de la Expedición de Honduras (Mayo de 1526): «(…) quise en esto seguir su vestigio, y viendo que vosotros, señores, como mis amigos, con mi ausencia habéis estado opresos de aquesos nuevos Bersebú é Satanás, que tales se pueden llamar, pues siguieron el camino por donde estos infernales espíritus perdieron la bienaventuranza para que Dios los crió, no acordándose ni teniendo respeto a los beneficios que de S.M…». En Tezuco el 10 de octubre de 1530, Cortés le escribe al Emperador: «… y por lo que yo conocí del deseo que V.M. tiene de saber el secreto destas partes, y por lo que yo traía de emplear mi persona en este descubrimiento, plega a Dios que no permita que el demonio dé ya más estorbos en esta obra…».

El libro editado por Carso, en el que reúne el trabajo que hizo el historiador Manuel Ramos Medina a partir de los escritos de O’Gorman, cuando tenía 34 años, sobre la figura del diablo, es espléndido. Hay que decir que la investigación inédita fue donada por la doctora Gloria Rodríguez Fernández. En su ensayo, el doctor Ramos nos muestra con documentos fehacientes que la concepción del diablo llega con los españoles.

No hay duda que la «astucia diabólica» puede manifestarse de mil maneras: en los tuits, en los memes, en las fake news y en el arancel de 5 por ciento a las importaciones mexicanas a Estados Unidos a partir del 10 de junio. No en balde se ha revivido el polémico tuit de Marcelo Ebrard del 2016 a Donald Trump: «Es el peor enemigo (demonio) que México haya enfrentado».

Tiene razón el papa Francisco, «El diablo le tiene bronca a México…».

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