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El Covid-19 y nosotros: We the vulnerable people

La pandemia cambió hasta la constitución en los Estados Unidos, pensó el ingenuo.

Antes de la pandemia, si bien recuerdan, la misma comenzaba con un soñador We the people. Por supuesto en ese We no cabíamos todos, era más bien como para hacernos sentir bien a los desposeídos y hacer sentir menos mal a los poseedores del We.

Los tiempos de la peste nos hizo visibles. El pensar en una sociedad sin nosotros, los desposeídos, se les hizo intolerable. «Quién compraría en una sociedad de consumo, quién limpiaría nuestras casas, quién estaría oculto en la cocina preparándonos platos exóticos».

Los tiempos de la peste nos hizo temibles, temibles no por nuestra falta de poder, temibles por lo que al ser presa fácil del virus podríamos transmitirlo al entregar un paquete, al abrir la puerta de un taxi, al toser limpiando la acera, al pasear a los infantes y futuros herederos del We the people.

No nos veían como Pedro, Juan y María, nos veían como un mercado lejano mal aseado y mal oliente donde se incubaba el virus de la muerte.

La peste nos hizo visibles, por primera vez nos vieron, por primera vez se dieron cuenta de que en este sistema no teníamos seguro médico, que nuestra sonrisa no era la sonrisa pareja, brillante y hermosa que ilumina los rostros de la alta sociedad, sonrisa fría y falsa cuando se dirigía a nosotros, los desdentados del mundo.

Los políticos saltaron a la palestra, no importa el bando, todos son iguales, todos son eternos candidatos, las elecciones se acercan y nos necesitan, hasta para gobernarnos necesitan de nuestros votos, somos algo así como el primer escalón en una escalera, el escalón indispensable, aquel que todos pisan para comenzar a escalar, y para conquistarnos.

En un gran movimiento de solidaridad los WE dijeron:
los test, para los vulnerables, serán gratuitos,
vengan, vengan
pasen a examinarse
es gratis.

En su mente se leía: por nuestra seguridad necesitamos saber quiénes de entre ustedes están enfermos.

Los cuidaremos,
gratis los cuidaremos,
pasen.

En su mente se leía: queremos saber si pueden volver a trabajar, y en las próximas elecciones recuerden, fui yo quien les dio más, hagan cola, y si tienen hambre, si necesitan remedios, nos lo dicen, lo que sea, nos lo piden.

Los escuchamos.

¡Son tantos los políticos de esa vieja escuela, tan añejo el discurso y tan pocos en los que se puede confiar!, pero bueno, la excepción hace la regla, o para cerciorarnos, junto a Diógenes, encendamos una lámpara, empuñemos un báculo, pongamos un pan en un zurrón, cubramos nuestro cuerpo con un manto y salgamos en busca de un hombre honesto.

Nos necesitan, somos fuerza de trabajo, gracias al virus se dieron cuenta de que existimos, de que si no quieren resbalar sobre la mierda de perro en una acera, alguien tiene que recogerla, de que si quieren un plato multicultural necesitan de la receta de nuestras abuelas, y de alguien para que limpie la mesa, recoja los platos y desaparezca con ese rostro tan multiétnico que los hace sentir tan bien y que son como un aliño o sello de autenticidad para el ambiente.

Si hasta nos cambiaron de categoría y de pobres y desposeídos pasamos a llamarnos «vulnerables», ¡qué bien se siente uno!

Hay que hacer funcionar el sistema, echar a andar la máquina, hay que dar dinero a los vulnerables, hay que devolverlos al consumismo, hay que demostrar que nos preocupamos por ellos.

Cada partido político proponía más, que si los vulnerables no pueden pagar el arriendo pedimos que no se les arroje a la calle, no durante los tiempos de pandemia. El mostrar más de ellos en situación de calle sería peligroso para la higiene del metro, de los parques, para la salud, física y mental del país más rico del mundo, no nos vayan a confundir con un país del tercer mundo.

Hay que favorecer a las pequeñas empresas, esas desfavorecidas que dan tanto empleo, hay que lograr que reabran tras la cuarentena y regresen a alegrar el barrio, a dar vida a la imagen postal de nuestras ciudades donde todo el mundo cabe, donde a cada paso hay un ser diferente, esa mezcla que constituye nuestro We the people del que tanto nos enorgullecemos.

Gracias a la pandemia nos vieron, por primera vez en nuestra realidad nos vieron, ¿nos vieron?, y los We, los poderosos, hoy, en los canales de televisión, distancia social obliga, se llenan la boca haciendo gárgaras antivirales con nosotros, «los vulnerables», todos ellos luchando por nosotros.

Nosotros los 500 mil vulnerables durmiendo en las calles.
Nosotros los 44 millones de vulnerables que no tenemos seguro médico.
Nosotros los 33 millones de vulnerables que tenemos un seguro médico insuficiente.
Nosotros los 22 millones de vulnerables que perdimos nuestros trabajos en el curso de un mes.
Nosotros los vulnerables que no tenemos ahorros para resistir la crisis.
Nosotros los vulnerables que no podemos pagar un arriendo.
Nosotros los vulnerables con un trabajo inestable y sin beneficios.
Nosotros los vulnerables del salario mínimo.
Nosotros los vulnerables que necesitamos las escuelas para que cuiden y alimenten a nuestros niños, no intelectualmente, sino con una comida diaria, la comida caliente del día.
Nosotros los 12 millones de sin papeles que escogemos el virus antes que a la migra.
Nosotros los que no podemos estudiar mientras vemos cómo dan dinero a las universidades para que mantengan abiertas sus puertas para los WE mientras nosotros, los vulnerables, no tenemos trabajo ni dinero para pagar la matrícula y vemos evaporarse nuestros sueños.
Nosotras las una de cada cuatro mujeres vulnerables víctimas de violencia intrafamiliar condenadas a estar encerradas en una casa, en un departamento, en una pieza, a la merced de su victimario. El virus, los golpes o la muerte, escoja mi reina escoja.
Nosotros, nosotras, esa mayoría colorida pero invisible, blanco privilegiado del virus de la muerte.
Nosotros, los vulnerables, cuya cruda realidad quedó al desnudo en estos tiempos de pandemia, al menos existimos por una vez, durante el tiempo de la pandemia.

Casi dan ganas de escribir una nueva constitución y comenzar con un WE, THE VULNERABLE PEOPLE

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